Poder olvidarte.

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Estaba preocupado.

A Eloise parecía no importarle, pero él estaba seguro de que no podría mantenerlo así por siempre, en especial cuando faltaba tan poco para el matrimonio.



No quería levantarse de la cama, sin embargo, estaba emocionada. Su madre había invitado a Phillip.

¡Eloise! —era la voz de su madre desde algún lugar.

Ella no respondió, aún seguía recordando como Phillip... la tocó.

¡Eloise! —volvió a escuchar.

No respondió.

¿Por qué lo haría? Al menos contaba con treinta minutos para poder alistarse y bajar a tiempo, pero Phillip abrió la puerta de su habitación sin pedir permiso, encontrándose con una Eloise somnolienta.

Se sobresaltó.

—Eloise —saludó Phillip, con una ligera sonrisa en los labios y un ramo de flores.

—Phillip, pensé que llegarías... después.

Él sonrió.

Se acercó a la cama y sentándose en el borde, besó su frente.

—Me he encontrado a tu hermano Anthony y me ha dejado entrar a tu habitación.

—¿Anthony te dejó entrar? —preguntó incrédula, alzando una ceja.

—No hay manera de que pueda mancillar tu virtud, Eloise. —bromeó, recordando su situación actual—. Le he pedido a tu madre autorización para llevarte a Oxford. No dejan entrar a las mujeres, pero tendremos acceso a algunos libros.

—¿Es mi futuro esposo un rebelde?

—Llámalo cómo quieras, solo quiero que tengas algo de lo que siempre has querido.

—¿Libros?

Phillip negó con la cabeza.

—Educación —respondió, encogiéndose de hombros—. Algo de conocimiento.

—Pero tú estudiaste en Cambridge.

—Pero Oxford tiene mejores libros —sonrió.

¡Eloise! —se volvió a escuchar la voz de su madre.





*****

Después del almuerzo, Anthony insistió en que Phillip le ayudara con los arreglos de la dote de Eloise, que aunque todos sabían que no era necesario. Decidieron respetar la decisión del hermano mayor. Eloise había salido a tomar aire fresco.

Theo Sharpe decidió quedarse. 

Entre las sombras y camuflándose con la servidumbre para mantenerse cerca de Eloise, que siempre lo evitaba. Él no trató de enfrentarla, de no pedirle explicaciones, era más que evidente que había tomado una decisión.

Hasta esa tarde en la que caminaba sola por el jardín trasero, él la alcanzó.

—Oye —dijo, tratando de que ella se detuviera—. Eloise.

Se detuvo.

—Theo.

—¿Por qué?

Ella no respondió, quizás porque había muchos porqués qué responder.

(RDT) BRIDGERTON || ELOISE & PHILLIP || PHILOISE || CARTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora