capítulo quince.

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—Chan, po-por favor, para

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—Chan, po-por favor, para...

Rogaba Felix al sentir la nariz de Chan pasearse por su cuello con lentitud, bajando hacia su pecho.

—No quiero.

¿Qué le pasaba a aquel Chan? Porque él sólo recordaba al que lo ignoraba y lo trataba mal.

El pelinegro subió lentamente con pequeños besos hacia el rostro del bonito rubio que tenía debajo. Le miró los labios entreabiertos y le parecieron de lo más atractivos. Maldición, ese chico estaba ardiendo y el aún ni siquiera había comenzado.

Felix era muy sensible, y eso le agradaba.

Quería hacer las cosas calmadamente pero Felix se le adelantó, estirando sus cabellos con fuerza y uniendo sus labios con precisión. Se dejó hacer, envolvió sus brazos alrededor de aquella frágil cintura y se dejó caer hasta quedar a un costado.

Ambos estaban perdidos en aquel delicioso beso, ambos estaban siendo conscientes de lo bien que complementaban sus bocas. Felix cogió con sus dos manos la cabeza de Chan mientras comenzaba a restregarse contra su cuerpo.

El pelinegro no perdió tiempo y bajó los pantalones del rubio de una sola vez, luego la ropa interior.

¿Romanticismo? Ni un poco.

Ahora Felix se encargaba de abrir sus piernas para que Chan se metiera en ellas, estaban siendo solo bestias tratando de calmar la calentura de sus cuerpos.

—Chan, por favor. — rogó el rubio, sacándose la camiseta para poder masajear sus pezones. El pelinegro lo miraba atentamente.

—¿Qué quieres? ¿Qué los chupe?

Felix gimió de solo pensarlo. Asintió, rogándole con la mirada.

No lo dudó y tomó uno de los pezones rosados del chico y lo lamió suavemente, para luego succionar lentamente. Felix lo miraba atento, esa cabellera negra perdiéndose entre sus pequeños pezones le causaba más morbo del que había podido imaginar.

Llevó una de sus manos a la de Chan para tomarla y dirigirla directamente a su entrepierna. Creyó que el chico que estaba sobre él se dedicaría a sacar la mano, asqueado, pero sólo se dedicó a empezar a hacerle un experto trabajo manual.

—Mmm, estás muy excitado, bebé.

Felix solo asintió y cerró los ojos, disfrutando del placer de esa maravillosa masturbación. Los besos en su cuello aumentaron, unas manos en sus nalgas comenzaron a escabullirse de un lado a otro y a él le faltaba muy poco para terminar.

—Ponte de costado. — le ordenó Chan.

No tuvo ganas de replicar y lo hizo sin más. Pude ver a Chan bajarse los pantalones hasta las rodillas, y también aquellos bóxers oscuros. Dios, el pelinegro tenía un maldito pene muy grueso y largo. Estiró el culo inconscientemente y Chan rió cariñoso contra su espalda.

—Vamos a hacer estoy muy rápido porque estoy caliente y no quiero perder tiempo en prepararte, ¿estás bien con eso?

—Sí, sí, has lo que sea.

Chan le acarició la cintura mientras escabulle su miembro por los muslos cerrados de Felix, peligrosamente cerca de su entrada. El rubio gimió y apretó las piernas, queriendo proporcionarle un poco más de placer.

—Ajá, de eso hablo. — murmuró Chan con la voz ronca. Llevó una de sus manos al pene de Felix para comenzar a bombardearlo al ritmo de sus embestidas.

—Sí, Chan... — gritó Felix, encantado. Movió sus caderas y se pegó completamente al cuerpo del pelinegro. Sintió unos mordiscos en el lóbulo de su oreja y la mano de Chan se impregnó de su semen, sintió que se derretía por segundos.

Bien, eso había sido demasiado rápido. No era su culpa, en su defensa, jamás le habían tocado de esa manera.

Entonces se puso boca abajo sólo para volver aún más loco al pobre Chan, quién no tardó en embestir sus muslos, haciendo chocar sus testículos contra aquellas nalgas. El pelinegro estaba sumamente perdido en ver el culo de Felix rebotar con sus penetraciones. Acarició y besó la atractiva espalda del contrario, sintiendo que terminaría muy pronto.

No lo aguantó y sin pensarlo demasiado llevó la palma de su mano hacia las nalgas del rubio, nalgueándolo, tocándolo suavemente, apretándolo... y cuando separó las nalgas para ver lo que había en su interior, se sujetó la polla y se vino en grandes cantidades sobre la pequeña entrada rosa de Lee.

Eso había sido demasiado intenso para ser un simple calentón.

Se dejó caer a un lado y observó en silencio la forma en la que Felix se ponía de pie, sin ninguna pizca de pudor. Todo dentro suyo volvió a despertar. Felix cogió sus ropas con lentitud, sonriéndole de forma inocente.

—Buenas noches, Chan. — se agachó para tomar el labio del contrario y morderlo con suavidad, para luego alejarse, moviendo exquisitamente aquel culo.

El pelinegro quedó encantado.

—Qué buenas noches das... — susurró para sí mismo una vez que la luz fue apagada.

 — susurró para sí mismo una vez que la luz fue apagada

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¡gracias por leer! 🌾.

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