Capítulo 8

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Abiel

Llegue a casa y el dulce aroma de fresas cociéndose, entraron por mi nariz. Mamá estaba haciendo mermelada con las fresas que había congelado semanas atrás lo más probable.

—¡Ya llegué! —avisé, quitándome el abrigo en la entrada principal para colgarlo en el perchero al lado de la puerta.

—Bienvenido, pequeño —me saludó mi hermana desde la cocina—. Mamá está hablando con tu doctor ahora mismo.

Siendo guiado por su voz, entre a la cocina, confirmando mi teoría de la mermelada casera.

—Huele muy bien.

—¿Verdad que sí? —sonrió, Lithy—. ¿Cómo te fue en clases?

—Bien —respondí, sacando un pequeño bocado con el dedo de la cuchara de madera que llevaba mi hermana mayor, aprovechando la ausencia de mamá—. ¿Ya te sientes mejor?

Lithy sonrió con cariño.

—Si, todo gracias a ti.

—Solo fui a comprar naranjas —reí.

—Si, pero eso fue más que suficiente —Lithy hizo una pequeña pausa para dejar la cuchara sobre un plato pequeño y acercarse a mí para acariciar mi mejilla—. Mamá me contó que te caíste ese día y llegaste empapado, ¿Estás bien? ¿Te golpeaste muy fuerte?

Tragué saliva con un poco de nerviosismo. Había olvidado la mentira que le había dicho a mamá.

—Fue solo un pequeño accidente —me excusé.

—Aun así, Abiel —continúo, la preocupación se notaba en su rostro y no pude evitar sentir un poco de remordimiento—. Sabes que tu cuerpo es delicado, pequeño. Debes tener más cuidado.

—Lo tendré.

Mi hermana asintió mientras acariciaba delicadamente mi otra mejilla. El afecto de Lithy era verdaderamente agradable.

—Hola, cielo —mamá entro a la cocina, interrumpiendo la cálida atmosfera que se había formado con mi hermana, lucia su típico delantal y llevaba su cabello tomado en una coleta alta—. Hoy llegaste unos minutos más tarde de lo habitual, ¿Sucedió algo?

Negué enseguida mientras cortaba el contacto con Lithy para que mamá se acercara a la olla.

—Me quedé hablando un poco con mis amigos y el tiempo paso rápido —respondí.

Mamá asintió.

—Mañana faltarás a clases, Abiel —hablo mamá mientras revolvía la mermelada de la olla—. Tu doctor llamó y dice que ya es momento de tu próxima sesión.

—Está bien mamá... —respondí con una disimulada mueca.

—Toma un baño y prepara todo para partir mañana temprano, por favor.

Asentí.

—Y no olvides repasar lo que pasaron hoy en clases, cielo. Recuerda que a mamá no le gusta que bajes tus calificaciones.

Volví a asentir y me encaminé a mi habitación, cerrando la puerta a mi espalda con lentitud para evitar que suene demasiado fuerte, para finalmente dejarme caer en la mullida cama.

Solté un suspiro mientras hundía mi rostro contra la manta de lana blanca. La verdad me molestaba un poco ir cada dos o tres semanas a la ciudad vecina para que el doctor me atendiera, las sesiones eran un poco dolorosas y las náuseas y mareos que tenía después, podían durar casi tres días.

Ya llevaba mi tercera sesión y aún no había ninguna mejora, incluso el doctor dijo que podía ser en vano el tratamiento, pero papá insistió tanto en que lo intentáramos y yo simplemente no me podía negar.

—Odio el tratamiento... —susurré, levantándome de la cama y obedeciendo a mamá. Lo último que quería era hacerla molestar.

Mientras preparaba el agua caliente de la bañera, mi mente solo pudo pensar en el chico de oscuros ojos. Ya había confirmado que los rumores eran falsos, pero aún no conocía el trasfondo de sus golpes.

—¿Estaré siendo muy curioso? —me pregunté a mí mismo, mientras cerraba la llave y me desabotonaba la camisa escolar—. Quizás deba detenerme...

Me detuve un momento. Si lo pienso bien, esto no es más que la curiosidad de cualquier niño, que quiere descubrir la realidad de la vida, salir de la burbuja que mis padres me encerraron al recibir mi diagnóstico médico.

—Solo quiero vivir al máximo que pueda hasta el final —susurré, retomando mi tarea de desvestirme.

Sabía que mamá se molestaría demasiado si se enteraba de que le prestaba más atención a un chico desconocido, antes que seguir su reglamentario horario al pie de la letra. Pero no lo podía evitarlo, algo dentro de mí deseaba que actuara ahora, antes de que sea demasiado tarde.

Lazos | BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora