Tres meses después

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Tres meses después, Phillip miraba por la ventana: 

La nieve y el frío habían secado la mayor parte de la flora del exterior; pero su invernadero estaba intacto así como algunos de sus rosales más resistentes.

Parecía un viejo, sentado en una silla mecedora con una manta sobre las piernas. Si bien, los niños casi nunca hacían ruido y parecía que los criados trataban de evitarlo a toda costa. Haciendo parecer que la casa estaba completamente abandonada, que de no ser por los jardines, cualquiera hubiera jurado que era una propiedad abandonada. Phillip había perdido todo rasgo de felicidad en su rostro desde hacía un tiempo. No sonreía, casi nunca lo hacía, más que cuando tuvo cerca a Eloise: eso fue solo por un corto tiempo.

Intentó cortejarla, por supuesto. Hacerlo de verdad, le hubiera encantado que ella se hubiera vuelto loca por él. Justo como él estaba loco por ella.

Y volvió al whisky, y volvió a las cortinas cerradas y a la lejanía de su propiedad.

La nieve, el frío y su soledad le hicieron recordarla ese día y fantasear sobre lo que hubiera sucedido si tan solo ella hubiera dicho que sí.

Pero no lo hizo.

Recordó no haberse esperado más que dos semanas, a que, tal vez ella hubiera cambiado de opinión, pero no fue así. Y regresó a su propiedad, sin esperar a que la temporada social terminara: dejó de asistir a los bailes, hasta que un día tomó sus cosas y subió al carruaje.

Lleno de ira, tal vez tristeza, tanta, que de camino a casa, no supo cómo terminó con una mujer a mitad de la noche en un lugar de paso, calentándole la cama. No podía más que sentir asco, tuvo que darle la espalda, porque no quería estar con ella de nuevo pero tampoco deseaba dormir solo.

Tenía miedo.

Tres meses tratando de olvidar el sonido de su voz, su olor, su presencia. Era imposible, hasta la silueta de las flores le recordaba a lo bien que portaba cada vestido que usaba, cada detalle, cada cabello.






****

Fue emocionante estar presente cuando la imprenta "Sharpe" abrió de nuevo.

Eloise Bridgerton daba pequeños saltitos cuando la puerta se abrió y los clientes comenzaron a llegar de nuevo. Eloise contribuyó, haciéndole creer a algunos amigos que la imprenta era la mejor opción para cualquier cosa, incluso, para enviar una carta con letra de molde, legible e impresa.

Lo más emocionante era que una semana después de que la imprenta reabriera, se encontraron solos, sin el padre de Theo.

Y se atrevió a besarla.

Theo y Eloise recordarían ese día por el resto de sus vidas. En el que ella, muerta de la curiosidad miró los labios del chico y recordó una vieja plática que había escuchado entre Daphne y su madre, en el que mencionaba que, los besos de Simon eran lo mejor del mundo.

Theo recordaría los labios de Eloise como algo mágico y torpe, porque ninguno sabía cómo hacerlo y sin embargo, fue mágico.

Theo habría sido el primero en probar los labios de Eloise y ella, aunque tenía necesidad de más y más... no podía. Porque lo recordaba de vez en cuando, que incluso cuando rozaba los labios de Theo, imaginaba que era él.

Phillip Crane.

Pero sentía que lo amaba, Eloise amaba a Theo. Le escribía cartas todos los días y de vez en cuando, él subía por la ventana y le daba las buenas noches.

Parecía un juego de niños, en el que se tomaban de la mano en secreto y lo besaba de vez en cuando, se imaginaba a ella, tocando su cuerpo, no solamente sus manos y su rostro.



Entonces un día, Theo entró a su habitación mientras los Bridgerton atendían visitas, la besó de nuevo, en su cama, le sostuvo las caderas fuertemente y comenzó a bajar.

Eloise nunca lo permitió.

Lo deseaba, sí. Pero no podía.

Y lo obligó a detenerse, como las veces anteriores. Se hizo a un lado y se acomodó el vestido:

—Alguien podría escuchar —dijo, tímidamente.

Theo sonrió, tomó su mano y la besó:

—¿Lo intentaremos algún día?

Eloise no respondió, decidió evadir la pregunta:

—¿Ya comiste?

—Ya —respondió él—, pero desearía algunas galletas de las que prepara tu cocinera.

—Claro —sonrió—. Iré por algunas, han preparado demasiadas para las visitas.

—Eloise —Theo la hizo detenerse, diciéndole—: Te amo.

Ella sonrió, inmediatamente salió para llegar a la sala, con dificultad para respirar.

¿Estaba emocionada?

¿Feliz?

¿Ella lo amaba también?

¿Tenía que responder?

Esas preguntas le llenaron la cabeza, hasta que se detuvo a tomar un respiro antes de entrar, alcanzando a escuchar parte de la conversación que su madre estaba teniendo con Portia Featherington:

—Pobre, no se le desea a nadie la vida tan dura que ha tenido.

—¿No sabes nada más? —preguntó la madre de Eloise.

—No, solo nos queda esperar a que las malas noticias lleguen hasta Londres. Supongo que los niños se irán a la calle. Nadie podría cuidarlos.

Después hubo un breve silencio hasta que Violet respondió:

—Pobre Sir Phillip.

Y suspiró.

Dejando a Eloise sin aire en los pulmones:

—Phillip.









(RDT) BRIDGERTON || ELOISE & PHILLIP || PHILOISE || CARTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora