Capítulo 20

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La noche pasaba lentamente, y aunque el azabache observaba las cámaras detenidamente, seguía saliendo a revisar los alrededores de la casa de vez en cuando, estirando un poco sus piernas también.
Cuando llegó al patio, notó luz donde estaba el balcón de la habitación de New, una luz bastante fuerte, caminó hacia allí, y lo vio a el recostado sobre el barandal, observando el cielo, imaginaba cuanto miedo le tenía a la oscuridad, pero no pensaba que fuera tanto que ni siquiera la luz de la luna y las estrellas le alcanzarán.

—¿Cómo está? —cuestionó parandose donde el lo viera.

—¿Tú? —cuestionó New también.

—Despierto —respondió el azabache.

—Lo mismo —afirmó el joven y lo miro—. ¿En que momento duermes guardaespaldas? —cuestionó entonces.

Cuando Tul me reemplaza —respondió este—. ¿Usted por qué no esta durmiendo?

—No... no podía.

—¿Quiere saber que hago cuando no puedo dormir?

—¿Por qué querría?

—Ok —pronunció el azabache y comenzó a caminar nuevamente.

—¿Qué... qué haces? —cuestionó entonces el joven deteniendo los pasos de su guardaespaldas.

—Canto —rio—. Canto la misma canción hasta que termina por dormirme.

—¡Que estupidez! —exclamó el joven y volvió a entrar a su habitación.

—Buenas noches —dijo el azabache luego de ver que la luz del balcón se apagó y solo quedo la luz tenue de la habitación.

Mientras tanto New se metía a la cama, acurrucadose entre las sabanas y cuando por fin encontró comodidad cerro los ojos, pero no pudo dormir, dio una vuelta, luego otra, y otra hasta que comenzó a tararear su canción favorita, después la cantó, la repitió y la repitió hasta que se quedó dormido.
Luego de unos minutos de permanecer frente a su balcón el azabache volvió al cuarto de vigilancia, y media hora después su amigo entraba con una taza de café en la mano.

—Ve a descansar Tay —dijo mientras se acomodaba en la silla a su lado.

El azabache solo asintió y se levantó de su asiento, confirmandole a su amigo que estaba molesto como el lo sospechaba desde que llego, aunque no se lo había dicho.

—Lo siento —dijo entonces antes de que este cruzara la puerta.

—¿Por qué exactamente? —cuestionó el azabache—. Puede ser, quizas, por ocultarme que la persona que debo proteger le tiene miedo a la oscuridad —reprochó—. No, y no solo miedo, terror —agregó molesto.

—De verdad quería decírtelo Tay, sabes que nunca te ocultaria algo así.

—Pero lo hiciste Tul —afirmó el azabache—. Y aún no entiendo... de verdad —pronunció respirando hondo—. ¿Por qué demonios lo hiciste?

—El Sr Nattapol me lo pidió amigo, el me dijo que todo sería aún más cumplicado si el joven se enteraba de que tú sabías sobre eso.

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