Milady

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Se había secado las lágrimas, se levantó y arregló su vestido lo mejor que pudo. Alisó su cabello, respiró hondo y giró el picaporte.

Tenía los puños apretados y la mandíbula le dolía por no dejar de ejercer fuerza en todos los dientes. Con ánimos renovados, entró a la habitación de Phillip, y dos mujeres se encontraban acomodando las sábanas.

—Sir Phillip necesitará sábanas limpias —dijo Eloise, después de haber observado lo que hacían.

—Señorita...—comenzaba una de ellas— enseguida lo haremos.

Las sirvientas no parecían muy de acuerdo con las indicaciones de Eloise hasta que Phillip balbuceó de nuevo.

—Eloise...—salía de los labios de Phillip ligeramente abiertos.

Estaba segura que las sirvientas necesitaban ayuda para mover a Phillip, que aunque se había vuelto un saco de huesos, no dejaba de ser pesado.

Las sirvientas hacían una reverencia a Eloise antes de irse, cerrando la puerta y dejándolos solos. Se sentó a su lado y tocó su frente, las gotas de sudor le daban un ligero brillo a su frente.

Ella lo tocó, necesitaba saber si tenía fiebre.

No.

—Phillip —llamó—. Tienes que comer algo.

Él sonrió, ella estaba segura de que él soñaba, porque enseguida borró la sonrisa y una lágrima cayó de sus ojos.

Se levantó de la silla para sentarse en la cama donde él yacía, y volvió a tocar su frente.

La puerta se abrió, Gunning entraba con alguien más: un hombre con maletín. Estaba segura de que era un médico.

—El médico —dijo Gunning.

—Que bueno que se encuentre aquí, Milady —dijo el hombre, entrando sin pedir permiso.

«¿Milady?», pensó Eloise. Decidió no abrir la boca para corregirlo, lo dejó hacer su trabajo y observar cada movimiento.

—¿No tiene fiebre? —preguntó Eloise.

—No, solo un poco. Pero estará bien.

—¿Qué es lo que tiene?

—Una pena profunda, lady Crane —respondió el médico.

«¿Lady Crane?»

Eloise no estaba tan segura de querer aclarar el término con el médico.

—Lo mejor de todo es que usted ya está aquí —siguió diciendo—. Sin miedo a equivocarme, usted debe ser su Eloise a quien tanto llama.

Ella se había sonrojado, estaba segura.

—Algo así —respondió con torpeza.

Gunning sonrió.

Su Eloise.

El médico se levantó, su trabajo del día estaba hecho.

—No podemos hacer más por el señor Crane —dijo—. Por el momento, la mejor medicina que el pobre puede tener, es su compañía. Los empleados me han dicho que usted tuvo que ausentarse un tiempo.

Eloise miró de reojo a Gunning, este decidió evadir su mirada.

—Tuve que visitar a mi familia —mintió.

—Lo bueno es que ya está aquí, lady Crane. Vendré mañana, ¿tiene alguna pregunta?

Eloise en realidad tenía cientos de preguntas en su cabeza, pero se limitó en preguntar una sola cosa:

—¿Cómo hago que coma algo?

El médico sonrió.

—Cuando abra los ojos. Lo hace por periodos muy cortos de tiempo. Espero que cuando la vea, pueda mantenerlos abiertos.

Eloise sonrió.

El médico había terminado.






****

La habían llamado Lady Crane.

Supuso ridícula la forma en la que se formaba una sonrisa en sus labios al recordarlo. Se imaginó siendo la dueña de algo que ella pudiera modificar a su antojo, algo como...una casa, la suya. Giró para mirar a Phillip y sintió imposible la idea, tal vez la odie, tal vez no.

Se acercó y volvió a sentarse a su lado para examinar su rostro por un largo tiempo hasta que Gunning apareció de nuevo.

—¿Señorita?

—¿Sí?

El hombre entró, temeroso de cualquier cosa que Eloise pudiera decir.

—Debemos disculparnos con usted.

—¿Por qué?

—Por el atrevimiento del médico...al llamarla lady Crane.

—No te preocupes.

Gunning guardó silencio hasta que Eloise lo rompió:

—Me estaba cortejando.

—Señorita...no es necesario que...

—Si el tonto me hubiera buscado una última vez...—una lágrima cayó— Hubiera aceptado. Pero se fue.

—Mejorará —dijo Gunning después de un largo silencio.

—¿Me enseñas cómo afeitarlo? —dijo ella, inesperadamente sin dejar de mirar a Phillip—. Se ve horrible con esa barba tan larga, debemos quitarla.

—Claro, iré por lo necesario —respondió el mayordomo con una ligera sonrisa.





****

Una hoja de afeitar no era tan peligrosa. Pero había llegado el momento de la garganta y Phillip no dejaba de mover su "nuez de Adán".

—Tiene que hacerlo con cuidado, señorita.

—Lo sé, Gunning.

—De lo contrario le cortará la gargan...

—Deje de decir tonterías, Gunning —interrumpió.

Y después de haber terminado con un buen trabajo, a pesar de haber sido la primera vez, logró que el rostro de Phillip se viera completo de nuevo.

—Ahí estás —dijo ella, sonriendo.

Entonces Phillip abrió los ojos y sonrió al mirarla:

—Eloise —balbuceó

Su corazón se detuvo al escuchar su nombre y darse cuenta que la estaba mirando directamente a los ojos.

Pero los cerró de nuevo.

—Oye —se acercó—. Phillip.

—Creo que es hora del desayuno, señorita.

—¿Ahora? —Eloise aún confundida.

—Sí, milady. De lo contrario, volverá a quedarse dormido.

Ignorando el "Milady" una vez más, asintió, dejando que Gunning hiciera su trabajo.

(RDT) BRIDGERTON || ELOISE & PHILLIP || PHILOISE || CARTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora