Capítulo 34

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Desde aquella noche, la pareja había encontrado un nuevo sentimiento en su relación, era como si de alguna forma hubieran conectado mucho más. Una parte de ellos se unió a la contraria, el amor que se tenía ahora, más intimó, había incrementado la fortaleza en su relación.

—Aquí tienes —Henry dejó con cuidado en la mesa el plato con el desayuno que había preparado única y exclusivamente para su novio. Ray le sonrió luego de mirar a los deliciosos panqueques repletos de miel y mantequilla.

—Ven aquí —Ray tomó su mano y lo invitó a sentarse a su lado, luego lo rodeó con su brazo y dejó un tierno beso en su mejilla —No tenías que hacer esto.

—Quería hacerlo —Henry simplemente se alzó de hombros, después tomó el cuchillo y el tenedor; pico un poco de la suave masa, un pequeño trozo de panqueque con mucha miel. Después se lo pasó a Ray, invitándolo a probar. Ray abrió la boca y dejó que Henry lo alimentará. Ray masticó la masa, deleitándose con los sabores, sus glándulas gustativas danzaron de alegría.

—Mmm, esto está delicioso. Eres el mejor cocinero del mundo— llevó su mano hacia la mejilla de Henry, acariciándolo con lentitud. Sintió la piel caliente del rubio debido al sonrojo que se formó en su rostro, eso lo hizo sonreír. Henry apartó la mirada al darse cuenta de eso.

—Son solo simples panqueques, cualquiera puede hacerlo...

Ray negó un poco su cabeza, Henry siempre menospreciaba su trabajo. Se acercó hacia el rubio, tomó su mentón con suavidad y lo obligó a verlo.

—Solo tú sabes hacer los panqueques como me gustan —murmuró antes de besarlo.

Henry se rió en medio del beso antes de corresponderle. Llevó sus brazos hacia su cuello, profundizando más el beso. El beso se prolongó por unos segundos, se besaban con algo de necesidad como si nunca lo hubieran hecho en su vida. Pero pronto Henry comenzó a sentir la falta de aire y a regañadientes tuvo que separarse. Sin embargo, Ray tenía otros planes.

—Ray... Ray —Henry puso sus manos en el pecho del castaño, haciendo un vago intento de apartarlo. —Ray... —entre besos le hablaba, pero cada que lo hacía, Ray lo ahogaba con sus labios. Henry dejó escapar una risita cuando el castaño comenzó a picotear besos por su mentón. —Tu comida se enfría... —murmuro Henry, tratando de no caer en las caricias y toqueteos del castaño.

—No me importa.

Ray continúo besándolo, dejó sus labios a un lado para bajar hacia su cuello. Henry tarareó un poco ante el toque, inclinando hacia un lado su cabeza para darle más acceso. Aun con sus manos rodeando el cuello del mayor, acarició la parte de su nuca y los leves cabellos que había en ella. Se rió un poco cuando los besos de Ray comenzaron a hacerle cosquillas, en su interior, pequeñas mariposas revoloteaban. Entre abrió un poco sus ojos, estos captaron los monitores y fue ahí cuando logró prestar atención a lo que sucedía. Poco a poco fue abriendo sus ojos y el momento mágico y las emociones se fueron desapareciendo.

—Ray... —murmuró en medio de un tartamudeo, llevó sus manos de vuelta al pecho del castaño y lo apartó —Ray —expresó con firmeza esta vez.

Ray se detuvo y se apartó, una mirada de confusión, pero también de preocupación se dejó ver.

—¿Qué pasa?

Henry lo ignoró, se levantó del sillón giratorio y a pasos lentos caminó hacia los monitores.

—Están hablando sobre nosotros en las noticias... —Henry tomó el control remoto y subió el volumen.

Ray se levantó con molestia, no era la primera vez que los reporteros hablaban de él; desde el juicio, su nombre y el de Henry salían en pantalla a cada rato. Sin darle mucha importancia, llegó junto a Henry, solo para ponerse rígido cuando se percató de lo que hablaban.

Yo te protegeré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora