HENRY DE GRENEFELD.
De haber sabido que sentiría algo aterradoramente alucinante, hubiese guardado mi boca para este momento.
Sus labios rosados, mejillas color carmín, su cabello ondulado levemente despeinado y ese gesto que hace con las cejas cuando se siente molesta o confundida, me llevaron a querer besarla; y lo hice, y definitivamente caí.
Su boca inexperta llenó de dudas mi cabeza. Tan valiente con las armas y en estos momentos se veía tan frágil, envuelta en mi calor, temblando con cada movimiento y entregada a mi sabor. Todo aquello me incentivó a continuar, a profundizar el beso que con cada movimiento mandaba golpes de corrientes que erizaba cada parte de mi piel.
La veo avanzar hacia una esquina solitaria con el rostro totalmente rojo y me causa cierta gracia y satisfacción al percatarme de la mueca de desdén que realiza cuando el príncipe se acerca a ella. Observo cada movimiento de ambos, la manera en que mueve sus labios, su rostro contraerse y el movimiento en negación que hace con la cabeza cuando él le habla. Estoy seguro que el tema se trata de su amiga y al parecer es tan buena actriz porque el estúpido se aleja.
No me gusta que viva en ese reino, no me gusta que ese hombre la toque y mucho menos que esto último sea con violencia.
Entiendo que ella puede defenderse sola, lo ha hecho desde un principio, sin embargo, por alguna razón que desconozco por el momento, siento la necesidad de protegerla yo mismo de todos los males en el que está expuesta en ese lugar.
Quisiera estar aun disfrutando de su compañía, pero ahora no será. En estos momentos no sería correcto tenerla cerca y levantar rumores falsos a pesar de ser ella la pieza perfecta para incordiar al heredero Cunningham.
—Entonces, ¿ella es la que te trae loco? —aparece la figura de mi primo en mi campo de visión con una pregunta muy estúpida —. Es bonita.
—No me trae loco.
—Se veía molesta, ¿qué hiciste?
—¿Qué te hace pensar que fui el causante de su molestia?
—Por el simple hecho de que eres Henry de Grenefeld —responde sin tapujos para posteriormente mostrar sus dientes en una sonrisa ladeada —. Te conozco.
—Porque mejor no vas a bailar con algunas de esas señoritas —sugiero señalando con la mirada a algunas que no nos sacan los ojos de vista.
—¡No! —musita con un tono de voz un poco elevado —, las madres me ven como presa y me acechan junto con sus hijas.
—Los tiempos cambian. Todas quieren que sus hijas sean reinas —y es real, en estos tiempos las madres han actuado de casamenteras de una manera exagerada que abruma a cualquiera que esté en situación de se ser presa —. Por cierto, ¿qué sabes de las armas?
—Ya están en el reino y en manos de los hombres que de seguro ya están en marcha —suspiro —. ¿Qué sucede?
—Me temo que tendremos que posponer el ataque.
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La Elegida del Rey
Historical FictionEn una época donde las mujeres no tienen derecho pero no son menos importantes. Ella se muestra diferente ante el pueblo, independiente, audaz, valiente, fuerte. Dahia no busca un esposo para ser feliz, pero en su camino a la independencia se ve env...