En una pequeña celda de la comisaría, se encontraba un pequeño niño. Este, de cabello rubio, ocultaba su cabeza entre sus piernas; temblaba, abrazándose a ellas, acurrucado en un rincón de la pared con su espalda, aguantando el frío de esta, esperando que lo peor llegue.
Podía escuchar voces a su alrededor desde las otras celdas; personas hablando, diciendo incoherencias que él no podía comprender. Sabía que eran hombres, hombres ebrios, hombres malos. Por suerte, para él, estaba solo en esa celda. Tenía miedo de levantar su cabeza cuando escucho al oficial y sus llaves abrir la celda. Se tensó un poco cuando sintió a alguien sentarse a su lado en ese banquillo helado en el que se encontraba.
—¿No vas a dejar que te vea? Prometo no hacerte daño.
Escuchó la voz de un nombre, poderosa y varonil.
Henry se lo pensó unos segundos. Después, de forma lenta, comenzó a levantar su mirada. Ahí, frente a él, se encontraba un hombre, este vestía de traje y zapatos distintivos, era elegante a simple vista, con su cabello castaño peinado hacia atrás y una barba bien peinada y cuidada. Le sonreía y Henry no pudo evitar sentir un cosquilleo en su interior.
—Ahí estás, hola ¿Qué hace un pequeño como tú en un lugar tan feo como este?
Henry no respondió, muy temeroso para hablar. Miró alrededor de la celda, solamente el hombre había entrado. Henry lo miró de nuevo e inconscientemente se abrazó a sí mismo, pegándose lo más que podía contra la pared.
—Mi nombre es Ganzel —dijo el hombre unos minutos después —¿cuál es el tuyo?.
Henry tardó unos segundos en contestar, se limitaba a observar al hombre, ahora conocido como Ganzel. Ese nombre le resultaba muy familiar, pero él no podía recordar de dónde. Seguía mirándolo, buscando algo que le dijera que no podía confiar en él, pero en ese entonces, no logró encontrar nada. Se concentró de nuevo en su sonrisa que no había borrado desde que se presentó. Henry se mordió el labio. Quizás puedo confiar en él, pensó.
—Mi nombre es Henry —murmuró, casi tan bajo que ni el logro escucharse.
—¡Henry! Que adorable nombre —exclamó el hombre, sonriendo mucho más.
Henry por primera vez se dejó llevar y se contagió de esa sonrisa, dejando que las comisuras de sus labios hicieran una pequeña mueca de sonrisa. Al mismo tiempo, fue relajando su cuerpo, bajando poco a poco sus piernas.
—Entonces, Henry... escuché que te metiste en graves problemas.
El rubio rápidamente se alarmó y temió que el haber bajado la guardia fuera una mala idea. Comenzó a negar y a tener por su vida.
—No, eso no fue lo que paso, si me deja explicar-
—No tienes nada que explicarme —interrumpió Ganzel antes de levantarse —Vamos, salgamos de aquí.
Henry lo miró con extrema confusión, ahora sin entender lo que pasaba.
—¿Adónde vamos? —preguntó, sin embargo, no se levantó.
Ganzel le sonrió antes de responder.
—Vendrás conmigo, pague tu fianza y solucione tu problema.
Henry se levantó de golpe, dejando su temor atrás. Ahora estaba lleno de asombro.
—¿Por qué hizo eso? Yo no lo conozco... —nunca había visto a este hombre en los muelles donde se prostituía, pero su nombre seguía retumbando en su cabeza, algo le decía que significaba peligro. Sin embargo, el hombre frente a él, le transmitía un aura tranquila. Henry estaba confundido y no sabía qué hacer. —¿Por qué está haciendo esto? —preguntó en un leve susurro.
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Yo te protegeré.
FanfictionHenry Hart, un adolescente huérfano a temprana edad y con múltiples experiencias que han marcado su vida, es rescatado por el Capitán Man, quien se ofrece a cuidarlo y protegerlo llevándolo con él a su guarida secreta. Lo que no esperaba el gran su...