Oficialmente viuda

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P.O.V: Lana Parrilla

Tras hablar con mi abogado lo veo todo mucho más claro, no tiene ningún sentido tratar de hacer desaparecer esa foto de las redes sociales, ya está en la nube y va ser imposible librarse de ella. Si algo así fuera posible Kim Kardashian hubiera eliminado de las mentes de todos su sex tape. Así que tengo que aceptar que ya no hay vuelta atrás y que voy a vivir sabiendo que esa fotografía existe en el dispositivo de alguien. No pasa nada, lo superaré, pero ahora debo ponerme manos a la obra y hacer caso al abogado. Ahora me toca encontrar y vengarme de Fred. No sé cómo se liberó de los cargos por maltrato y acoso, hay rumores de que está enrollado con una abogada española de mucho renombre, pero no me importa. Si la justicia no va a actuar, lo haré yo por mi cuenta. Saco mi teléfono y tecleo rápidamente un mensaje de texto que envío al número que ha compartido el enlace de mi página web, por suerte mis informáticos ya están trabajando en retirar ese artículo de la línea de ropa.

"Está bien, tú ganas Fred. Vamos a vernos"

Apenas diez segundos después me llega una notificación de ese número misterioso, indicándome una dirección. No me oriento demasiado bien en una ciudad desconocida como es Milán, así que me sirvo de Google Maps para llegar. Al menos solo son las 18:00pm, aún hay luz y me encuentro en medio de una calle llena de personas. Nada malo puede pasar. Espero diez minutos al lado de una fuente de mármol bastante distinguida. Se trata de la escultura de un hombre subido a una tallada roca y sujetando un balde de agua que caracteriza la fuente. Me detengo unos minutos a observarla y a leer la placa: "Fontana dei Tritonis". Es bonita.

Pocos minutos después le veo aparecer. Va perfectamente vestido, me recuerda al elegante Fred que yo conocí, al hombre que trataba de impresionarme y que me llevaba a los restaurantes más caros y sofisticados de Los Ángeles. El tipo se acerca y yo mantengo la compostura, no pienso dejar que me intimide una vez más.

"Qué bueno verte, Lana" afirma nada más llegar con una sonrisa.

"Ojalá pudiera decir lo mismo" respondo yo muy seria.

"¿Me acompañas, por favor?" pregunta con voz suave para no asustarme, mientras me tiende su mano.

"¿Cuál es tu problema?" salto sin más, no puedo controlarme. "¿De verdad piensas que voy a ir a cualquier parte contigo? Estás loco, yo no me muevo de esta plaza"

Fred deja caer su mano a su costado y su sonrisa se difumina levemente.

"De acuerdo, ¿qué me dices de un café en ese bar de ahí?" la misma mano que me ofrecía se alza y señala un local en una de las esquinas de la plaza. El lugar es grande y está lleno de gente, ni siquiera salimos de la plaza y tiene terraza al aire libre.

"Bien" es mi simple respuesta.

Nos movilizamos hacia el establecimiento y Fred pide dos cafés con leche. Nos sentamos en una mesa de la terraza y ninguno formula ni una sola palabra hasta que llegan las bebidas. Durante ese tiempo yo me dedico a observar atentamente la fuente en la que yo me encontraba de lejos, viendo a los turistas pasar y sacarse fotos con ella, algunos niños tiran monedas y piden deseos. ¿Cómo sería pedir un deseo y que se hiciera realidad? Sería lo mejor que podría pasarme, porque sé exactamente lo que le pediría al Universo.

"¿Y bien?" pregunto tomando entre mis manos la taza que el camarero había ofrecido a Fred, no pienso beber nada de lo que él me de.

"¿De verdad? ¿Cambiar las tazas?"

"Prefiero no correr riesgos"

Fred suspira de agotamiento y ese acto por su parte me recuerda a cada vez que se cabreaba conmigo, a cada vez que hacía algo mal y él se cansaba de mi actitud. Basta, Lana. No puedo seguir pensando en eso o el terror me invadirá y me hará perder el habla, lo estoy haciendo muy bien como para estropearlo ahora. Me concentro y vuelvo a hablar, con la voz firme, la cabeza alta y la actitud segura.

Secretos de rodaje [Morrilla]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora