capítulo tres.

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Así como todos los días, Chan caminaba tranquilamente por los pasillo del colegio yendo directamente hacia su casillero, el lugar donde guardaba toda la basura que le hacían hacer en el instituto

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Así como todos los días, Chan caminaba tranquilamente por los pasillo del colegio yendo directamente hacia su casillero, el lugar donde guardaba toda la basura que le hacían hacer en el instituto.

Y es que para él, el instituto no le traería nada productivo. ¿Para qué le servirían las matemáticas si el no pensaba usar números a lo largo de su vida? ¿Para qué le serviría la historia si lo que contaba era el presente? Una mierda, según el.

Tenía ese tipo de mentalidad, era de esos chicos que odiaba el instituto, que odiaba levantarse temprano y que odiaba tener que aguantar a personas pesadas que se ponían en su camino.

Como Lee Felix.

Apenas con dos meses de asistir a las clases de su nuevo instituto, éste chico verdaderamente no lo había dejado de joder.

Cada cosa que él hacía, enfurecía a Felix.

"Debe hacerle falta una buena polla para que se tranquilice" murmuró Chan perdido en sus pensamientos.

"Aunque con ese genio que se manda, nadie querría tenerlo consigo por más de dos minutos" volvía a pensar Chan.

El pelinegro rió y siguió su camino, sacándose de la mente a la pulga enojona.

Una vez frente a su casillero, comenzó a tirar sus cosas dentro y en eso siente unas manos tocarle suavemente el hombro, como llamándolo. Se giró abruptamente por el contacto físico no deseado y se encontró con una chica, alta y de cabello negro.

-¿Qué?- le preguntó Chan, olvidando los modales que su madre alguna vez le había enseñado.

Las mejillas de la chica enrojecieron, y a Chan le dió diabetes de la mala.

-Oppa, me preguntaba si querías ir conmigo luego de clases al cine. Veo que aún no te has integrado y me gustaría ser tu amiga. - habló educadamente la chica.

Ugh, Bang odiaba que lo llamasen oppa.

Chan se la quedó mirando por unos segundos largos, de arriba hacia abajo, poniendo nerviosa a la pobre muchacha.

-No me interesa tener amigos aquí realmente y si salgo al cine contigo, mi novia creerá otras cosas. ¿Comprendes?- preguntó Chan calmado.

No tenía novia y si la tenía no le importaría salir con la chica, era guapa. Pero no tenía ganas simplemente.

-Oh... - la chica agachó la cabeza avergonzada y asintió. Se despidió con la vergüenza aún intacta y se perdió de la vista del pelinegro.

Éste negó con la cabeza al ver a la niña tan avergonzada y volvió a lo suyo, no le sorprendió para nada ver a su lado a lo que parecía ser su enemigo, mirándole con una sonrisa que pretendía ser inocente.

-¿Ya andas rompiendo corazones?

-Sí, y culos también.

La sonrisa del pelinegro se expandió al ver al más bajo mirarle mal. Se enojaba tan fácilmente y quizás era eso lo único que tenían en común.

-¿No puedes tratar de hablar sin decir groserías al menos una vez?- espetó Felix.

-Jodidamente no.

-Claro, las personas como tú no saben lo que es tener educación.

-¿A qué te refieres con personas como yo?- preguntó Chan molesto, sintiéndose repentinamente discriminado.

Felix soltó una risa malvada y miró a Chan de pies a cabeza, poniendo cara de asqueado.

-Tan solo mírate Chan, eres una vergüenza. Tan impresentable, tan... agh. Tu sola presencia hace que me den náuseas

Decir que el ego de Chan estaba siendo pisoteado era poco, la mirada que el pelirubio le dirigía le decía que estaba hablando completamente en serio.

Chan no tenía paciencia. Chan sentía la necesidad de estampar su puño con la cara aniñada del enano, pero no lo hizo.

Simplemente se limitó a reír.

-Se nota que te gusto, eres tan obvio. - le contestó.

-¿Pe-pero tú qué cosas dices?- empezó Felix. Al principio su risa fue corta, con el paso de los segundos se extendió y al minuto ya estaba atrayendo la mirada de todos lo que pasaban.

Su risa se podría escuchar a tres metros de distancia pero no le importaba, lo que le había dicho Chan había sido muy gracioso.

-Eres insoportable. - susurró Chan, antes de chocar su hombro con el de Felix y casi tirarlo al piso. Caminó sin hacer caso a la risa desquiciada del más bajo y fue a su aula.

"Ojalá le parta el culo un negro y se le quede atorado en el estómago" fue lo que pensó una vez sentado en su sitio.

Mientras tanto el pelirubio no hacía más que secarse las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos de tanta risa.

-Cree que puede llegar a gustarme, qué tontería.

-Cree que puede llegar a gustarme, qué tontería

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Holii, espero que les guste ♡.

paciencia › chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora