capítulo catorce.

2.3K 289 52
                                    

La noche había llegado, los alumnos empezaban a volver a sus cabañas porque al día siguiente tendrían actividades desde temprano

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La noche había llegado, los alumnos empezaban a volver a sus cabañas porque al día siguiente tendrían actividades desde temprano. Ese no era el caso de Felix, quien buscaba a Soobin con la mirada disimulada. Le tenía un pequeño trato, que quizá le traería algo bueno a él.

Estaba seguro de que lo que sentía por Chan era solamente algo físico. Es que, el pelinegro tenía tan buen cuerpo y él era demasiado gay como para ignorar eso. Quizá las ganas se irían si permitía que alguien matara las hormonas que se lo estaban carcomiendo vivo.

Para cuando encontró a Soobin, se dió cuenta de que lo que hacía era una estupidez. ¡Soobin ya estaba saliendo con alguien! Y se llevaba demasiado bien con Hueningkai como para hacerle algo así, por lo que prefirió irse a por donde vino.

Su cabaña desde fuera se veía oscura, quizá el idiota de Chan haya salido y él podría tener algo de paz.

Pero estaba equivocado. Al abrir la puerta y prender la luz pudo ver al pelinegro recostado en su cama con los cascos puestos y parecía mirar un vídeo muy concentrado. Oh, y tampoco llevaba camiseta esta vez.

Felix quiso desaparecer. Todos estaban en su contra.

—Volviste. — murmuró Chan, sin despegar la vista de la pantalla.

Felix no respondió y sólo buscó un libro dentro de su maleta, para luego recostarse en su cama y comenzar a leerlo. Había poca luz, pero le era suficiente. Era eso o quedarse babeando por el físico de Chan una vez más.

Pasó media hora en silencio, con su mente llenándose de aquellas palabras escritas en aquel libro. No era muy largo y ya casi iba por el final, por eso le molestó mucho el grito que había pegado Chan.

—¿Podrías hacer silencio?— le preguntó calmado.

—M-me acaba de picar algo en el cuello, Felix.

La voz del pelinegro sonaba desesperada y eso le obligó a mirarlo.

—¿Qué dices?

—Que me acaba de picar algo en el cuello, ¿podrías revisar por favor?

Al rubio se le hizo muy raro ese tono tan educado que había utilizado Chan, así que sin más se levantó dispuesto a ayudarlo.

—Quizá solo fue una arañita, no te preocupes. — dijo, acercándose a la cama del contrario.

—Si te la picara a ti, no dirías eso.

Chan se levantó y estiró el cuello, rascándose. De verdad algo le había picado, no le dolía pero quería tener el cuerpo del enano cerca. Inteligente, ¿verdad?

A Felix le puso nervioso tener que poner sus manos sobre el cuello de Chan, aún más porque éste no tenía camisa.

—No tienes nada, Chan.

—Acércate más y mira bien. — le ordenó el pelinegro.

Felix rodó los ojos y le hizo caso. Iba a protestar porque Chan realmente no tenía nada en el cuello, cuando se vió siendo lanzado hacia una cama que no era suya y que tampoco tenía olor a él.

Miró a su compañero para buscar una explicación pero se vió perdido en una mirada totalmente hambrienta, muy diferente a la mirada indiferente que Chan siempre traía en su cara.

Eso hizo que sus hormonas volvieran a encenderse.

—¿Chan, que crees que haces?

—No lo sé, dímelo tú.

El más alto comenzó a acercarse, gateando hacia él con lentitud, seguramente siendo inconsciente de lo sexy que se veía. Se rió al notar lo perdido que se veía Felix, y pensó entonces que ya lo tenía.

Pero al respirar sobre el cuello del más bajo se dió cuenta que definitivamente lo tenía, para él, a su completa disposición. Solo un respiro en una zona sensible había bastado para que de la preciosa boca del rubio se escapara un jadeo.

Bien, eso había sido muy caliente.

—Vamos a divertirnos contigo, pequeño Felix.

—Vamos a divertirnos contigo, pequeño Felix

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡gracias por leer! 🌾.

paciencia › chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora