o n c e (11)

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Namjoon abre con violencia la puerta de la azotea de la clínica, llevando mi peso muerto sobre sus hombros, mientras arrastra mis piernas inútiles a este punto por el bordillo de la puerta de seguridad.

La brisa gélida de una tarde de invierno en Seúl me golpea, permitiendo que me dé cuenta que estoy empapado de un sudor viscoso y frio.

Sigo ido, mis extremidades son prácticamente inútiles a este punto. Pero en lo único que puedo concentrarme es en mi vaga capacidad para respirar.

Además, el gélido ambiente no me ayuda en lo absoluto en cobrar algo de aire. Más bien, mis pulmones queman, y mi garganta se siente como lijas en fricción.

Mis oídos siguen pitando, tanto, que debo forzar toda mi concentración en recobrar la conexión con mi entorno.

En eso, lo oigo.

—¡Demonios, Yoongi! ¡Respira! — la voz de Namjoon, tan desesperada, actúa a manera de interruptor en mi mente—. Si sigues así, tendré que llevarte a la sala de emergencias, y ¡ella te buscará ahí!

En cuestión de un chasquido, soy capaz de conectar con mi cuerpo. Y es ahí, que oigo lo caótica de mi respiración. Son jadeos agudos; boqueos desesperados en busca de un aire que no entrará en lo absoluto en mi organismo de esta manera.

Suenan como hojas afiladas de hierro, cortando el aire con un silbido.

Y con la falta de oxígeno, viene lo crítico.

Debo calmarme.

Voy a desmayarme sin continúo así. Y ahí sí no hay manera de que Namjoon pueda ayudarme. Tiene razón, me tendrá que llevar a emergencias, y ella es inteligente, ella vio mi estado, Sunghye sabrá que Namjoon me llevó ahí y me buscará.

No quiero verla, no aún. No en este estado.

Esto que estoy sintiendo, este dolor, esta carencia agresiva de aire, por mi vaga capacidad de regular el estado de emergencia de mi cuerpo, es una clara muestra de que sólo me he estado engañando a mí mismo. No he podido superar mis demonios, y ahora están vengándose de mi por sepultarlos por tanto tiempo.

Rasgan, escuecen y desgarran desde mi interior. Es su dulce venganza, que han estado labrando durante 3 años con paciencia.

Mi cabeza está cargada de densas agujas que penetran en cada centímetro de mi sien; y mi cuero cabelludo, helado, como si fueran pedazos de hielos puntiagudos perforando cada parte de mi cerebro y mi cabeza.

Cierro mis ojos con fuerzas, aferrando mis puños al material de la bata de Namjoon. No sé en qué punto él logra acomodarme contra una de las paredes del cuarto de máquinas del ascensor, pero sé que estamos lo suficientemente cerca como para escuchar el motor activar la polea que tira del inmenso pedazo de metal.

Me concentro en ello, intentando adaptar mi respiración al ritmo del motor activándose, pues, es más lento y constante que este caos frenético al que estoy sometiendo mis pulmones.

Mi visión sigue nublada, y solo soy capaz de ver el sol reflejándose sobre las ventanas de los edificios aledaños como un gran borrón luminoso; algo así como si mis ojos fueran una lente desenfocada ahora.

Poco a poco, la siluete frente a mí va cobrando forma. Las facciones de Namjoon se hacen presentes, dejándome ver su expresión cargada de terror. Y como no, de seguro está en crisis también, y olvidó por completo cómo debe proceder ante un paciente como yo.

Tiene miedo, por mi culpa.

Por la periferia veo como mi pecho sube y baja con violencia, pero, al menos siento como el oxígeno llega con lentitud a mi cerebro y a cada parte entumecida de mis extremidades.

Redención; Min Yoongi [Segundo Libro de Extrema Obsesión] [TERMINADA] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora