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Entre risas, insinuaciones y tocamientos nos bebemos casi toda la botella de champán mientras estamos en la bonita y enorme terraza de la suite. Madrid está a mis pies y me encanta mirar a mi alrededor. Todavía le doy vueltas a la proposición que me hizo en el restaurante.
¿Debería aceptarla o rechazarla por lo que significa?
Me encuentro algo achispado. No estoy acostumbrado a beber y menos aún champán. Taehyung habla con alguien por el móvil y lo observo. Vestido con esos vaqueros de cintura baja y la camiseta negra me pone a cien. Es fuerte y atlético. El típico hombre de ojos claros y pelo corto que, si lo ves, no puedes evitar mirarlo.
Me sorprendo al ver que no lleva ningún tatuaje. Hoy casi todos los hombres de su edad tienen uno. Aunque casi que me alegro, porque, con lo que me gustan a mí los tatuajes, se lo estaría chupando todo el día.
Recorro con lascivia su cuerpo. Me detengo en la parte superior de sus vaqueros y entonces me doy cuenta de que tiene desabrochado el primer botón.

Me pone.
Me excita. Me incita. Me provoca.

Instantes después, suelta el móvil y se dirige hacia la cubitera. Me mira y sonríe. Calor. Tengo mucho calor. Sirve unas últimas copas y deja la botella vacía boca abajo. Se acerca a mí, me entrega mi copa y murmura besándome la frente:
—Pasemos al dormitorio.
Los nervios de nuevo se apoderan de mí y siento que me pongo erecto. Voy a ponerme los zapatos pero él dice que no, así que le hago caso.
Ha llegado el momento que llevo deseando, anhelando e imaginando desde que lo vi esperándome en la puerta de mi casa con el Ferrari.
Cuando entramos en uno de los preciosos y espaciosos dormitorios, clavo mis  ojos en la enorme cama. Una king size. Él se mueve por la habitación y, de repente, una sensual música nos envuelve. Se sienta y apoya una mano en la cama.
Con la otra sujeta la copa y le da un trago.
—¿Estás preparado para jugar, pequeño?
Todo mi cuerpo se contrae por la anticipación y siento cómo me humedezco.
Viéndolo así, tan sexy, tan varonil… Estoy dispuesto para todo lo que él quiera y consigo responder:
—Sí.
Lo veo asentir.
Se levanta. Abre un cajón.
Saca dos pañuelos de seda negros, una cámara de vídeo y unos guantes. Eso me sorprende y me asusta al mismo tiempo. Pero, incapaz de moverme, me quedo parado a la espera de que se acerque a mí. Lo hace. Pasa su lengua con provocación por mi boca y me aprieta el trasero con su mano.
—Tienes un culito precioso. Estoy deseando poseerlo mientras tienes un vibrador dentro.
Asustado, doy un paso atrás.
Él entiende mi callada respuesta. Da un paso hacia mí. Me agarra de nuevo del trasero y mientras vuelve a apretarme contra él murmura, excitándome:
—Tranquilo, pequeño. Hoy no penetraré tu bonito trasero así. Solo quiero hacerte disfrutar y, cuando lo hagamos, será poco a poco y estimulándote para que sientas placer, no dolor. Confía en mí.
Trago el nudo de emociones que tengo atascadas en mi garganta con la intención de decir algo.
—Hoy jugaremos con los sentidos —prosigue—. Pondré esta cámara sobre aquel mueble para grabarlo todo. Así luego podremos ver juntos lo ocurrido, ¿te parece?
—No me gustan las grabaciones..—consigo decir.
Esboza una cautivadora sonrisa. Los ojos le brillan y me mira desde su altura.
—Tranquilo, Hobi. El primer interesado en que no se vea por ahí nada de lo que tú y yo hacemos soy yo, ¿no crees?
Lo pienso durante unos instantes y llego a la conclusión de que tiene razón.
Él es el rico y poderoso. Quien tiene más que perder de los dos. Acepto y él deja la cámara sobre el mueble que había dicho y veo que pulsa un botón. Se acerca de
nuevo hacia mí.
—Te taparé los ojos con este pañuelo. ¡Tócalo!
Lo obedezco sin rechistar y siento la suavidad de la tela. Seda.
—Lo que vas a sentir cuando te tenga desnudo en la cama es la misma suavidad que has sentido al tocar el pañuelo.
