Capítulo 8

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Henry despertó esa mañana sintiéndose mucho mejor; hablar con Ray lo había ayudado bastante para alejar sus pesadillas y temores. Aún tenía la mirada de Ganzel en su mente, sin embargo, después de contarle a Ray, se sentía un poco más seguro; estás a salvo ahora, Ganzel ya no puede tocarte; fue lo que se dijo una vez que salió dela habitación de Ray en la madrugada, también fue lo que se dijo al despertar. Más tranquilo, se levantó de su cama y fue a darse una ducha, eliminando todo rastro de lágrimas que habían quedado pegadas a su piel y que había olvidado limpiar de lo cansado que estaba. Eso lo ayudo a relajarse mucho más y pudo vestirse y salir de su habitación sintiéndose un chico nuevo.

Llego a la sala encontrándose con Ray sirviendo el desayuno, eso lo sorprendió un poco, pensó que se había levantado más temprano. Sin embargo, lo dejo pasar y le sonrió a Ray cuando noto su presencia. Mientras se acercaba a la mesa, pudo ver en ella panqueques y jugos de naranja. Eso hizo que su estómago gruñera, llenándolo de hambre.

—¿Dormiste bien?

La voz de Ray tan cerca lo sorprendió un poco, alejo su mirada de la mesa para verlo, Ray le sonreía al mismo tiempo parecía interesado por su bienestar. Henry le devolvió la sonrisa y asintió.

—Me alegra saberlo, ahora podemos desayunar —Ray se sentó y con un gesto de su mano, invito a Henry a sentarse.

—Se ve delicioso —murmuro Henry mientras se sentaba frente a Ray. Admiraba la comida mientras se le hacía agua la boca. Ray le entrego un plato ya servido con panqueques con mucha miel encima. Henry se relamió los labios mientras aceptaba el plato. Unos segundos después, comenzó a devorar su comida como si no hubiera un mañana. Ray sonrió al ver a Henry comer, sus mejillas estaban llenas de miel, haciéndolo ver adorable. Ray lo estuvo contemplando por unos segundos antes de comenzar a comer.

—Estuvo muy rico el desayuno Ray, gracias —comento Henry unos minutos más tardes ya con el plato vacío y el vaso de jugo acabado. Tomo una servilleta y se limpió a cara mientras miraba a Ray con una sonrisa.

—Es un placer para mí prepararte el desayuno todos los días —dijo, hubo unos segundos de silencio tranquilo antes de que Ray volviera a hablar — por cierto, tengo algo que darte, con lo que pasó ayer se me olvido por completo.

Henry miró con una expresión confundida a Ray mientras el castaño se levantaba del sillón y caminaba hacia un pequeño cajón. Henry siguió todos sus pasos y movimientos hasta que lo vio volver con una pequeña bolsa de color negra. Henry se sorprendió al verla, era la misma de ayer. No podía dejar de verla, la curiosidad entrando en todo su cuerpo. Se sorprendió mucho más cuando Ray se la entrego. Henry lo miro asombrado, lentamente tomo la bolsa y saco lo que había en ella; era un teléfono. Henry miraba hacia la caja totalmente confuso, luego miro a Ray quien le dedicó una sonrisa.

—Yo... no puedo aceptar esto —dejo la caja en la mesa y la deslizo de vuelta hacia Ray. El castaño, quien tenía una sonrisa, la fue borrando poco a poco.

—Es un regalo, Hen —murmuro algo triste mientras que discretamente deslizaba la caja de nuevo hacia Henry.

Henry miró la caja con algo de recelo, comenzó a jugar con sus dedos de forma nerviosa, un pequeño tic que tenía cuando estaba ansioso.

—Ya me has dado muchas cosas y debiste gastar mucho dinero comprando eso... yo, simplemente no puedo aceptarlo.

—Henry, ya te dije que eso no es un problema, no te preocupes por el dinero.

Pero Henry no estaba muy convencido de sus palabras y seguía mirando la caja con algo de dura. Nunca había tenido un teléfono en su vida, pero sabía que este que le había comprado Ray era de los de último modelo y sabía lo caros que eran. Ray ya había gastado mucho en él, no podía soportarlo más.

Yo te protegeré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora