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—Creo que algo malo sucedió a unas cuadras. —dijo Jeno, parado en medio de la vereda, logrando ver aun desde ahí el tumulto de personas que se había formado.

Jaemin se asomó a ver también, curioso por saber qué sucedía. Pues la última vez que había visto a tanta gente reunida había sido en el festival de caramelo, solo que esa vez el ambiente era alegre, ahora era pesado.

—¿Qué ha sucedido? —preguntó el rubio.

—Se atacaron dos personas, creo que una está herida.

—¿Es en serio?

Jeno asintió: —¿No que esas cosas no sucedían en Omelas?

—Eso no sucedía, no sé por qué está pasando esto. —exclamó preocupado, y no pudo evitar abrazar a su novio, siendo correspondido.— Tengo miedo.

—Deben ser terroristas. —dijo lo primero que se le ocurrió.

Renjun ahogó una risa mientras los escuchaba hablar. Era tan gracioso cuando decían algo estúpido o ingenuamente ignorante. Estaba mal no corregirlos, pero quería seguir disfrutando de aquello, pues sin internet ni nada allí, se sentía aburrido.

—Solo no salgamos de casa y estaremos bien. —dijo Mark, pero los menores seguían metidos en su mundo.

—Es raro, ¿no? —preguntó Renjun, por lo bajo.

—Si, quien sabe porque pasa eso.

—Debo irme ya. —habló el padre de Jaemin, mientras salía de la casa bastante apurado. Nunca lo había visto así.— Iré a la municipalidad. Creo que todo es culpa del Maldito.

Renjun y Jaemin cruzaron miradas. ¿De qué hablaba? No sabían con exactitud, pero ambos habían pensado en lo mismo.

—¿Un maldito? —preguntó Mark, pero el hombre ya se había ido, sin responder.

—Jaemin, ¿sabes de qué habla tu padre? —preguntó Renjun, llamando la atención del rubio.

—Habla de el chico maldito. —dijo Jaemin, dejando de darse cariñitos con Jeno.— Aun no lo han visto porque no llegó todavía la semana de apreciación, pero básicamente él sufre por todos nosotros y cada cierto tiempo podemos ir a verlo para agradecer lo felices que somos. —sonrió todo amoroso, como si lo que contaba no fuera lo suficientemente perturbador.

—Eso es... un poco loco.

Jaemin se encogió de hombros. Realmente no le importaba: —Es lo único que se. —y volvió a darle más atención a Jeno.

—Pobre chico. —susurró Mark, recordando las pésimas condiciones en las que tenia que vivir Hae.

—Debe ser del que me hablaste. —dijo Renjun, entrando a la casa seguido de su compañero. Dejó su vaso de jugo medio vacío sobre la mesa.— Esta misma noche debes sacarlo de allí, y nos vamos.

—No me tiene tanto miedo ya, anoche lo bañe y todo. —negó.— Pobrecito, vive en medio de toda esa suciedad. Es sorprendente que siga vivo.

—Evidentemente no quieren que muera. Parece un extraño ritual de equilibrio vital o alguna mierda así. Me lo estoy inventando.

—No termino de entender como ese pobre chico puede mantener la estabilidad de todo esto... ¿Te das cuenta de lo loco que es?

—¿Te has dado cuenta también de que nadie entra ni nadie sale de aquí? Ademas no había otro destino en ese tren y las montañas a lo lejos dan mucha curiosidad, digo... es como si esto fuera lo único que hay.

Mark asintió, con la mirada perdida en algún punto del suelo: —Todo esto es un misterio, pero nos quedaremos a investigar. Vamos a sacar a ese chico y al par de calenturientos de aquí. —pues no olvidaba que extrañamente Renjun ya conocía a Jaemin de antes.

—Creo que me preparare varios cafés. —dijo, para luego caminar a la cocina. Ya veía que tendría que estar despierto toda la noche.

Mark asintió y lo dejó ir. Pensaba en como sacaría a Hae de ahí y llegaría a pie a la estación sin que nadie se diera cuenta, pues ese tren era la única ruta hasta el lugar por donde había llegado.

El resto del día había transcurrido sin accidentes. 

Escape de Omelas - MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora