Demian
Las palabras del chico frente a mí, resonaron con fuerza dentro de mi cabeza, como formando un eco repetitivo, ¿Amigos? ¿Acaba de decir que quería ser mi amigo?
—¿Qué dices, Demian?
No, imposible. Nadie, en su sano juicio, quisiera ser mi amigo por voluntad propia.
—¿Demian?
Estaba mintiendo otra vez... igual que todas las personas que prometían ayudarme, y al día siguiente, fingían que no me conocían.
No pasará tanto tiempo antes de que sea invisible para él también.
— Demian, me estás escuchando, ¿Verdad?
—Aléjate —di algunos pasos hacia atrás, chocando con el barandal a mi espalda—. Por favor...
—Espera, ¿Qué sucede?
—Estás mintiendo otra vez, Abiel.
—¿Mintiendo? —hizo una pequeña pausa—. No estoy mintiendo Demian.
—¡Si lo haces! —alcé la voz, mientras abrazaba mi propio cuerpo—. Nadie querría ser mi amigo, Abiel. Ya deja de mentir.
—No miento.
—¡Si mientes!
—¡No miento, Demian! Por favor...
Vi cómo se acercaba a mí, acortando la poca distancia que había formado hace unos segundos. Rápidamente, me encogí en mi lugar y temblé ligeramente.
—Basta... —supliqué.
Los tormentosos recuerdos del rechazo de mis compañeros, inundaron mi mente, acoplándose de manera tortuosa con los maltratos de mi madre y sus hirientes palabras.
—¿Sabes que sucederá, Abiel?
—No —respondió—. ¿Qué sucederá?
—Si acepto tu amistad, no pasara mucho tiempo antes de que también me rechaces.
—No, Demian... yo no haría eso.
—Te aburrirás de mí —insistí.
—Jamás me aburriría.
—No mientas...
—No estoy mintiendo, Demian.
Me quedé en mi lugar cuando le vi acercarse nuevamente a mí, acortando la poca distancia que nos separaba.
Quizás, en el fondo de mi corazón, deseaba poder creer en él, creer que me aceptará como soy, que me apoyara y que no me rechaza a los pocos días, volviéndome invisible ante su presencia.
—¿De verdad no mientes?
—Estoy siendo totalmente honesto cuando digo que quiero ser tu amigo.
—¿No me dejarás de lado?
—Jamás lo haría.
—Promételo.
—Lo prometo —vi como acercaba su dedo meñique hacia mí, en señal de promesa—. Prometo que jamás me iré de tu lado, Demian. Promesa con el dedo chiquito.
Con lentitud y duda, acerqué mi dedo meñique y lo enlacé con el suyo, sintiendo unas ligeras mariposas en mí estómago por el sutil contacto. Eran muy pocas las veces que tenía contacto físico con una persona, la mayoría de las veces era para empujarme o hacerme a un lado. De igual manera, que esta era mi primera vez haciendo una promesa con el dedo pequeño.
Una promesa que no se podía romper. Jamás.
—Entonces... ¿Amigos?
—Amigos... —respondí con timidez.
—¿Puedo darte un abrazo?
—¿Qué...? —la pregunta me tomó desprevenido
—Los amigos se dan abrazos.
—Oh, entonces... —dude un momento—. Está bien.
Antes de poder extender mis brazos, Abiel acortó la poca distancia que quedaba entre los dos, rodeando mi cuerpo por mis hombros, apretándome suavemente contra su cuerpo.
Temblé un poco ante el contacto.
—No sabes cuanto esperé por este momento... —le oí, susurrar en mi oído.
Levante mis brazos con calma, como pensando con total cuidado cada uno de mis movimientos.
—Nunca te dejaré, Demian.
—Ni yo... —admití. Correspondiendo finalmente el abrazo.
ESTÁS LEYENDO
Lazos | BL
RomanceLa vida en un ciclo que tarde o temprano llega a su fin. Pero en algunos casos este ciclo era interrumpido abruptamente. Abiel, quiere vivir. Demian, quiere morir. [Especial San Valentin 2022]