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Se sentía raro.

Ayudaba a su padre en la tienda de música, limpiando algunos de los instrumentos que se encontraban más solitarios con suavidad.

Probaba algunos de los que terminaba de limpiar para asegurarse de que estuvieran en buen estado, afinando un par de guitarras y violines.

El ambiente era tranquilo y agradable, pero aquel sentimiento seguía en su pecho, aunque se convenciera de que todo estaba bien, porque lo estaba, no pasaba mucho tiempo antes de que volviera a aparecer.

Pensó en su lugar favorito, en su olor favorito, su comida favorita. Se imaginó junto a su persona favorita, y entonces pudo sonreír genuinamente, relajándose.

Y entonces esa persona entró por la puerta, haciendo sonar la campanilla. No, no era él, era su hermana.

"Oh, Dolores," sonrió, dándose la vuelta hacia ella, acercándose.

La chica se veía agitada, tenía el moño en su cabeza algo torcido hacia la izquierda y sus ojos estaban muy abiertos, como si acabase de ver al monstruo más horrible frente a ella.

"¿Qué pasó?" Preguntó el chico en un tono de voz completamente opuesto al que gritaba en su cabeza, sintiendo aquella molestia que le había acompañado durante toda la tarde una vez más, con mayor intensidad.

"Es Camilo," murmuró, apresurándose para recuperar el aire que le faltaba. "Él... Tienes que venir conmigo, por favor."

Sin hacer ninguna pregunta, le advirtió a su padre que se ausentaría un rato y sin esperar respuesta salió del negocio junto a la morena.

"¿Qué es lo que pasa?"

Mantenía los puños cerrados desde antes de cruzar la puerta, clavándose las uñas en las palmas para no echarse a llorar del pánico.

"No lo sé muy bien," hizo una mueca, "está encerrado en su cuarto, ha estado llorando por horas. En cuanto se detuvo un momento, pude escuchar espejos romperse. Ahora mismo lo escucho, estoy asustada."

Dejó de hablar un momento para acomodarse el cabello que le impedía ver con claridad, sin mencionar las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos.

"Nadie puede entrar a su dormitorio, ni siquiera la abuela o Mirabel: Casita no se los permite."

"¿Y por qué me viniste a buscar?" La miró, pensando en cómo reformular la pregunta al sentir que había sonado desinteresado. "¿Cómo podría ayudar yo, si incluso Casita quiere que todos se mantengan alejados?"

Dolores dejó de caminar, haciendo que el menor imitara la acción un par de segundos más tarde.

"Los he escuchado juntos, Mateo. Los he visto, cómo se hacen felices mutuamente. Eres a quien Camilo más ama. Si hay alguien que puede ayudarlo, eres tú."

El azabache sonrió levemente ante sus palabras y asintió, volviendo a caminar rápidamente mientras limpiaba uno de sus ojos húmedos con el dorso de su mano.

Iba a ayudarlo. Tenía que hacerlo.

 Tenía que hacerlo

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SUNFLOWER, VOL. 6 ─ camilo madrigal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora