5- CONFESIÓN

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—¿Qué estás tramando? —cuestionó Xiao Zhan sosteniendo con firmeza el peluche de un conejito.

—¿Podrías relajarte un poco? Sólo tenía ganas de salir... —suspiró Wang Yibo fingiendo una sonrisa tranquila.

—¿Relajarme? Tú literalmente tocaste a la puerta de mi casa, te presentaste con mis padres como mi amigo de la secundaria, y después me sacaste arrastrando hasta aquí —gruñó el azabache.

—¡Oh vamos! —lo abrazó, rodeando sus hombros con su brazo para atraerlo—. Te traje al Parque de Diversiones, no es como si te hubiera llevado a un lugar misterioso y terrorífico para comerte...—se aproximó para susurrarle—. Claro, que si quisiera comerte...podríamos buscar un armario donde pueda besarte y otras cosas más...

—¡Desvergonzado! —le dió un golpe en el estómago con su codo y se alejó caminando hacía adelante.

Tal y como había dicho su padre, Wang Yibo decidió que lo mejor sería decirle la verdad al contrario antes de alguien se le adelantara. Sin embargo, no tenía la oportunidad de confesar sus sentimientos durante la semana, puesto que cada vez que tenía al azabache sólo para él, sus instintos le ganaban y terminaba devorando sus labios. Y no era como si el mayor se opusiera a sus avances...

Durante los recesos en la escuela, Xiao Zhan era llevado a la terraza para ver desde allí los jardines que rodeaban la estructura y la cancha de fútbol para los estudiantes. Se sentaban a comer lo que el azabache preparaba para ambos y al terminar, Wang Yibo lo besaba atrapandolo entre sus brazos, hasta que el timbre diera la señal de que acababa el tiempo.

Quien supiera de su relación creería que eran novios, incluso con pequeños detalles como miradas que se cruzaban en el salón, tomarse de la mano cuando no los veían, sin que ellos mismos se dieran cuenta de su actuar.

Los amigos del menor notaban la extraña cercanía, pero hacían comentarios ya que podría tratarse de una simple protección al ser el amigo favorito por el momento, después de todo, Wang Yibo nunca presentaba señales de que le gustará un chico.

Aquella tarde, Wang Yibo fue a buscar a su "conejito", y lo llevó al Parque de Diversiones con una meta: decirle que le gustaba y que el cuaderno era una idea creada por él y su prima.

—Eras tú el que quería venir. ¿Qué haces allí parado como estatua? —preguntó Xiao Zhan tomando su mano para que empezará a caminar junto a él.

—¿A dónde te gustaría entrar primero?

—No lo sé, nunca antes vine a un lugar así.

—¿Nunca? —parpadeó deteniendo su andar.

—¿Por qué te sorprende tanto?

—Es sólo que... ¿Realmente nunca viniste? ¿Ni siquiera por una cita anterior o salida con tu familia?

—No he salido con nadie en un largo tiempo...—miro al suelo—. Y mis padres no le ven lo atractivo a un lugar así, prefieren visitar museos.

—Entonces soy tu primera vez —sonrió victorioso, y lo tomó del cuello de la camisa—Muy bien conejito, te llevaré a ver todos los juegos y después iremos a un lugar privado para besarnos. ¿Estás de acuerdo?

—¡Por supuesto que no! ¡Y ya deja de estar tomándome del cuello de la camisa no soy un cachorro!

—Pero pareces uno... ¡Auch! ¡Oye! —se quejó ante un pisotón de parte del mayor.

Wang Yibo gruñó y lo sujetó de la mano para caminar, le llamaba la atención como para el azabache era más normal estar caminando de la mano con él como si fueran novios.

UNA DULCE CONFUSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora