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El sol brillaba en lo alto del firmamento, pero lejos estaba de ser un buen día. Los disturbios habían sido los protagonistas de la madrugada. La gente se robaba cosas, se atacaba por problemas insignificantes e incluso ya habían algunos muertos.

Mark observó como el empapelado rosa viejo de las paredes se desprendía poco a poco, y caía adornando el suelo. Opaco, seco, como hojas de otoño. Todo estaba yendo mal para los habitantes de Omelas, todo por el simple hecho de darle un buen trato a Haechan.

Aún se le hacía increíble.

—¿Crees que sea bueno avanzar así? —preguntó Renjun, viendo por la ventana como un vecino de enfrente intentaba arreglar su jardín destrozado.

Mark negó: —Pero tampoco podemos quedarnos aquí. Se escucha que está demasiado feo allá afuera, así que debemos ser lo más cuidadosos posibles. —quitó la vista de la ventana para encontrar la expresión seria de su compañero.— Creo que ahora vamos a quedarnos aquí, pero hay que estar preparados.

—Busquemos lo que sea que pueda servirnos y vayámonos. Debemos llegar a esa estación. —bufo por lo que les iba a costar llegar.— No recordaba que estuviera tan lejos.

—Y no solo eso. Ese maldito gato con la luna en la frente está aquí. Me da mala espina, ¿Cómo nos encontró?

—¿Y cómo entró? Cerramos muy bien todo.

—Ya se, ¿No es eso demasiado sospechoso y escalofriante? En la madrugada escuché ruidos y al instante estaba el maldito en la cama, justo en mis pies.

—Es la única mascota que recuerdo haber visto... pero bueno, no tenemos tiempo para eso- Mejor hay que prepararnos e irnos en cuanto podamos.

Renjun asintió y se apuró en subir, a ver si al menos se daba una ducha antes. Odiaba estar sucio. Por su parte, Mark también subió, pero para despertar a los menores. Era hora de que desayunaran, debía mantenerlos fuertes para seguir con éxito el camino.

Mark abrió la puerta del cuarto en donde estaban Jeno y Jaemin, encontrándose a los mocosos abrazados, compartiendo la misma cama. Ahogó una risa al notar que andaban semi desnudos. Eran unos cochinos.

—Levántense ya, hormonales. —exclamó, logrando que Jaemin se moviera un poco, dormido. Tomó la ropa que estaba regada por el piso y se las tiró, llegando a la cara de Mark.— Ya despierten.

—No... —se quejó Jaemin y se cubrió rápido con las sábanas cuando recordó la condición en la que estaba.— ¡Sal de aquí!

—¡Adiós! —chilló Jeno, lanzándole su almohada al oficial.

Mark solo largó una carcajada y se fue rápido de allí, no queriendo ser testigo de nada que pudiera dañar su salud mental. Caminó hacía donde había dormido con Hae y abrió lentamente la puerta. Allí estaba él, con su cabello desordenado y refregándose los ojos. Se veía tan tierno.

—Ah, ya despertaste. —dijo Mark, viendo como Haechan alzaba sus brazos para que lo cargara.— Debería de adoptarte y ser tu papá. —se acercó a un lado de la cama y lo alzó entre sus brazos como recién casados.

—¿Papá? —preguntó Hae, confundido.

—Olvídalo. —largó una risita.— Yo soy tu amigo que te cuida.

—Amigos...

—¿No te gusta que seamos amigos? —se sentó, dejando a Hae en su regazo. Él se veía pensativo y parecía perdido con tanta información nueva de golpe, pero aun así asintió.— Vamos a irnos de aquí ahora así que es hora de irse a preparar

—¿Hae puede tener un beso?

Mark acortó la distancia y dejó un beso en su frente, logrando que el corazón de Haechan se acelerara por tal gesto. Por un momento creyó que lo haría en otro lado.

Escape de Omelas - MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora