Hoy me vino a la mente tu recuerdo.
Y con él, la tristeza.
Si alguna vez te preguntas que tal me va.
Hace tiempo que quise escribirte. Y lo hice.
Pero jamás saqué el valor necesario para ponerle el sello nacional.
Reconozco que me acojoné.
Y con la carta más sincera del mundo en mis manos, volví a casa.
Quizá de aquella manera hubiera sido capaz de cerras esa etapa.
Pero en el fondo sabía que si lo hacía, eso sería un punto y final.
Y yo contigo siempre quise tener unos puntos suspensivos...