—No le digas a nadie quien soy ¿Si? tampoco a Izuku-kun... No estoy lista para que lo sepa— Izuku escuchó a la chica de sus sueños decir esas palabras mientras se escondía en un rincón de la sala, lo había dicho tan bajo que si sus sentidos no estuvieran aumentados, probablemente no lo hubiera escuchado.
—Setsuna-San es Lizardy— musitó. La noticia le había caído tan sorpresivamente que por un momento pensó que se encontraba soñando. Jiyu le dijo algo pero él no pudo entender que fue, su voz sonaba apagada, su cerebro todavía estaba demasiado ocupado procesando el accidental hallazgo.
—¡Izuku!— gritó Jiyu y lo sacudió por el hombro para que reaccionara. Él la miró, todavía un poco aturdido.
—Lo siento... Estoy bien— respondió.
—¡No lo estás!— respondió —Antes que cualquier cosa, ve a darte una ducha y quítate el traje. Te prestaré un poco de la ropa de mi hermano— dijo Jiyu, le quitó la máscara y la arrojó a un lado, eso lo hizo reaccionar. —Estás sangrando de la barbilla— dijo al notar un hilo de sangre que bajaba por su cuello. Tomó una servilleta de la cocina y se la pegó para limpiar la sangre, pero la herida ya estaba sanando.
—Uravity me pateó, el tacón de una de sus botas se me clavó ahí— dijo él.
—Tienes suerte que no fue en el cuello— respondió ella —No tenemos idea de que tan resistente es tu piel ahí— Izuku permaneció de pie, inmóvil en aquel rincón, todavía no lograba asimilar que Setsuna, la primera chica con la que había salido y la única a la que había besado, fuera Lizardy. —¿Piensas quedarte ahí toda la noche con esa expresión tonta? Quítate el traje, lo estás llenando de sangre y te lo acabo de dar— dijo Jiyu un poco molesta.
—Lo siento— respondió él —Es que no puedo creerlo.
—Si, también a mi me sorprende, pero así son las cosas, ahora quítate el traje y entra a la ducha— Izuku se quitó el traje sin decir nada. Se dirigió al baño y después de unos segundos se escuchó la regadera.
Jiyu entró al cuarto de su hermano en busca de una muda de ropa que pudiera quedarle a Izuku, no quedaba casi nada, su hermano se había llevado casi todas sus pertenencias de regreso a Corea. Después de revisar la poca ropa que había dejado, encontró unos jeans y una playera.
—Te dejaré la ropa en la puerta— dijo y regresó a la sala a esperar.
Cuando Izuku salió del baño se veía un poco menos impactado por la repentina revelación, pero todavía se notaba preocupado por algo, y Jiyu tardó poco tiempo en comprender que algo malo había sucedido. Izuku entró a la cocina y abrió el refrigerador, miró su interior por unos segundos, sacó una botella de gaseosa y se sirvió un vaso.
—¿Estás bien?— preguntó ella, sabía la respuesta, pero quería que lo dijera. Izuku tomó asiento en la mesa de la sala, la cual era demasiado grande para que comiera una sola persona, sus miradas se conectaron por unos segundos y luego él desvió la mirada. Ella sabía que él intentaba decir algo pero probablemente no tenía el valor para decirlo, ella sintió un impulso por preguntar de nuevo, pero decidió esperar un poco.
—¿Tu crees que soy una buena persona?— preguntó él por fin.
—Si no lo creyera, no te hubiera ayudado a hacerte un traje ¿No lo crees?... Si no lo fueras te hubiera dejado seguir usando aquel traje que parecía una pijama— respondió sin dudar un segundo. Izuku suspiró un poco aliviado al escuchar su respuesta, pero la preocupación seguía ahí, adherida a su rostro como las pecas de sus mejillas —¿Qué pasó hoy? No pensé que salieras hoy a patrullar.
—No iba a hacerlo, no podía dormir— respondió él y le dió un trago a su gaseosa.
—¿Por qué te perseguía el escuadrón de la heroína dragon? Por lo general tienen las manos llenas con asuntos más importantes.
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El camino de un héroe.
ФанфикIzuku Midoriya es un joven de 21 años que trabaja como barista en una cafetería en el distrito Aoyama, pero por las noches toma la justicia en sus manos y patrulla las calles de Tokio.