⭐Capítulo 6⭐

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Reggio Calabria

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Reggio Calabria

Estrella se encontraba trabajando desde hacía seis meses en un bar limpiando, acomodando y algunas veces sirviendo a la clientela también cuando el dueño estaba escaso de personal, encontró aquel empleo gracias a la página de anuncios y con ayuda de Valerio.

Si bien el trabajo no era desagradable y el dueño junto a su esposa e hijo, que este último los visitaba dos veces a la semana, eran muy amables, el sueldo no era del todo lo que esperaba, porque no podía hacerles giros a sus papás y solo se podía mantener ella. Viendo la situación y poniendo en la balanza varias cosas, el sueño de un porvenir mejor no estaba dando sus frutos como la muchacha siempre había querido o fantaseado.

Creía que las cosas fuera de su país eran mejores, que había gente buena dispuesta a ayudarla, y las había, como el señor Salvatore, su esposa María y su hijo Giacomo, pero siempre estaban las personas que, por considerarla extranjera, la trataban mal, como algunos de los clientes que frecuentaban el bar.

Estaba realmente agradecida por la ayuda y el trabajo que le habían dado, pero no podía seguir evadiendo la realidad y aunque le entristecía la decisión que había tomado, no podía echarse atrás.

Habiendo conversado con sus padres por separado, con el dueño del bar e incluso con Giacomo, todo estaba dicho, a pesar de la confianza que su papá tenía depositada en ella, tenía que regresar y enfrentarse a la realidad. Aunque ese viaje fuese el único que posiblemente haría porque dadas las circunstancias no veía un gran trabajo por el que había estudiado.


☆ ☆ ☆


Días más tarde y llorando a mares con el matrimonio que tenía el bar, el hijo de ellos la llevó al aeropuerto para su viaje de retorno a Buenos Aires. Entre abrazos y lágrimas también se despidió de él estando muy agradecida por toda la ayuda que le habían dado.

En la puerta de embarque cuando presentó el pasaje y caminó por la manga para poner un pie en el avión, revisó su celular porque le había llegado un mensaje de texto, abrió el chat encontrándose con un mensaje;


⭓ Valerio ⭓

Mi amigo te necesita en Tropea para mañana,

pero puedes venir hoy 😉


Estrella quedó asombrada y nerviosa por aquel comentario y, haciéndose a un lado para dejar pasar a los demás pasajeros, le respondió;


~☆Estrellita☆~

Estoy a punto de subir al avión,

me vuelvo a Buenos Aires

⭓ Valerio ⭓

Te necesita en serio aquí,

tienes el trabajo asegurado.

Le he comentado lo que estudiaste y

de qué te recibiste, dijo que le vendría

muy bien tenerte en el hotel, me comentó

que te dijera que serías la recepcionista y a

su vez una gran ayuda para que el hotel

tenga una mejor imagen también, ¿qué opinas?

~☆Estrellita☆~

Valerio, no lo sé, es muy arriesgado,

compré el pasaje con la plata que estuve

guardando para eso y tengo muy poca plata

para quedarme por más tiempo en el país,

te agradezco el gesto, pero no puedo aceptar

algo más sino consigo un lugar

donde quedarme y comer.

Sé que lo haces de generoso que sos y

vos tenés recursos que yo no puedo costearme.


En el instante en que el hombre terminó de leer el mensaje que ella le había enviado, la llamó y la muchacha lo atendió.

—Hola —emitió él y la chica sintió mariposas en su estómago al volver a escucharlo.

Lo mismo le produjo a Valerio cuando escuchó la voz de Estrella saludándolo.

—Tienes el trabajo de recepcionista del hotel, opinarás para que el hotel continúe teniendo una buena imagen, aportarás ideas si quieres, tendrás un lugar para vivir y comida, y un buen sueldo, te lo aseguro, Estrella. Solo dime que sí y se lo comunico a mi amigo.

Ella se mantuvo callada.

—Por favor —le suplicó.

Aquellas palabras en tono de súplica junto con la voz de su papá que retumbaba en su pensamiento al acordarse de lo que le había dicho hacía un tiempo atrás.

«Las oportunidades pasaban una sola vez en la vida y muy rara vez por segunda vez la misma oportunidad, y que a veces la lógica no era buena consejera, solo se debía escuchar al corazón.»

Y Estrella lo tuvo mucho más claro que antes.

—Acepto.

Se dio media vuelta y corrió hacia la puerta de embarque para volver al aeropuerto.

No sabía si había cometido un error, si su madre se iba a enojar después, lo único que tenía bien claro en aquel momento era que había decidido escuchar a su corazón, el que iba por impulso y se guiaba por los sentimientos.

No sabía si había cometido un error, si su madre se iba a enojar después, lo único que tenía bien claro en aquel momento era que había decidido escuchar a su corazón, el que iba por impulso y se guiaba por los sentimientos

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El pequeño hotel de las delicias ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora