Australia

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Antártico es un hombre muy interesante.

Durante el tiempo en el que he hablado con él para mi investigación sobre Representantes antiguos, me he dado cuenta de algunas cosas curiosas sobre su personalidad.

La frialdad en sus ojos cuando me mira, los movimientos toscos de su cuerpo como si no se acostumbrara a la modernidad, sus dientes afilados y amarillentos y sus uñas largas como cuchillas filosas.

Me recuerda mucho a una orca asesina.

Todavía no me agarraba confianza; siempre esta buscando alguna razón por la cual desconfiar en mi, si buscaba algo en mi bolsillo, se le veía listo para atacarme.

Me sentía en esa escena de Jurassic World donde papi Chris Pratt esta intentando que no lo ataquen sus velocirráptores.

Pero ya estaba cansado de tener que ir hasta la playa para verlo, pensaba que quizás podría invitarlo a mi casa.

- Claro que no - Antártico gruño ofendido por la propuesta.

- ¿Por que? - reclame confundido.

- Por que no confió en ti lo suficiente para ir hasta tu casa, estaría vulnerable - se cruzó de brazos.

- Por favor, prometo que nada malo te pasará, hasta si quieres te hago algo de comer - insistí tomando sus brazos cruzados.

Miro mis manos y de regreso a mi arrugando la nariz con inquietud

- ¿Intentas comprarme con comida?.

- Pues... pues si - me encogí de hombros.

Miro a otro lado cerrando los ojos, intentando meditar mi propuesta, pero se veía frustrado por el contacto que tenía con su brazo.

- Por favor quítame las manos de mis brazos no me puedo concentrar - frunció el ceño apretando los ojos.

Las quite abrazándome mientras lo veía.
Ya había caído el sol y la luna había salido, el frío aquí puede ser intenso a veces, por eso siempre traigo una hoodie y pantalones puestos, obvio con chanclas (regalo de México)  y una gorra con una hoja maple (regalo de Canada) .

- Esta bien - asintió aceptando - Pero espero la comida este exquisita.

Lo lleve en mi camioneta, no cabía en la parte de adelante por su enorme tamaño pero en la cajuela daba Perfecto.

Mi casa es muy acogedora, está en el medio de muchas reservas naturales por lo tanto yo puedo ir cuando quiera a checar a los animales y ver que estén bien. Mi papá me regaló esa propiedad sabiendo que yo sentía muchísimo amor hacia la naturaleza, siempre estoy agradecido con tener ese espacio para mi.

Mi casa no es grande, creo que tiene el tamaño perfecto para una o dos personas, jamás me ha gustado los lugares grandes y vacíos; supongo por que en el palacio de Inglaterra me sentía muy solo, hay muchísimas habitaciones para muy poca gente, hasta a veces sentía que había fantasmas en los cuartos vacíos.

Vivir ahí dentro si afecto un poco de cómo vivo ahora; a veces hasta siento la urgencia de tener a gente conmigo, amo la atención constante pero odio a las personas, por lo tanto los animales son lo mejor que me pudo pasar.

Antártico miro mi casa con cautela, viendo cada rincón y detalle.
Las paredes, el suelo y el techo era de madera con luces boho adorando toda la casa, algunos árboles atravesaban las habitaciones, los cuales decoré con lucecitas.

Le preparé de cenar camarones empanizados y los hice tacos.
El hombre no paro de comer hasta que se acabaron los camarones, casi se come sus propios dedos.

Representantes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora