HURTS LIKE HELL ┃ kookv

沈黙; shhh, nobody can know

                     Con el cuerpo ligeramente inclinado hacia delante, Taehyung frotaba sus manos con agua y jabón, intentando eliminar todo rastro de tintura negra y roja adheridos a su epidermis que se resistían a ser eliminados. Suspiró con pesadez al cerrar la corriente tras limpiar la espuma que había generado, tomó una toalla con la que absorbió la humedad de su piel y volvió a observar, por quinta vez, su intento fallido de deshacerse de los pigmentos.

—¡Compré hamburguesas con patatas fritas! —Bogum anunció su llegada con voz fuerte, el sonido plástico de bolsas dejadas sobre la mesa acompañó su aviso—. ¡Ven a comer antes de que se enfríe! Espera, ¿¡Estás en casa!?

Oyó los pasos del hombre aproximarse a través del pasillo, llegando a la puerta del baño donde él se encontraba, observándose en el espejo con la poca luz que ingresaba desde el exterior de la habitación.

—Buenas noches. —Saludó cordial, Bogum esbozó una sonrisa amable y, acto seguido, le escudriñó con la mirada, deteniéndose en sus manos.

—¡Volviste a pintar! ¿Qué fue lo que hiciste? Muéstrame.

Taehyung sacudió su cabeza con ímpetu, de derecha a izquierda, negando. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que tomó sus pinceles para retratar algún rostro o pintar paisajes, objetos o cualquier cosa que se le pasara por la mente. Si se ponía a pensar en ello, era algo triste, porque amaba hacerlo, mas no encontraba inspiración y no se sentía en condiciones de realizarlo. Le preocupaba haber perdido la pasión, en especial cuando pensaba que estaba estrechamente relacionado a su vocación, lo que escogió para hacer por el resto de su vida.

Se deshizo de ese mal ciclo de pensamientos y caminó en dirección a la cocina, buscando la forma adecuada de informar lo sucedido horas atrás sin explotar en llanto, sea de alegría, emoción o tristeza rotunda. No quería quedar como un idiota que había perdido por completo la cordura para pedir que le rompieran el corazón, más cuando Bogum era encargado de protegerle todo el tiempo, procurando evitar las heridas emocionales.

Agradeció la comida y exigió un informe acerca del día del mayor, quien empezó a contar a detalle exacto su paseo por las afueras de la ciudad en compañía de su pareja y sus suegros, pormenorizando lo mucho que detestaba a su suegra pero, a la vez, alabando la capacidad de su novia y su suegro para encontrar la manera de mantenerlos en el mismo sitio sin que iniciaran una guerra entre ambos. Taehyung acotó algunos comentarios que pretendían ser graciosos y los dos rieron mientras llevaban el alimento hacia sus bocas, despreocupados.

Detuvieron la conversación al notar que no habían puesto ninguna bebida con la que acompañar los alimentos, fue entonces que con Taehyung sosteniendo dos vasos de cristal tras haber apoyado en la superficie una botella de gaseosa, Bogum le preguntó por su día, curioso por las manchas en sus manos y su aspecto algo agotado. 

La simple mención de Jungkook al primer momento bastó para que Bogum pusiera sus ojos en blancos durante un mínimo instante. El nombre comenzó a resultarte frustrante y preocupante, como un presagio de que algo terrible se abalanzaría sobre la conversación; como un símbolo de descontento perpetúo en Taehyung. No obstante, sus creencias en torno al designado Amor Fallido del menor no eran impedimento para que se desahogara, sea por cosas buenas, malas, una sospecha o una nueva versión filosófica en torno a los hechos en la que pensó a lo largo de la madrugada. El más alto entre ambos se encargaba de dejar en claro que siempre le escucharía, tomando una posición objetiva y ofreciendo consejos en todo lo que le fuera posible; sin embargo, no estaba preparado para lo que llegaría en esa ocasión. 

Taehyung enumeró cada minuto del día. Fue preciso en líneas de autobuses tomados, horarios y colores de flores que se cruzaron, demostrando haber puesto especial atención a todo lo acontecido. Bogum le observó extrañado al notar tantos estados de ánimo proyectarse en el rostro contrario en tan pocos segundos, creyendo que algo como aquella no sería posible en ninguna persona y sin comprender el porqué de las emociones cambiantes, siendo que, hasta el momento, no se contaba nada fuera de la común.