Lady Whistledown.

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Trabajar en la imprenta de su padre nunca le pareció interesante hasta ese día, cuando sonó la campana, la misma que indicaba que un cliente había llegado.

Su padre estaba ocupado y tenía las manos puestas en la imprenta.

—Theo—dijo su padre—. Atiende.

El chico se limpió las manos en el delantal blanco que tenía puesto y salió al mostrador. Asomó la cabeza antes de salir, se dio cuenta que era una chica junto a su dama de compañía, ella se asomaba por la ventana.

Y Theo salió.

Su acompañante le indicó que alguien había llegado.

—Hola —saludo él.

Ella giró, su rostro adornado con una bella sonrisa, unos bellos ojos; Theo jamás había visto una chica de clase alta tan cerca de él.

Entonces inclinó la cabeza y preguntó:

—¿Puedo ayudarle en algo...señorita?

La chica sonrió.

—En realidad sí —respondió.

Theo consideró que el sonido de su voz era magnífico y la miró de reojo, esperando a que ella siguiera hablando.

—Lady Whistledown —dijo.

Theo abrió mucho los ojos.

—¿Es usted?

—No —respondió ella, arrugando ligeramente su nariz—. Pensé que usted sabría.

—No —dijo, frunciendo el ceño—. Nadie lo sabe.

—La reina descubrió que aquí se imprime su "revista de sociedad".

Theo palideció.

—¿Usted cómo lo sabe?

—Uno de sus sirvientes me lo dijo.

—¿Estamos en problemas? —preguntó Theo, preocupado.

—No lo sé —ella se encogía de hombros—. Por eso vine antes.

—No, señorita —respondió—. La información llega a manos de mi padre a través de un mensajero. No sabemos quién es o quién podría ser ella.

Eloise resopló.

Theo la miraba, había algo en ella que la hacía...no sé, diferente al resto.

—¿Podría hablar con el dueño? —preguntó la chica.

Theo miró hacia el interior del lugar, su padre estaba demasiado concentrado en su trabajo.

Volvió a mirar a la chica y antes de que pudiera responder que no, habló su dama de compañía:

—Ya vienen, señorita.

Theo se preocupó.

¿Quién venía?

—Señorita, nosotros no hemos hecho nada malo. Solo es trabajo —el chico alzaba un poco la voz.

—Lo sé —respondió ella. Sacó una hoja de papel y se la entregó—. Me tengo que ir, escríbeme. Necesitaré hablar con su padre.

Theo no abrió la hoja de papel, solo la miró, la introdujo en su bolsillo y alzó la vista.

—No pueden quitarnos esto —dijo.

—No sé qué sucederá, pero no creo que haya alguna consecuencia para ustedes. Tengo que irme —dijo ella y antes de cruzar la puerta, giró un segundo, lo miró a los ojos y dijo:—. Escríbeme.

Y salió.

Subió a su lujoso carruaje y desaparecieron de ahí.

Theo extendió la fina hoja de papel y leyó:


Eloise Bridgerton.

Avenida Grosvenor Square, 5


Cuando alzó la vista, un oficial real se encontraba frente a él.

(RDT) BRIDGERTON || ELOISE & PHILLIP || PHILOISE || CARTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora