Cada vez que os venden París como la ciudad del amor,
Y pagáis por ver su amanecer,
Me río.
Porque no sabéis
Lo que es ver salir el Sol
Por encima de su hombro,
Ni habéis visto caer Berlín
En los muros de su cuarto,
Ni perdisteis la guerra fría
Por atrincheraros entre sus sábanas.
Cualquier asquerosa mañana
Que, de no haber sido por él,
No estaría marcada en ningún calendario.