Capítulo XXIV - Eviterno

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Eviterno - Que tiene principio, pero no fin

Essie → Diosa de las estrellas

Aurelia → Diosa del oro 

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—Dale una estrella.

—¿Una estrella? ¿Estás de joda verdad? 

—Si tu no sabes como hacerla, te la hago yo—. Dijo Essie ofreciéndole una solución a su hermano.

—No es eso, no le puedo dar una estrella a alguien que tiene la galaxia en sus ojos. Necesito algo más.

Louis había acudido a Essie y Aurelia para que le ayudasen a planear su propuesta de matrimonio. Habían pasado más de dos semanas y todo parecía volver a la normalidad en el mundo de los dioses, incluso Thavma se sentía tranquila al recibir constantemente la visita de Adeline.

—Yo te ayudo con el anillo, tu encárgate del resto y recuerda que a veces lo más importante no es lo material, si no lo que demuestras.

—Pegaso.

—¿A qué viene el caballo de Zeus?

—Harry ama la mitología. Además, por ley y herencia, Pegaso es suyo.

—Si sabes que el ya no está aquí ¿Verdad?

—Zeus lo convirtió en una constelación antes de morir, ahí es donde entras tu—. Le dijo a Essie que comprendió de inmediato lo que quería.

—¿Quieres que lo traiga de vuelta?

Louis asintió con la cabeza y, después de agradecer a sus hermanas por la ayuda, fue a preparar el lugar en donde planeaba realizar la pregunta más importante de su vida.

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Harry había ido al mundo nongaldur acompañado de sus pequeñas diosas y de Thavma, que moría por ver a Adeline a pesar de que el día anterior habían estado juntas.

—¡Son dos ángeles!—. Gritó Adeline al abrir la puerta y encontrarse con dos hermosas bebés que Harry cargaba con ambos brazos.

Pasaron y se sentaron en la sala, la mujer no pudo evitar cargar a ambas pequeñas y hacerles mimos.

—¿Cómo se llaman estas princesas?—. Preguntó a Harry, que se encontraba encantado al ver como su madre jugaba con sus hijas.

—Ella es Circe—. Dijo señalando a la bebé con hermosos ojos plomos. —Y ella es Sejmet—. Esta vez, señaló a la pequeña de ojos miel.

 —¿Por qué les llamaron así?—. Dijo Adeline con una mueca al escuchar los nombres. 

—Mamá, más respeto por favor. Sus nombres vienen del Boek Heilig, son elegidos por los dioses antiguos. 

—Pues que feos gustos—. Dijo Adeline sin quitar la mueca de disgusto.

—¡Mamá!

—¿Qué? Tu nombre tampoco me gusta, ¿Visnú? ¿De dónde sacaron eso?

Thavma solo reía encantada con la mujer de la que cada vez se enamoraba más.

—Mira, ella tiene cara de Chloe—. Dijo Adeline señalando a Circe. —Y ella de Salomé—. Dijo señalando a Sejmet.

—Pero mamá, ya tienen nombres.

—Tiene razón—. Dijo Thavma tomando de la cintura a Adeline y pegándola más a ella. —Tu llamas Louis a Deimos.

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