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Renjun y Mark recorrieron casi corriendo la casa, cerrando puertas y asegurando ventanas, buscando que no hubiera nadie dentro salvo ellos.        

Luego de pasar a buscar a Jeno y Jaemin, escaparon tan rápido como pudieron de allí, encontrando en el camino una casa que habían dejado sola, con la puerta abierta. No podían arriesgarse a viajar a esas horas, pues la ciudad comenzaba a verse extraña, como si la vegetación muriera poco a poco, similar al otoño. Los colores perdían su fuerza, y comenzaba a nublarse el cielo. El sonido del caos inundaba poco a poco las calles de Omelas, y todo por el simple hecho de que Haechan se sentía protegido en brazos de Mark.

Jeno veía lo que hacían, sintiéndose como en una película ante aquella situación. Los veía trabar puertas y cerrar cortinas, buscar algo que sirviera de armas, comida. Era como un escenario apocalíptico.               

—¿Puedo tener una? —preguntó Jeno, viendo como sacaban las cuchillas del cajón.       

—Estás loco, niño. Tú solo haz lo que nosotros te digamos y vas a estar bien. —dijo Mark, y caminó hacía Haechan una vez todo estuvo listo.— ¿Te sientes bien? Ven, vamos a darte un baño para que estés bonito y oliendo rico. —volvió a tomarlo entre sus brazos, subiendo las escaleras.

—¿Baño? —preguntó Hae.

—Si, baño. Te vas a ver mejor y vas a oler muy rico.    

Renjun se quedó buscando en la cocina que podían comer, algo decente, mientras se mantenía atento a cualquier cosa. El padre de Jaemin los había visto con Haechan en cuanto sacaron a los pequeños de esa casa. Obviamente los había reconocido al instante, por lo que no le gustó nada saberlo. Seguramente andaban buscándolos, y eso era peligroso.    

—No se que clase de lugar es de donde vienes, pero quiero estar contigo. —dijo Jaemin. Parecía que poco le importaba dejar su casa y a su dizque padre.        

—Vivirás conmigo. —dijo Jeno.— Terminaré el colegio y compraremos una casa rodante. —Renjun ahogó una risa. 

Mientras tanto, Haechan miraba asombrado lo que era un baño. Muchas cosas -por no decir todo- ahí llamaban su atención, sobre todo el espejo en donde podía verse. No sabía cómo lucía, nunca se le hubiera imaginado que podría averiguar cosas como tal.   

Mark cerró la tapa del inodoro y dejó allí sentado a Haechan, mientras preparaba la bañera con agua tibia. También sacó unas tijeras de los cajones luego de revolver todo. No pensaba dejarlo con ese cabello largo y greñudo. Iba a arreglarlo lo mejor que pudiera.

—Voy a cortarte esa melena que traes, así que no te muevas. —dijo Mark, viendo como Haechan desenrollaba el papel higiénico y hasta ya estaba por llevárselo a la boca.— No, no, eso no se come. —se lo quitó.— Eso debes usar cada vez que cagues. Eso se usa aquí. —se señaló el culo.— Debes preguntarme primero si se puede comer antes de llevarlo a la boca, ¿entiendes?    

Haechan no dijo nada y solo obedeció con quedarse quieto cuando Mark comenzó a cortar su cabello. Mechones enredados y sucios caían al suelo con el pasar de los minutos en donde el mayor hizo lo mejor que pudo. Necesitaba bañarlo para ver mejor como le quedaba.    

—Ahora si, vamos a sacarte esa mugre de una vez. —dijo Mark, ayudándolo a quitarse la ropa.— Esta vez voy a bañarte yo, pero debes aprender a hacerlo tú solo.

Lo ayudó a ingresar a la bañera, haciéndolo sentarse.  lo lavó mientras Haechan andaba distraído jugando con una esponja amarilla en forma de patito. El agua salía negra de la mugre que llevaba encima, por lo que había tenido que cambiarla varias veces hasta asegurarse de que no quedara tan sucia. Estaba sorprendido. En cambio el menor se veía muy relajado, pues realmente confiaba en Mark aunque no entendiera del todo que pasaba.

Escape de Omelas - MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora