¿Romántica?

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P.O.V: Lana Parrilla

Una semana después

El timbre de mi casa suena una vez, resonando por todas las estancias del domicilio y advirtiéndome de la llegada de un individuo, de la presencia de alguien en el porche. Antes de ponerme en pie y dirigirme a la entrada de mi hogar, observo una vez más mi reflejo en el nítido espejo de mi tocador. ¿Será mi maquillaje demasiado? ¿Era realmente necesario el pintalabios rojo? ¿Será el recogido del cabello excesivo? Hacía tiempo que no estaba tan nerviosa, puesto que ni siquiera sé cuánto tiempo ha pasado desde que tuve una primera cita con alguien. Me levanto y me dirijo hasta la puerta. Mi largo vestido negro, con escote en V y tirantes, roza mis tobillos y da la bienvenida a mis altos tacones de fiesta. Sin duda he exagerado, tiendo a sobreactuar en algunas ocasiones y seguro que esta cena ni siquiera es tan importante como yo pienso. Una vez llego a la entrada de mi vivienda, aún indecisa de si debería soltarme el pelo y olvidar el elaborado moño trenzado que he tardado tanto en hacerme, abro la puerta.

Frente a mí, una preciosa rubia de ojos verdes me sonríe de oreja a oreja. Está preciosa y no puedo evitar observarla de arriba a abajo con las pupilas muy extendidas y los ojos completamente abiertos. Sus pequeños pies calzan unos hermosos zapatos de tacón negros como los míos, sin embargo los suyos son de menos centímetros, lo que deja a la joven rubia más o menos a la misma altura que yo. Sus esculpidas piernas quedan envueltas en un pantalón de traje blanco que se ciñe a la perfección a su cintura, justo donde empieza un top de noche negro con escote corazón y sin tirantes. Cubriendo sus brazos, una elegante americana blanca a juego con los pantalones y la cabellera dorada libre de ninguna sujeción.

"Hola" sonrío tímidamente, jugueteando con mis dedos al no saber qué hacer con las manos. "Estás muy guapa" acabo diciendo sintiendo mis mejillas encenderse.

"Tú también, pero bastante más bonita que yo" responde ella igual de nerviosa y, cuando desciendo la mirada para ver como ha calmado ella la inquietud de sus manos, me doy cuenta de que las tiene detrás de su espalda.

Mi ceja se alza en señal de incomprensión, pero justo en ese momento Jennifer me muestra el contenido de sus manos. En la derecha un precioso ramo de rosas escarlata y en la izquierda algo que no logro descifrar. Es una caja de piel negra, lo suficientemente grande como para ocultar en su interior algún tipo de joya o incluso un reloj. ¿Se ha gastado dinero para esto? No debería haberlo hecho, yo no le he comprado nada. Genial, ya voy a arruinarlo.

"Son para ti" sonríe mientras acerca a mi cuerpo el ramo de flores.

Con cautela sujeto el tallo de las flores y acerco mi nariz a los pétalos de las rosas. Su aroma es absolutamente hechizante. Miro de nuevo a la mujer que espera impaciente en la puerta y la invito a pasar al interior de la estancia. Jennifer se queda de pie frente a la puerta, aun con la oscura caja entre sus manos, observándome en cada movimiento. Yo me desplazo libremente por mi casa, trasteando entre mis pertenencias en busca de un ornamentado jarrón en el que depositar este lindo gesto. Por fin encuentro uno y, una vez lo he llenado de agua y he cortado el final del tallo de las flores, introduzco estas en el agua y coloco el jarrón en el comedor.

"La verdad es que le dan mucha luz a la habitación" afirmo mientras observo lo bien que quedan con el blanco tiza de mi pared. "Es un precioso detalle, Jen. Muchas gracias" digo al tiempo que me giro para decirle esas palabras mirándola directamente a los ojos.

"Aún no he terminado" esta vez me tiende la intrigante caja que lleva alimentando mi curiosidad desde que la rubia ha llegado.

"No puedo aceptar más regalos por tu parte, yo no te he comprado nada"

Secretos de rodaje [Morrilla]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora