Y es que él es tan hermoso como el más perfecto atardecer.
Su cabello claro, tan malditamente suave. Sus pestañas, tan largas, las más hermosas de este mundo.
Sus ojos, grandes y jodidamente perfectos, como todo él. Es imposible no derretirse cuando te mira.
Su piel, suave, y perfectamente perfecta, como siempre.
Parece que nada en él estuviera equivocado.
Y su voz, tan dulce... la reconocería en cualquier parte.
Y, dios, sus labios. Sus perfectos y jodidamente besables labios.
Parece creado por los mismísimos dioses.
¿Por qué el destino puso a alguien como él en mi camino, si pese a todo, nunca podré ser su princesa, ni el mi príncipe azul?
[Texto mío]