paciencia › chanlix

capítulo ocho.

El sol se colaba por las cortinas de aquel salón silencioso, la única voz que se oía era al profesor de matemáticas explicando cosas que a nadie le interesaba. Iba de un lado a otro vigilando que sus alumnos le presten atención.

Por eso Chan siempre se sentaba al fondo, allí nunca lo miraban. Podría hundir su rostro en el banco y nadie sabría que estaría durmiendo.

Estaba tan relajado, tan sereno. Pero de repente tanta tranquilidad le aburría.

Ya habían pasado dos semanas desde que la pulga mandona se había encargado de ignorarlo perfectamente, justo como el quería. Lo raro era que ni siquiera hacían contacto visual, el rubio bajaba la mirada a todo momento y Chan no entendía porqué.

Le encantaba que le respetase, pero empezó a sospechar que quizás se había pasado de la línea y el chico ahora estuviera aterrado con él y eso ya no era lindo.

De todos modos no le prestó tanta atención, pensó que quizá se haya resignado con él y que también quizá tenga una nueva víctima a la que molestar con su voz aniñada.

Miró disimuladamente a Felix, éste estaba mirando hacia el frente prestando atención, lo que él debería estar haciendo de hecho. Chan de repente no entendió la forma de ser del rubio, era tan molesto y ahora no entendía porque. El chico ya lo había dejado de molestar ¿cierto?

Su móvil vibrando le hizo razonar y apartar la mirada. Antes de abrir el mensaje pudo ver que se trataba de Ren. El chico le estaba cayendo bien, quizás su forma espectacular de hacer sexo oral era la causa.

*¿Quieres venir a mi casa esta noche? Estaré solo, cariño.*

Uhm.

Se acomodó la corbata acalorado y guardó su móvil sin responder.

Él era así, le gustaba el sexo casual y relaciones para nada comprometidas. Su madre le rogaba para que le presentase a alguien, pero eso sería demasiado arriesgado, por la misma razón que vivía cambiando a las personas con las que compartía revolcones.

Le gustaba ser así y nadie lo cambiaría.

Para Felix se había vuelto costumbre ver al pelinegro lanzando miradas coquetas a sus amoríos en el instituto. Siempre le miraba desde un rincón sin que el otro se diera cuenta. Pudo ver que se había comenzado a juntar con Jihoo y los de su grupo, algo le hizo pensar que encajaba perfectamente.

A lo que no se había podido acostumbrar era el impacto que tenía Chan sobre su cuerpo, no podía evitar ahogar jadeos en su almohada cada noche a causa de eso. Lograba encender cada espacio que él creyó muerto, y la vergüenza seguía intacta.

Por eso mismo no se atrevía a mirarlo a los ojos, estaba seguro que se pondría rojo hasta las orejas y lo último que quería era mostrar debilidad.

No quería demostrar que ese pelinegro idiota comenzaba a dominar su frágil cuerpo.

¡gracias por leer! 🌾.