Capítulo 8

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JEN

Mientras evaluaba las ventajas de ir a Italia para pasar las fiestas de fin de año; caminaba por los pasillos del instituto para llegar a mi casillero y sacar algunos libros. Los cuales en realidad me daba igual tomar o no.

Estados Unidos no era en absoluto nada agradable y menos estando con mi madre y ....

Detuve mi caminata cuando vi a esa chica charlando con su madre. Me llamó la atención como arrugaba su nariz, al parecer esa conversación no le agradaba en lo mínimo.

Mi curiosidad pudo más y me acerqué disimuladamente a un costado para escuchar un poco sus cuchicheos.

—¡Heiden! Tus abuelos están allí. Debemos ir —Dijo su madre y ella no tardó en responder—Mamá ya hablamos de esto; no voy a ir. Tú irás y es suficiente—farfulló moviendo su cabeza. Su madre la miró por un momento y luego decidió hablar

—¡Cariño! Conozco realmente tus razones para no querer ir, pero ya han pasado muchos años y debes tratar de seguir adelante—Comentó.

Sus palabras activaron mi curiosidad.

—¡Basta Madre! Sabes perfectamente que intento seguir adelante, pero no me pidas ir al lugar donde me hicieron pedazos. Eso no lo puedo soportar aún.

La chica se retiró al instante y su madre cerraba sus ojos como si contuviera las lágrimas.

Fue una conversación extraña, pero lo suficiente interesante para empezar una que otra idea sobre aquella chica como lo había notado anteriormente.

Sin premeditarlo y aunque no me hacía gracia, por una parte, supe lo que iba a hacer para los siguientes días.

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HEIDEN

Lo peor de quedarte sola en casa es que tú misma debes preparar tu propia comida y ocuparte de las tareas hogareñas ¡Excelente!

Sí me gustaba cocinar, pero hoy no tenía muchas ganas de levantarme de mi cama. Mamá se había ido ayer y ya sentía su ausencia.

Eran las diez y treinta de la mañana y repasaba mentalmente qué hacer en todo el día. No era que me incomodara la soledad, de hecho me agradaba, pero ya saben lo que dicen para estas fechas "Hay que estar en familia".

No culpaba a mi madre por haberse ido; ella no había regresado a Italia desde que nos mudamos aquí y sabía que eso lo hacía por mí... ¡Obviamente!

Estaba segura que ese sería un viaje excelente para ella.

Por otro lado, hoy tenía pensado sumergirme en la nada; procrastinando a mil.

En este instante escuchaba a los insuperables de Green Day. Esa era una excelente forma de iniciar el día. Aunque tendría que ir haciendo frente a mi estomago que gruñía desde lo más profundo.

Decidí levantarme e ir a preparar algo a la cocina, hoy me apetecía comer tortitas, pero eso significaba demasiado trabajo para mí, así que me incliné por un generoso plato de cereal de chocolate. Esto no se comparaba con las tortitas, pero llenaba mi estómago y esa era la única prioridad en este momento.

Recogí mi plato y me encaminé hacia mi recamara. Cuando iba subiendo las escaleras escuché el timbre y maldije.

—¿Quién rayos es?

No tenía ni la más mínima idea. Me giré y caminé hacia la puerta, desmonté el seguro y miré hacia el frente ¡Oh no!

Jen estaba en el umbral de mi puerta con su sonrisa inconfundible.

—¿Qué haces aquí? — gruñí y él elevo su sonrisa.

—Quería pedirte un favor—contestó

No imaginaba a qué favor se refería por lo que enarqué una ceja a modo de pregunta

A MIS ALAS ROTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora