Buenos Aires, Argentina
Estrella había terminado la facultad y se había recibido con la puntuación más alta que le otorgó una medalla y una mención especial por parte del equipo académico. Se había graduado en marketing porque le gustaba todo lo que conllevaba aquello y porque estaba segura de que conseguiría trabajo en menos de un año. Realizó pasantías para tomar experiencia y así poder agregarlo en su currículo, pero las cosas no empezaron a pintar nada bien cuando vio que en su casa la plata estaba empezando a ser un problema. Su familia era de clase media trabajadora y aunque no siempre se podían dar los gustos, vivían bien.
Después de un par de meses en que las pasantías se agotaron, decidió ir tirando su carta de presentación a diferentes empresas, a las que la habían llamado para tener una entrevista, no se habían vuelto a comunicar más con ella y el tiempo pasaba para poder obtener un trabajo y un sueldo fijo para ayudar en la casa, porque veía que las cosas no les estaban yendo tan bien como lo habrían querido.
Tras algunos meses más en dónde trabajó por medio tiempo en un supermercado como cajera y otro tanto atendiendo una tienda de ropa femenina, supo que tenía que plantearse hacer un giro de 180 grados y con rapidez. No quería trabajar de lo que no había estudiado y se puso en la cabeza que tenía que irse de ahí, a algún país limítrofe o más arriba, o bien al otro continente.
Su madre pegó un grito cuando la chica lo comentó en la mesa mientras cenaban.
—¿Por qué no querés? No me voy a instalar por definitiva ahí, serían solo unos meses, para poder conseguir un trabajo fijo y de tiempo completo de ser posible y así poder mandarles plata —justificó la muchacha.
—Sos demasiado joven para irte del país, ni siquiera sabes las de cosas que te podrían pasar.
—Acá también me puede pasar cualquier cosa cuando salgo a la calle —le dijo intentando que reaccionara.
—Pero sería diferente porque te iríamos a ayudar, en otro país, ¿qué vamos a poder hacerte? Nada. —Rectificó su madre un poco molesta.
—Me parece que estás exagerando un poco, no todas las personas son malas y siempre hay alguien para ayudarte, con el criterio que tenés, nadie saldría de su propio país en busca de algo más —abrió más los ojos de manera desmesurada.
—¿Y vos qué estás buscando?
—Mi camino... algo que me diga que voy a poder hacer muchas más cosas que estar detrás de un escritorio.
—Lo podés hacer acá también.
—Ya lo intenté y nadie me llamó, hice todas las entrevistas para las que me llamaron y ninguna se comunicó de nuevo para decirme que tenía el trabajo.
—Creo que estás proyectando de manera deliberada y no te estás enfocando bien en lo que realmente importa, sos chica todavía, no podés tomar decisiones tan apresuradas. ¿Con qué plata vas a moverte si te vas del país? —Su madre la miró otra vez, con seriedad absoluta.
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El pequeño hotel de las delicias ©
General FictionEstrella cree que la vida en el extranjero es color de rosa y con una decisión apresurada se embarca en un viaje que le hace ver la realidad de las cosas. Tras unos meses de luchar por sus sueños y saber que todo es en vano, se plantea regresar a su...