3. Dejame tenerte, ¿sí?

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Se despertó a mediodía, al sentir su cuerpo sofocado por el calor. Notando que unos brazos le rodeaban la cintura.

Se movió algo incomodó, por la posición tan íntima y por el dolor en sus caderas.

—Dejame seguir así, chico,— El hombre gruñó medio dormido, presionando su media erección, contra su trasero desnudo.

Yuuji se mordió el labio para no gemir, sonrojándose por el tono de voz más ronco, el cuerpo del hombre contra él y sus brazos rodeándolo de manera posesiva.

Suspiro, girándose como pudo, para observar a Toji, quien estába bastante cómodo en su cama.

El hombre, yacía desnudo, acurrucado junto a él. Su negra cabellera dispersa en la almohada, su rostro relajado.

Acarició con suavidad la piel de aquellos brazos que lo sujetaban, formándose en su rostro una gran y cálida sonrisa. Seguro, de haber disfrutado de la experiencia compartida con el mayor.

Recordando el agarre firme en sus caderas, besos intensos, embestidas profundas y caricias dominantes, toques que al sentirlos, le quemaban la piel.

Toji había sido su primero.

Chillo cubriéndose el rostro con ambas manos, sintiendo su corazón latir velozmente en su caja torácica, escuchando al mayor alejarse, para estirarse en la cama y abrir sus ojos.

Yuuji se giró, para observarle, sabiendo que ya era el momento de que ambos tuvieran una conversación.

—¿C-cómo supiste que era yo?, lo mencionaste. —  Murmuró, nervioso.

Escucho a Toji bostezar, llevando sus manos detrás de su cabeza, para acomodarse. Dirigiendo su verdosa mirada, hacia él.

— Megumi, me envío una imagen de una pintura que le compartiste, de Aki,  — Le respondió, tranquilamente. — En una de nuestras conversaciones, me enviaste esa imagen, una pintura del perro de mi hijo.

Sus ojos se abrieron de sorpresa, debido a que era cierto, Yuuji había estado trabajando en un retrato de Aki, el perro de Megumi, el cuál falleció hace algunos años.

Lo pintó queriendo que su amigo tuviera un recuerdo de su mascota. Una imagen que sólo fue compartida con el dueño del animalito y con aquel hombre, con el cuál se mensajeaba.

—Entonces, si lo sabías, ¿por qué seguiste hablando conmigo?, — Le cuestiono, nervioso. No quería que esto fuera una broma, que se aprovecharán de él.

—No niego que siempre noté, cómo te sonrojabas cuando hablabas conmigo, pero, eras un niño Yuuji, no podía aceptar tus sentimientos.

Yuuji asintió, mirando sus manos, sintiendo un pequeño dolor en su pecho, que le recordaba que aquello era cierto, Toji era un adulto y el un adolescente que fantaseaba con el padre de su amigo, en esos tiempos.

Si bien ya no era un adolescente, la diferencia de edad seguía estando presente.

— Además, no tuve un mayor compromiso con nadie, después de...,— Toji hizo una pausa, frunciendo el ceño, mientras observaba el techo de la habitación del pelirosa, — de la muerte de la madre de Megumi, solo me dedique a trabajar para mantener a mi mocoso y tratar de ser un buen padre.

— Lo sé, — Susurro, el menor.

— Pero volviendo a tú pregunta chico, sí tengo una oportunidad contigo, ¿por qué, no tomarla cariño?,— Sujeto de la barbilla a Yuuji, acariciando con suavidad, su piel.

— Pero, Megumi.... — Susurro, inseguro, teniendo miedo de perder la amistad de aquel chico.

— Te dije, que no me importa, —Se acercó, rozando sus labios con los del pelirosa, — No puedo negar que me gustas, chico. Esto puede ser un secreto entre los dos, si eso te hace sentir más tranquilo.

— Está bién, quiero esto, solo que...,— Gimió al ser interrumpido por los labios del hombre.

Dejando que aquella experta lengua, recorriera su cavidad bucal, disfrutó de aquel beso apasionado, dejándose llevar por aquellas manos que lo acariciaban.

Obligando a su mente, a alejar todos aquellos pensamientos que le preocupaban, para concentrarse sólo en el placer.

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Después de otra sesión de sexo alucinante, Toji se marchó de su departamento, debido a que necesitaba ver algunas cosas relacionadas con su trabajo, mientras que él debía prepararse para la universidad, además de que tenía que alistar su bento.

Su rutina diaria, consistía en salir a trotar por las mañanas, ducharse e ir a clases, entrenamiento de voleibol; de lunes a viernes por las tardes y trabajar los fines de semana.

Por supuesto, tenía que cumplir con todos los encargos que se le impartían en su carrera universitaria y mantener su beca deportiva.

Ocuparse de la limpieza de su departamento, abastecerse de comida y manejar sus gastos.

Para muchos era una vida de sacrificio, sus compañeros y amigos, veían lo difícil que era para el chico, pero Yuuji siempre mantenía una sonrisa plasmada en su rostro, asegurándoles que estába bien.

Nunca mostrando cansancio, siendo amable y otorgando su ayuda a quien lo necesitara.

Pero, ¿quien cuidaba de Yuuji?.

Huérfano desde los 4 años, un niño que creció siendo la burla de los demás, golpeado constantemente por sus compañeros.

Criado por su abuelo en un pueblo pequeño, quien falleció cuando cumplio los 18 años de edad, dejando al pequeño sol, totalmente solo.

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Un suspiro abandonó su cuerpo.

Se encontraba, terminando de colocar los vegetales en su bento, para posteriormente guardar su ropa de entrenamiento en su bolso y guardar los materiales necesarios para su clase de dibujo técnico.

Cuando todo estuvo listo, lavo los utensilios que utilizó, para posteriormente dirigirse al baño a tomar una ducha.

Más tarde, tras un relajante baño, lavar sus dientes y colocarse su pijama, el cuál consistía en una camiseta de gran tamaño, con el estampado de un gato blanco que portaba gafas redondas de sol oscuras, además de unos pantalones a cuadros, se acostó en su cama.

Se acurruco, cubriéndose con las mantas, dejando que el sueño lo invadiera, pero sus ojos color miel, se detuvieron en el espacio que había ocupado el mayor, recuerdos de caricias y besos compartidos.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el sonido de su celular, sacándole una gran sonrisa al observar la pantalla del aparato iluminarse, mostrando la notificación de un mensaje.

"Cariño, eres hermoso y lo vales....Dejame tenerte, ¿sí?".

Yuuji se sonrojo con aquel mensaje de Toji, escondiendo su rostro en la almohada.

Finalmente se durmió abrazando aquel cojín, que contenía la esencia, del perfume del hombre.

Secret Love | TojiItaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora