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La casa se encontraba en silencio total. Renjun dormía tan plácidamente que Mark dudaba en si debía despertarlo o no, pero optó por dejarlo tranquilo. Seguro estaba agotado con todo lo sucedido en el día. Debía descansar.

Ya listo, bajó con sigilo las escaleras y guardó en una pequeña mochila un poco de comida y agua por las dudas, también su arma y su linterna. No sabía que podía encontrarse ahí dentro, debía cubrir las cosas básicas.

Poco más y corrió hasta la municipalidad en cuanto salió. No quería ser visto llegando, ni entrando, ni nada que lo comprometiera. Aunque era muy fácil mentir, prefería evitarse todo tipo de sospechas.

Al llegar, no se le hizo raro no encontrar guardias, ni puertas aseguradas, ni nada que le impidiera entrar como pancho por su casa. Avanzó con cuidado por los pasillos, fijándose que no hubiera nadie y se dirigió hasta la puerta que tanto había llamado su atención.

De su bolsillo sacó las llaves y dudó por un instante si entrar o no, pero ya estaba ahí, al fin sabría que tanto ocultaban. Aunque eso si, si no era nada de otro mundo, se sentiría como un idiota, pero un idiota sin dudas.

Metió la llave correcta y abrió lentamente, siendo las escaleras lo primero que vio. Un horrible hedor a mugre y mierda inundó sus fosas nasales con tan solo estar ahí parado, por lo que tuvo que tapar su nariz. No esperaba eso.

Tocó varias veces la tecla de la luz, pero nada sucedió, por lo que no le quedó de otra que alumbrar con la linterna, viendo como las escaleras bajaban en L hasta el piso. Metió la nariz en su remera bajo su camisa, estando seguro de que definitivamente era olor a basura, y quizá un poco a podrido.

Bajó con cuidado las escaleras, alumbrando el suelo, afirmando que si era basura y mierda lo que olía, pero aun no odia desechar la posibilidad de encontrar algún cadáver.

Miró hacia atrás, fijándose que hubiera quedado un poco abierta la puerta y siguió bajando hasta llegar al suelo. Estaba oscuro y hacía algo de frío, ni hablar del olor asqueroso.

Movió la luz para lograr divisar algo más que mugre, encontrando algo que definitivamente no se esperaba: En una esquina, un chico temeroso y sucio temblaba del miedo con su sola presencia. La respiración de Mark se atoró del asombro, y de repente el olor ya no parecía ser un problema. Pasó saliva con su corazón empezando a latir fuertemente. No podía creer lo que estaba viendo.

El chico cubrió con sus brazos su cara, poco acostumbrado a la luz, la linterna le pegaba de lleno.

—Oye... no voy a hacerte nada. —logró hablar Mark, luego de un largo silencio en el que no sabía muy bien qué hacer. Él no respondió, solo se arrinconó todo lo que pudo en aquel rincón, como si no quisiera que se le acercara.— No puedo creer lo que te están haciendo... —alumbró a su alrededor, viendo los desechos de comida podrida y materia fecal. También el techo, notando que no había lamparita.— No voy a lastimarte, traigo comida ¿no quieres? —intentó que su voz no temblara, sonar calmado. No quería asustarlo.

El chico vio como Mark bajaba la mochila de su hombro y sacaba un pedazo de pan horneado en el día. Creía que era otra basura de las que les daban, por lo que no se encontraba interesado en comerlo.

Mark se acercó un poco más, atento a cada movimiento de aquella persona que tanta pena e impotencia le estaba dando. Se aguantó el olor asqueroso del lugar y estiró la mano hasta él, para que tomara el pan.

—Toma... puedes comerlo. —dijo Mark, pero él negó.— Cómelo, seguro tienes hambre.

Mientras él se decidía si tomar o no lo que le ofrecía, Mark se fijó en que el chico estaba desnudo. Su pelo largo enredado y sucio caía por sobre su cara y hombros. No se encontraba en los huesos, pero si estaba flaco. No sabia de que color era su piel exactamente a causa de la suciedad. Quizás no tenía más de 18 años.

Escape de Omelas - MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora