Capítulo 25

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New bajo las escaleras lo más rápido posible, entró al estudio de su hermano, observó todo a su alrededor sin encontrar su tablet, comenzó a revisar los cajones de su escritorio y cuando abrió uno de ellos encontró uno de esos aparatos conectado a un cargador inalámbrico, pero no era el suyo.

Servirá igual —dijo y lo metió en su mochila para luego salir corriendo nuevamente, llegó a fuera y el azabache ya estaba allí con el auto—. Veo que recibiste mi mensaje guardaespaldas afirmó.

Sus mil mensaje querrá decir —rio.

Lo siento, pero de alguna manera tenía que despertarte —afirmó sonriendo cuando llego frente a el.

¿Feliz por su examen repentino? —cuestionó curioso por la alegría que este parecía tener.

Feliz, pero no por el examen —respondió y entonces el azabache abrió la puerta para el.

Vamos entonces don risueño dijo mirándolo y cerro la puerta detrás de el cuando subió.

El camino a la universidad fue bastante silencioso y extraño para el azabache ya que cada vez que miraba a New por el retrovisor, este lo estaba observando a él.

¿Puede decirme por qué me está observando tanto? —cuestionó entonces aún con la mirada en la carretera.

Es que descubrí algo guardaespaldas respondió el joven sonriendo—. Y no soy del tipo que niega algo de lo que está seguro.

No entiendo de lo que habla —afirmó el azabache confundido—. Pero... ¿que es? —cuestionó entonces.

Pronto lo sabrás respondió el joven mirándolo.

Al llegar a su destino el azabache volvió a abrir la puerta para New, y cuando este bajo notó el ceño fruncido de su guardaespaldas.

¿Sucede algo? cuestionó mirándolo.

—¿Su collar? —cuestionó entonces el azabache.

Ooh aquí está —respondió sacándolo de su bolsillo—. Salí tan apurado que no pude ponérmelo —afirmó—. ¿Me ayudas? —cuestionó extendiendolo hacia el.

El azabache asintió, lo tomó y dio unos pasos acercándose más al joven, nuevamente la distancia se medía en centímetros entre ellos, demasiados para New que ansiaba tenerlo más cerca, la noche anterior después de admitir que le gustaba ese hombre había recordado cada una de las veces que lo tuvo cerca, cada una de ellas y se preguntaba si realmente el azabache sentía lo mismo que el, si no estaba equivocado, necesitaba comprobarlo. Su cuerpo tomó el control en ese momento y acortó mucho más la distancia, tenía a su guardaespaldas casi sobre el, podía sentir la respiración de este en su cuello mientras el intentaba prender aquella cadena, y agradecía enormemente que le fuera tan difícil, porque estaba disfrutando mucho el aroma de su perfume.

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