·No sé cuánto me quitas cada vez que vuelves y mucho menos sé lo que me queda cada vez que te vas.
· Lo admito. Tenía miedo de amar. Peor no solo de amar, sino de amarlo a él. Él era un increíble misterio. Llevaba cosas en su interior que nadie entendía, y yo tenía miedo de fallar, como los demás. Porque él era un océano, y yo una niña que amaba las olas pero que tenía un enorme miedo a nadar.
· Que con mirarle sepa si le ocurre algo y que con mirarme sepa que me ocurre todo.
·¿Lo entiendes o te lo explico a besos?