Escuchar eso me activa de nuevo. Asiento.
—Me encantan tus ojos —murmuro, sin poder contenerme—. Tu mirada.
Él me mira unos segundos y, sin hacer referencia a lo que acabo de decir, prosigue:
—Además de taparte los ojos, como sé que te fías de mí, te ataré las manos y las sujetaré al cabecero para que no puedas tocarme. —Cuando voy a protestar me pone un dedo en la boca y añade—: Es su castigo, señorito Jung, por haber olvidado el vibrador.
Eso me hace sonreír y miro los guantes con curiosidad. Se los pone y me toca los brazos. La suavidad que siento me encanta. No noto sus dedos. Sólo noto la suavidad que aquellos guantes me proporcionan.
Sin hablar, se sienta sobre la cama y me mira. Rápidamente entiendo lo que quiere y lo hago. Me desnudo. Me quito el vaquero y la camiseta. Repito la misma operación que el día anterior. Me acerco a él vestido con las bragas y siento cómo de nuevo apoya su frente en mi estómago y posa su boca sobre mis bragas. La sensación atiza mi pene y lo siento vibrar. Se quita los guantes y los deja sobre la cama. Me agarra la cintura con sus fuertes manos y me sienta a horcajadas sobre él. Me mira y susurra mientras siento su duro pene entre mis muslos y su aliento sobre mis pezones:
—¿Estás preparado para jugar a lo que yo quiero?
—Sí —respondo aguijoneado por el deseo.
—¿De verdad?
—De verdad.
—¿Para lo que sea? —murmura acercándose a mi boca.
Poso mis manos en su corto cabello y le masajeo la cabeza.
—A todo excepto a…
—Sado —puntualiza, y yo sonrío.
Con avidez, se lleva mis pezones a la boca. Primero uno y después otro. Me endurece los pezones con su lengua y sus dedos y eso me impulsa a gemir.
—Ofréceme tus pezones —pide con voz ronca.
Sentado a horcajadas sobre él, me los agarro con las manos y los acerco a su boca.
Cuando va a chuparlos se los alejo y él me da un azote en el trasero. Ambos nos miramos y las chispas que hay entre los dos parece que vayan a provocar un cortocircuito. Él me da otro azote. Pica. Y, no dispuesto a recibir un tercero, le acerco mis pechos a la boca y los toma. Los mordisquea y los succiona mientras yo se los entrego.
Miro hacia la cámara.
Me parece increíble que yo esté haciendo eso, pero ni puedo ni quiero parar. Esa sensación me gusta. Taehyung y su arrolladora personalidad pueden conmigo y en un momento así estoy dispuesto a hacer todo lo que él me pida.
De pronto, siento sus dedos hurgar por debajo de mis bragas y eso todavía me calienta más.
—Ponte de pie —me ordena.
Le hago caso y veo que él se escurre y se sienta en el suelo entre mis piernas.
Lentamente me quita las bragas y, cuando me las saca por los pies, me los separa, posa sus manos en mis caderas y me hace flexionar las rodillas. Mi sexo. Mi chorreante pene. Todo yo quedo expuesto ante él.
Su exigente boca sonríe y me incita con la mirada para que pose mi pene en su boca. Lo hago y exploto y jadeo nada más notar su contacto. Él me agarra por las caderas y me hace apretar mi pene contra su boca. Me siento extraño. Perverso en aquella postura.
Él está sentado en el suelo y yo me encuentro sobre él, moviendo mi sexo sobre su boca. Me gusta. Me enloquece. Me fustiga. Noto cómo el orgasmo crece en mí mientras me agarra por la parte superior de mis muslos y me devora con devoción.
Su lengua se mueve y logra conseguir que jadee mientras me succiona. Mil sensaciones toman mi cuerpo y me dejo hacer. Soy suyo. Mi cuerpo es suyo. Me lo hace saber con su posesión. Y cuando muerde el interior de mi muslo con cuidado y suavemente entre sus dientes, noto que tira de él grito y enloquezco.
El calor de mi pene se extiende por todo mi cuerpo. Entonces, siento que ese ardor queda localizado en mi cara y creo que me voy a correr.
—Túmbate sobre la cama, Hobi—me dice, parándose.

All You Want (Vhope)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora