07

192 37 7
                                    

Los días en Omelas habían pasado relativamente cortos para Mark con tanta actividad y gente nueva que había entrado en su vida. Casi no recordaba de dónde venía, ni usaba prendas negras, e incluso varias chicas lo habían invitado a salir. Parecía otro, estaba más perdido que nunca. Como si estuviera drogado, un mambo de felicidad infinita en donde todo era lindo y precioso. No había preocupación por cosas ilegales, ni cuentas que pagar, todo iba en ruedas por su propia cuenta. Dudaba querer irse de ahí, pero sobre todo, ¿Ir a donde?               

Se encontraba muy ocupado en oler las deliciosas rosas que vendía la señora de la plaza. Eran bellísimas y hacía unos días quería decorar la ventana de lo que era su nuevo cuarto. Tan concentrado que ni siquiera escuchó que lo llamaban, ni siquiera sintió cuando se acercaron a él.               

—¡Mark! —le gritó un hombre casi de su edad, zamarreándolo de la camisa.               

Sorprendido, Mark volteo a verlo. ¿Lo conocía de algún lado? ¿Quién se creía tratándolo de esa manera? Lo apartó de un empujón, pasando sus manos por su ahora arrugada camisa hawaiana.    
          
—¡Oye! ¿Qué te pasa? —exclamó Mark, dejando anonadado el joven frente a él.               

—Soy yo, Renjun. ¿Qué te sucede?               

—¿Renjun? —hizo una mueca, realmente intentando recordar si lo conocía de algún lado.      
        
—¿No me recuerdas?               

Mark negó, dudoso. Algo en él se le hacía familiar, más no tenía recuerdo alguno con él:

—Creo que te confundiste.               

—Soy tu compañero, somos policías. —dijo Renjun, comenzando a desesperarse. Analizó de pies a cabeza a su amigo, notando aquel extraño look que llevaba. Estaba seguro de que no le gustaba usar tanto color.— ¿Qué haces con esa ropa? ¿Dónde están tus armas o tu uniforme? ¿Dónde está el niño?            

—Esta es mi ropa. —se encogió de hombros, no le importaba.— Ah, cierto... Renjun, ¿Qué estás haciendo aquí?             

—¿Cómo que hago? Vine a buscarte, desapareciste en ese ascensor sin dejar rastro alguno. Creí que iba a volverme loco, pero pase el juego y estoy aquí frente a ti... en este raro lugar. —observó todo a su alrededor, casi con miedo aunque la gente que pasara lo saludara como si lo conocieran de toda la vida.         

—¿Yo desaparecí? —preguntó Mark.             

—¿Qué te hicieron? —suspiró, masajeando sus sienes. Parecía drogado, en las nubes. Era otro.       
     
—No me han hecho nada. —largó una risita.— Todos han sido muy amables conmigo.             

—¿Por qué no me recuerdas del todo? ¿Por qué no tienes tus armas? —tiró su cabello hacía atrás.— Bueno, ya está, no importa. Nos vamos. —le dio un empujoncito para que caminara, pero Mark no lo hizo.             

—Aquí no hay armas...  —volvió a quitarlo.— Y quiero quedarme. Es un bello lugar, deberías conocer más.            

Renjun vio a la gente que pasaba. No podía hacer entrar en razón a Mark con todos viendo, aunque algunos parecían sorprenderse con su uniforme y sus armas. ¿Qué les pasaba?             

Tomó a Mark del brazo y lo llevó a un lugar solitario en donde no los pudieran molestar ni escuchar. No le importaba si le habían lavado el cerebro o algo así, su misión era llevar de regreso a Mark y Jeno, y eso iba a hacer, costara lo que costara.             

Escape de Omelas - MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora