capítulo veinticuatro.

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El día comienza bien, Felix pudo dormir plenamente la noche anterior y cuando se vio al espejo se veía espléndido

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El día comienza bien, Felix pudo dormir plenamente la noche anterior y cuando se vio al espejo se veía espléndido. Por alguna razón se sentía más libre, más atrevido y sin vergüenza alguna. En el instituto nadie lo había visto tan alegre.

Por eso mismo salió al receso, buscó a Chan con la mirada y no le sorprendió en nada al darse cuenta de que éste lo estaba mirando. El pelinegro estaba con su grupo de amigos, haciendo nada importante, así que luego de lanzarle una sonrisa y un gesto para que lo acompañara, fue directo hacia el baño de hombres. Le gustó que Chan lo siguiera como un perrito faldero, a veces su lado malvado salía a flote y esta era una de las ocasiones.

Contempló su imagen en el espejo, viendo a través de éste como Bang entraba y cerraba la puerta tras el. Lo siguió con la mirada hasta que estuvo detrás suyo, apresándolo por la cintura. Éste se inclinó un poco para besarle en la mejilla, peligrosamente cerca de la comisura de sus labios.

—¿Me extrañaste?— le preguntó el pelinegro, viéndolo desde el cristal.

—Para nada.

—Que bueno, porque yo tampoco.

Felix rió con ganas, echando la cabeza hacia atrás y chocando con el fornido cuerpo de Bang. Se dió la vuelta y empujó el cuerpo del más alto, guiándolo hacia uno de los cubículos. No quería arriesgarse a que alguien entrara el baño y los encontrara así de pegados. Le echó pestillo y no tardó en lanzarse que devorar los labios ajenos, siendo correspondido al instante.

A Felix le encantaban los besos de Chan. Le encantaba como éste le apretaba contra su cuerpo con firmeza, como le acariciaba el cuerpo una y otra vez sin detenerse. Pero él también quería disfrutar del maravilloso cuerpo que se cargaba el chico, por lo que comenzó a desprender lentamente los botones de la camisa de éste.

Chan se alejó un poco para permitirle más comodidad, recargando su espalda sobre las baldosas frías y abriendo sus piernas para colocar a Felix en medio de ellas. Le gustaba que el rubio estuviese juguetón, quería comérselo entero allí mismo al ver cómo éste se le quedaba mirando sin algún tipo de pudor, le gustaba que le mirase con deseo, su ego crecía aún más si eso era posible.

Por su lado, Felix estaba embobado. Terminó de quitarle el nudo a la corbata roja y la camisa se abrió, dejando a la vista un preciso torso con abdominales bien marcados, un pecho amplio en donde le volvería loco recargar sus manos. Sus dedos recorrieron toda la piel que tenía en frente, dejando besos castos en los labios de Chan, bajando hacia su cuello, chupando sin fuerza aquella piel blanca.

—Me estás provocando, pequeño. Detente si no quieres que te folle en este baño y ahora mismo. — murmuró Chan con la voz ronca y jadeante.

Felix alzó la vista y le miró divertido.

—Tranquilo Bang, sólo estoy inspeccionando un poco...

Y con esos sus dedos llegaron al borde del pantalón del pelinegro, bajando sus manitas y teniendo un contacto directo con la gran polla de Chan sobre la tela, lo aprieta un poco y disfruta del gemido que lanza el más alto mientras echa su cabeza hacia atrás en una clara demostración de placer. Ve como se muerde los labios y sus ojos vuelven a encontrarse, están demasiados metidos el uno en el otro.

—No toques ahí, Felix...

—¿Por qué no?— pregunta, formando un puchero.

Las manos de Bang viajan a sus glúteos, metiendo sus manos allí y apretando un poco de su carne. Cuando va a contestar, oyen como la puerta del baño se abre y unas voces se hacen presentes en el lugar. Chan se sienta rápidamente sobre el retrete y obliga el rubio a sentarse sobre sus piernas. El más bajo se aferra como un koala a él para evitar caerse.

Felix maldice al reconocer la voz de Ren acompañado de uno de sus molestos amigos.

—¿Te ha hablado Chan?— le preguntaba el desconocido a Ren.

El pelinegro rodó los ojos y suspiró, le era incómodo que dos de sus conquistas anteriores estuviesen a punto de sacarle el cuero cuando él estaba con Felix.

—No, me ha estado evitando.... claramente no sabe lo que se pierde.

—¡Hablando de Chan! ¿Sabías que compartió cabaña con Felix? El presidente del centro...

—Sé quién es, no me lo recuerdes. Aún tengo algo en deuda con ese enano mequetrefe por haberme hecho eso en la clase de educación física.

Felix se tapó la boca para evitar reírse y Bang le miró divertido.

—Pues según me contaron el cerdito anda colado por Chan...

La sonrisa que traía el rubio en su cara empezó a deformarse. Ya no le parecía nada divertido que esos dos estén hablando tonterías a sus espaldas.

—No me sorprende, Chan es un Adonis. Pero tranquilo, el jamás se fijaría en alguien como Felix. Por lo que tengo entendido, no lo soporta. Pero deja que el enano se haga ilusiones, estaré feliz cuando vea la realidad y se estampe contra una pared.

Felix estaba enojadísimo, listo para ir a enseñarle a esa perra que con él no debía meterse. Si no fuese por el pelinegro que lo tenía bien sujetado, ya estaría saliendo deo cubículo.

—No le hagas caso... — susurro Chan en su oído. — No le sigas el juego.

Las dos arpías entre risas se retiran del baño y dejan a Felix con un sabor en la boca. Le había pisoteado todo el aura de felicidad que traía consigo. Miró a Chan y se levantó de su cuerpo con la cabeza gacha. Ahora estaba arrepentido de haber hecho eso, tentar al pelinegro para que esté allí a su lado, le habían dado en donde más le dolía y su seguridad se había ido a la mierda.

—Creo que debo volver a clases...

Chan niega y lo sujeta fuerte contra su cuerpo, no quería que el momento se rompiera y se volviera tenso e incómodo. Da besos en las tiendas mejillas del más bajo, yendo de a poco a sus labios. Pero el rubio niega y lo rechaza.

Entonces decide hablar.

—No dejes que lo que hayan dicho esos dos te afecte, demonios, eres hermoso y caliente. Sí, quizá no me haya dando cuenta de eso en un principio, pero vamos, fue tu culpa. Tú comenzaste a ser insoportable conmigo, en lo que menos me iba a fijar era en ti si me tratabas como una basura. Pero no soy tan tonto, si estoy aquí contigo es porque me doy cuenta de lo... precioso que eres. Si me das unos buenos besos y me dices que todo está bien, te dejo ir, de lo contrario, tendrás que segui aguantándome aquí.

Felix lo mira atentamente, trata de comprender la situación. Decide no pensárselo tanto y hace lo que el otro le pide, lo besa y abraza. Recuerda lo que dijo Ren una vez más: "pero tranquilo, él jamás se fijaría en alguien como Felix". Esas palabras ya no hacen el mismo efecto en él, puesto que vuelve a acariciar el ardiente torso de Chan y sonríe con suficiencia.

"Ahora yo lo tengo y tú no, zorra", pensaba con maldad.

No sabían hasta cuando durarían esos besos, caricias y encuentros a escondidas, pero estaba seguro de que quería llegar a todo con Chan. Por eso mismo separa sus labios y dice:

Quiero perder mi virginidad contigo, Chan.

—Quiero perder mi virginidad contigo, Chan

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¡gracias por leer! 🌾.

paciencia › chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora