capítulo siete.

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La hora de ir a casa llegó y los alumnos juntaban desesperadamente sus cosas

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La hora de ir a casa llegó y los alumnos juntaban desesperadamente sus cosas. Aún más Felix, se sentía muy raro y quería llegar ya a su casa.

Al salir del aula apresurado, chocó con alguien que no quería ver ni en pintura. Para su desgracia eso era imposible, ya que eran compañeros.

-Fíjate por donde vas. - le oyó decir a Chan con su voz prepotente.

Subió la vista para encararlo.

-Fíjate tú, que te metes en mi camino.

Chan alzó una ceja divertido y se acercó a él. Felix se puso nervioso.

-Pero si eres tú el que me ha chocado.

-Pu-pues... ¡fue tu culpa, no mía!

Al pelinegro le tocó rodar los ojos.

-Como sea, deja de chocarme, zorrita.

Esta vez Felix rió, no se podía creer que se lo dijese a él cuando hace un rato el estaba haciendo cosas indebidas con una verdadera zorra.

-Zorrita será con el que te metes, querido, no utilices ese insulto porque a una persona decente como yo, no le queda.

Chan se encogió de hombros.

-No me meto con zorras, no sé de qué hablas.

-Ah, mira tu, no solo te basta follar en el instituto, si no que también me faltas el respeto con tu cinismo. Eres un descarado. - caminó con el rostro rojo hacia la salida, con un pelinegro siguiéndole.

-¿Cómo sabes eso? Bueno, no me interesa, pero si llegas a de-

Felix se giró furioso, zafándose de su agarre.

-Si llego a decirlo ¿qué me harás? ¿Ah? No eres nadie para venir que amenazarme, si quiero abrir mi boca lo hago ¿y qué?

Chan miró de un lado a otro verificando que no pasase nadie por aquel rincón y con fuerza arrastró a Felix hacia un callejón, tomándolo con fuerza de la muñeca mientras que el otro trataba de separarse.

-¡Suéltame Chan, me estás lastimando!

-Me importa una jodida mierda.

El pelinegro le empujó hacia una pared y lloriqueó de dolor. No estaba acostumbrado a que le tratasen así.

-Mira Felix... - empezó Chan. - Trato de ser una persona pacífica, de verdad que trato de serlo. Pero si no paras con tu actitud de joderme los huevos a cada segundo te voy a... - apretó los puños, molesto. - ya sabes lo que te voy a hacer.

-No te tengo miedo. - le retó.

-¿Y eso te qué te sirve? Eres un inútil, te puedo romper los huesos de la mano sin el menor esfuerzo. Te lo digo en serio... - se acercó y lo acorraló, Felix se sintió pequeño a su lado. - deja de joderme.

paciencia › chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora