14.♧

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Dejo de escribir en cuanto escucho el sonido de sus tacones después de cerrar la puerta de mi oficina. Ese sonido no es algo usual en una empresa como esta, ya que nadie caminaría de esa forma aquí. 

Entrelazo los dedos frente a mi boca y clavo la mirada en ella. La forma en la que avanza hacia mí, con tanta confianza y regodeo por sí misma es solo una señal de que mi Valeria se ha ocultado en el interior de ese cascarón.

-¿Querías verme?...-quito las manos de mi boca y sin emitir un solo sonido o mover mi rostro, bajo la mirada hacia la silla frente a mí para indicarle que se siente.-ustedes dos son iguales...-quizá su intención no era que yo escuchara, pero lo he hecho y lo que ha dicho me ha molestado.
-Solo espero que esa comparación no haya sido con el hijo de puta de Louis...-desvía la mirada de la mía y me deja ver una parte de ese hermoso rostro. Es tan hermosa que no resisto la necesidad de tocarla.

La luz del sol pega contra su piel y con ello, ilumina un arete cuya piedra morada cuelga en su oreja y esta desprende una pequeña luz de color morado que pega directamente en su cuello. Siempre le han gustado los aretes que llevan una piedra al final, las ve como una fuente que crea su propio color.

-¿No vas a preguntar algo?...-ahora el que quita la mirada soy yo. Debo dejar de hundirme en los recuerdos o no podré continuar con esta reunión.
-Imagino que Samuel se ha encargado de preguntar lo que necesito...-sea lo que sea que haya preguntado, dudo que se haya mostrado pacífico con ella.
-¿Consideras que tomar a alguien con fuerza del brazo, aprisionarlo contra la pared y agarrarlo del cuello es el método adecuado para preguntarle a alguien alguna cosa?...-eso me arranca una ligera risa. Sabía que no sería ni un poco pacífico, lo supuse.-¿te causa risa?...-clavo la mirada en ella y asiento con la cabeza. No me causa ni un poco de remordimiento o lástima el método que Samuel utilizó con ella, no comparto su gusto por la violencia y no lo utilizaría, pero entiendo su odio a la perfección y sé de sobra que no es fácil controlarse.
-No puedo evitar reír ante el método exagerado de Samuel...-ella deja salir un suspiro exasperado y su mirada se llena de odio hacia mí.-¿estás ofendida?...-pregunto con una ceja levantada. Vamos a ver cuanto resiste esto.
-Ustedes son unos hijos de puta...-me inclino ligeramente hacia adelante para mirar con más fascinación el odio en su mirada.-se regodean de su mierda y se burlan de los de menor puesto solo porque quieren...-alzo las cejas y asiento con la cabeza lentamente. Esperaré hasta que termine de escupir todo.
-Creo que has olvidado qué aquí la que más se ha burlado de los de menor puesto has sido tú...-acuesto mi rostro en mi mano mientras finjo pensar en ello.-si no recuerdo mal, fuiste tú la que se hizo pasar por una chica sin nada cuando en realidad desbordabas dinero y, hasta donde sé, eso es suficiente burla para los de baja cuna, ¿no es así, Valeria?...-acuesto mi espalda en el respaldar de la silla, sin dejar de mirarla y saco la caja de cigarros de mi saco.
-No comprendo porque te gusta tanto fumar...-enciendo la punta del cigarro y lo saco de mi boca para soltar el humo. Parece que ha aceptado que la única que se ha burlado ha sido ella.
-No me gusta...-hace cara de no creerme y yo acerco el cigarro, por encima del escritorio, a su rostro.-esto sólo es el arma que la muerte usa para acabar conmigo...-sus ojos, que antes estaba sobre la llama naranja del cigarro, ahora están clavados en mis ojos.-¿qué buscas aquí, Valeria?...-ladea la cabeza ligeramente y en sus ojos hay mil cosas que parece querer decir.

Los segundos que dura sin responder a mi pregunta me parecen infinitos en insoportables. No sé que tanto se tiene que pensar, no es una respuesta que cueste descubrir ni mucho menos que tenga que inventar.

-Respuestas...-quito el cigarro de mis labios y dejo salir el humo en cuanto esa respuesta sale de sus labios. Hubiera preferido que inventara algo a que dijera esa respuesta tan absurda.
-¿Respuestas de qué?...-acuesta la espalda en el respaldar de la silla y entrelaza los brazos sobre su pecho.
-Para alguien que solo demuestra odiarme, tienes bastante interés en mis asuntos, ¿no lo crees?...-le doy una gran calada a mi cigarro y lo quito de mis labios para dejar salir el humo.
-¿Odio?...-pregunto muy confundido. Ella asiente con la cabeza en respuesta y se inclina ligeramente para acercar su rostro al mío.
-Solo me has humillado y me has tratado como una mierda desde que nos volvimos a ver, por no mencionar que tu mejor amigo tiene fuertes deseos de matarme y eso, Gabriel, solo demuestra el odio que hay en ti hacia mí...-dejo salir el humo, sin despegar los ojos de ella y me levanto lentamente de la silla.

Sus palabras me arrancan una risa, una risa sin humor y cargada de frustraciones. El juego que ha empezado esta por terminar y la más lastimada será ella, pero ha sido por su propia voluntad y no porque yo he querido.

-Lamento decirte que en mí solo hay un sentimiento hacia ti...-dejo el cigarro en el plato sobre mi escritorio e introduzco las manos en mis bolsillos. Su mirada no se ha despegado de la mía ni un instante.-amor...-algo en ella cambia en cuanto esa simple palabra sale de mis labios, lo puedo notar y lo disfruto al máximo.-yo te amo, Valeria...-por primera vez en mucho rato, ella baja la mirada y desde aquí se siente su frustración.
-Ich liebe dich...-dice en un susurro que a penas y logro escuchar. Ella levanta lentamente la cabeza y clava sus ojos nuevamente en los míos.
-¿Puedes sentir cuanto duele que te ame la persona que amas y la impotencia que se siente el no poder tenerlo?...-una sonrisa se extiende por mis labios lentamente y aunque me estoy muriendo por dentro, no puedo parar ahora.-eso sentí durante dos largos años mientras mi cabeza repetía una y otra vez tus palabras que, por muy irónico que sea, me dijiste aquí mismo...-suelto el aire que estaba reteniendo y giro en mi sitio para ya no ver ese par de ojos azules que me vuelven loco.-parece que no soy el único condenado por el amor, ya que tú también lo estas...-ver la ciudad me trae calma, a pesar de que quien causa mi dolor esta a unos pasos de distancia.

El sonido de sus tacones acercándose me pone tenso, pero tira una corriente eléctrica que recorre toda mi espalda. Se está acercando a mí y no sé exactamente porqué, pero me pone inquieto la respuesta.

-Gabriel...-su voz suena tan cerca ahora. Deseo tocarla, abrazarla, besarla y nunca dejarla ir.-necesito respuestas...-mi cuerpo se tensa en cuanto siento como acuesta su mejilla en mi omóplato izquierdo. Me siento en el cielo en cuanto sus manos hacen un candado sobre mi torso.
-¿De que respuestas hablas?...-el calor de su cuerpo calienta mi cuerpo tan rápido como una cafetera. Que efecto tan extraño tiene esta mujer sobre mí.

Desearía quedarme así con ella, incluso si no es posible y un millón de cosas terribles nos separan, deseo que este momento dure para siempre. Creo que el cielo no me odia tanto como creí que lo hacía.

-Yo...he perdido la memoria, ¿cierto?...-mi sangre deja de correr y se hiela de golpe. Bajo la mirada lentamente hacia mi mano y noto que tiembla ligeramente.

¡Maldita sea! Creí que esto no sucedería jamás, creí que el doctor tenía razón cuando dijo que ella no preguntaría algo así jamás, que no debía preocuparme y que continuara con mi vida. Pero claro que se equivocó. Se ha equivocado con todo.

Condena Prometida. ♧ [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora