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Zayn tomó aire y cerrando los ojos le tendió la caja color azul a Liam. — No preguntes, no digas nada, sólo tómala. — Volvió a empujarla un poco más, golpeando así la nariz de Liam sin querer. Escuchó su quejido y se alteró. — ¡Lo siento, lo siento! ¿Duele? ¿Duele? — Acercó su mano hasta su nariz, comenzó a sobarla intentando ser suave, pero no creía que fuese suficiente. — ¡¿Quieres hielo?!

— Zay–

— ¡Juro que vi un morado ahí! — Movió su carita a un lado y comenzó analizarlo mejor, terminando, de nuevo, con más miedo. — ¡¿Duele?! ¡Juro que no quería!

— Yo– Za–

— ¡No hables! ¡Sólo mueve la cabeza! — Liam sonrió y comenzó a negar. Apartó los dedos de Zayn de su cara y los tomó entre los suyos.

— No seas tonto, me quejé por la impresión, no porque haya sido doloroso.

— Pero, pero–

—Igual es lindo que te preocupes, Zayn, pero lo hiciste de más y has llamado la atención del resto de tus compañeros. — Zayn miró a los lados, sonriendo avergonzado, se dejó caer a un lado de Liam en la banca. Este sonreía, como si no acabará de de dejarlo en vergüenza. — Y como trataba de decirte, estoy bien.

— Sí, ahora lo sé.

Le sonrió y no dijo más, se dedicó a comer de los pastelillos que el mayor había traído, y sólo sonreía por ratos.

Zayn estaba nervioso, más que nada tenía miedo de que no fueran a gustarle. O que la sonrisa que cargaba en sus labios fuera falsa para cubrir la realidad.

Tal vez y le había echado mucho betún. O la naranja le daba un toque amargo. Tal vez el azúcar, o no sabía a pastelillo como había pensado.

— ¡Si quieres puedo cambiarlos! — Quiso tomar la cajita, pero Liam fue más rápido y la sujeto cerca de su pecho.

— ¿Por qué harías eso?

— Es que, — Carraspeó regresando su trasero al asiento. — tal vez no son buenos.

— ¡Lo son! — Rió manchando sin querer el costado de sus labios. — Es rico, me gusta que no es empalagoso. Perdona si te hice creer lo contrario, no suelo hablar mientras como porque siento que es grosero. No creí que pensarías que no me había gustado.

Zayn bajó la cabeza a sus manos y quiso golpearse por ser tan apresurado. — Lo siento, tengo un poco de miedo al rechazo.

— Lo sé.

— Tampoco me gusta que los demás no me crean capaz de algo, o que tengas expectativas tan altas de mí, que no pueda cumplirlas.

Liam le sonrió de lado, tan pequeño y dulce que sintió un calor recorrer su pecho. — ¿Por qué esperas cumplir la de los demás y no la tuya?

— Porque ni siquiera sé lo que yo quiero.

— Siempre estamos cambiando, Zayn, tus deseos y sueños probablemente no siempre sean los mismos, pero eso no cambia nada. Debes de pensar en ti mismo. — Mordió su labio y posó su mano en el hombro delgado de pelinegro. Zayn ni siquiera podía mirar sus ojos, sentía que podía vómitar en cualquier momento por ese revoloteo en su estómago.

Se sentía tan bien esto, el estar ahí, hablando de él sin tener que pensar de más, sin tener demasiado miedo en arruinarlo un poco más. Estaba, estaba siendo Zayn, ese conocían en casa pero que fuera de ella tenía que ser perfecto, encantador y hermoso.

No lo era por completo, pero seguía sin ser lo suficiente.

Pero estar ahí, con un chico que seguía con su mejilla sucia, con su camisa desarreglada y su carita de bebé... le era más placentero que estar rondando por los pasillos preguntando por la vida de los demás.

— Me gusta la cocina. Todo lo que tiene que ver con ella; desde platillos hasta postres. Y, me hace feliz, me recuerda a mi abuelo. — Subió su vista, sonrojándose al instante por los ojitos atentos del castaño. — Yo– no, sí, mi abuelo.

— Suena genial. Mis abuelos no eran muy cercanos a mí, ellos no vivían en la misma ciudad que yo.

— A veces es algo estresante, sus pensamientos chocaban con los míos y eso lo volvía incómodo. — Tomó la mano de Liam con cuidado, viendo la pintura color rosado en sus uñas. — Aún así, él siempre hacía lo que fuera para volver a lo del principio, era tierno, me causaba risa ver como mordía su labio cuando mis comentarios le eran desagradables.

Lo miró y Liam le sonrió como si entendiera a lo que se refería.

Zayn tomando un poco de valor, se levantó, sin soltar su mano, a limpiar ese costado donde el betún hacía. Se tomó su tiempo, pero al mismo tiempo, sentía que se estaba quemando vivo porque los ojos de Liam estaban puestos en su rostro.

Se apartó tan rápido como pudo, dejando su mano sobre la mesa mientras buscaba donde meterse.

Al final Liam terminó riendo, cambiando de tema como si Zayn no fuese un mar de emociones en ese instante.

¿𝖢𝗈́𝗆𝗈 𝖹𝖺𝗒𝗇 𝖾𝗇𝖺𝗆𝗈𝗋𝗈́ 𝖺 𝖫𝗂𝖺𝗆 𝖯𝖺𝗒𝗇e?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora