015. chapter fifteen

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VORMIR, 2014

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VORMIR, 2014.

—Déjame ir —la voz de Natasha era tranquila, pero en lo más profundo, sentía miedo. Sin embargo, valía la pena.

—No —Clint negó con la voz quebrada, aferrándose a su mano como si su vida dependiera de ello—. No. Por favor, no. No puedo perderte... no después de Ally.

Natasha lo miró con una tristeza inmensa.

—Está bien —murmuró suavemente, sin saber que su sobrina había dicho esas mismas palabras—. La cuidaré.

Clint ahogó un sollozo.

—Por favor —susurró, desesperado.

Pero Natasha, decidida, se impulsó con fuerza desde la roca, soltando el agarre de Clint.

—¡No!

Clint gritó mientras las lágrimas rodaban por su rostro. No quería mirar, pero sus ojos lo traicionaron, cayendo sobre el cuerpo inmóvil de su mejor amiga.

De repente, una luz cegadora inundó todo, haciéndole cerrar los ojos.

[ • • • ]

Clint despertó sobresaltado, con la sensación del agua fría en su piel. Se incorporó, desorientado, y miró a su alrededor.

Estaba lejos de la montaña, tumbado en un charco con la arena a su alrededor.

Algo pesado en su mano captó su atención. Bajó la mirada.

Tenía la Gema del Alma.

Las lágrimas volvieron a brotar, más intensas. Sabía lo que había costado conseguirla. Natasha se había sacrificado por todos ellos, por la esperanza de devolver lo que Thanos les había arrebatado cinco años atrás.

[ • • • ]

Thanos estaba muerto. El fin había llegado para los Vengadores.

Aunque la mitad del universo había regresado gracias a las seis Gemas del Infinito, para ellos no todo fue felicidad.

Natasha Romanoff y Tony Stark habían dado sus vidas para salvar al mundo. Y Steve Rogers, después de todo, había decidido regresar a su tiempo, buscando esa vida que Tony siempre le dijo que viviera.

[ • • • ]

Una chica rubia bajó de su camioneta, el viento levantando su cabello.

—Vamos, Fanny —dijo, abriendo la puerta trasera para que su perro saliera.

Fanny saltó alegremente, corriendo unos pasos por delante de su dueña, ladrando de entusiasmo. La rubia avanzó hacia el cementerio cercano, que quedaba justo al lado de la carretera.

Avanzó con pasos cuidadosos hasta la tumba en particular a la que quería llegar.

NATASHA ROMANOFF
Hija - Hermana - Vengadora

Yelena ajustó unos pequeños regalos que ya descansaban frente a la lápida antes de arrodillarse junto a ella. Su mano se deslizó suavemente por detrás de la piedra, mientras apoyaba su frente en la esquina, dejando escapar un leve silbido.

Ese era su saludo secreto. Su forma de comunicarse con Natasha, su hermana.

Con un suspiro, Yelena se levantó, quedando de pie frente a la tumba, observándola en silencio. Los segundos pasaron hasta que el sonido de una motocicleta interrumpió la calma, seguido por el ruido de pasos acercándose.

Yelena esbozó una sonrisa de lado.

—¿Qué haces aquí? —preguntó sin voltear.

—Vine a acompañar a una amiga —respondió Allison Barton, una mujer de ahora 30 años, mientras se encogía de hombros—. ¿O qué, ahora no puedo hacerlo?

—Claro que puedes —respondió Yelena, pasando un brazo alrededor de los hombros de su más cercana amiga.

Allison sonrió levemente, recostando la cabeza en el hombro de Yelena. Juntas, permanecieron en silencio, observando la tumba de Natasha con un poco de dolor.

De repente, el sonido de alguien sonándose la nariz rompió la quietud. Las dos mujeres se miraron con cansancio antes de girarse para ver a Valentina Allegra de Fontaine, su "jefa", por decirlo de alguna manera.

—Perdón —dijo, sin la menor señal de arrepentimiento—. Soy alérgica al Medio Oeste. Pero lo que hizo esta mujer... francamente, ni siquiera puedo imaginarlo.

—No deberías estar molestándonos durante nuestras vacaciones, Valentina —dijo Yelena, rodando los ojos con fastidio.

—¿Molestarlas? Oh, no —replicó Valentina de inmediato, sacudiendo una mano—. Vine a darles mi más sentido pésame.

—Venir aquí solo te hace parecer desesperada —respondió la rubia con una sonrisa sarcástica.

Valentina rió con ligereza, y ambas mujeres forzaron una sonrisa de cortesía.

—Está bien.

—Queremos un aumento —añadió Allison con mirada seria.

—Ah, sí, yo también quiero uno —respondió la contraria sin perder el ritmo, sacando una tablet de su bolso—. Pero antes, les traigo su próximo encargo. Pensé que preferirían recibirlo en persona.

Extendió la tablet, y Yelena la tomó con una mirada cautelosa. Allison se tensó al ver la imagen de su padre: Clint Barton. Fue tomada mientras hacía de justiciero por el mundo después de que el resto de su familia desapareciera con el Blip.

—Tu padre es bastante apuesto, ¿no crees? —dijo Valentina con una sonrisa maliciosa, mirando a la arquera. La joven le lanzó una mirada de advertencia—. Ah, y... —deslizó la pantalla para mostrar una nueva imagen que hizo que Allison se quedara completamente inmóvil—. No muchos saben que él también estuvo allí a su lado.

Allison contuvo la respiración al ver la imagen de Pietro Maximoff detrás del hombre. Yelena la observó en silencio, sabiendo lo que esa información significaba.

Se miraron mutuamente, ambas conscientes de lo que tenían que hacer.

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