Cuando todo acaba, Jimin, Taehyung y yos nos dirigimos hacia la limusina que nos espera y sin darle tiempo a Taehyung para que vuelva a humillarme, me siento directamente junto al chofer.
Para chulo, ¡yo!
Los oigo hablar. Incluso oigo cómo Jimin cuchichea y ríe como una gallina.
Oigo lo que hablan y me enfurezco. No quiero hacerlo. Sólo hay que mirar a Jimin para saber qué es lo que busca.
Espero que dividan los ambientes en la limusina, pero esta vez Taehyung no lo hace.
Desea que me entere de todo lo que dice. Habla en alemán y oírlo me agita. Me provoca.
Al llegar al hotel, la limusina se detiene. Abro mi puerta y desciendo.
Deseo con todas mis fuerzas perder de vista a Taehyung y a ese imbécil, pero espero educadamente a que mi jefe y su acompañante bajen del coche. Después me despido y me marcho.
Casi corro hasta el ascensor y cuando se cierran las puertas, suspiro aliviado.
¡Solo!
El día ha sido horroroso y quiero desaparecer. Cuando llego a la suite tiro el maletín sobre el bonito sofá. Enciendo el hilo musical. Me despeino con la mano, me quito la chaqueta del traje y me saco la camisa del pantalón. Necesito una ducha.
Entonces suenan unos golpes en la puerta. Mi mente intuye que es él. Miro a mi alrededor. No tengo escapatoria a no ser que me lance desde el ático del hotel y muera aplastado en pleno paseo. ¡Qué disgustazo!Cansado, abro finalmente la puerta y mi cara de sorpresa es mayúscula cuando veo que es Jimin quien está ante mi puerta. Me mira de arriba abajo.
—¿Puedo pasar?—me pregunta en alemán.
—Por supuesto, señorito Park —respondo, también en su idioma.
Jimin entra. Cierro la puerta y me doy la vuelta.
—¿Vas a quedarte el fin de semana, como hiciste en Barcelona? —me pregunta, antes de que yo pueda decirle nada.
Hago lo que suele hacer Taehyung. Tuerzo el gesto. Pienso… pienso y pienso y finalmente respondo:
—Sí.
Mi contestación le molesta. Se pasa la mano por el pelo y pone los brazos en jarras.
—Si tu intención es estar con él, olvídalo. Él estará conmigo.
Arrugo el entrecejo, como si me hablara en chino y no comprendiera nada.
—¿De qué está hablando, señorito Park?
—Tú y yo sabemos muy bien de lo que hablamos. No te hagas el tonto. No eres el pobretón español que ve en Taehyung un filón, ¿verdad?
Me quedo boquiabierto por lo que acaba de decirme. Pestañeo, y dejo salir a la macarra que llevo dentro.
—Mira, guapo, te estás confundiendo conmigo. Y si sigues por ese camino vas a tener un problema, porque yo no soy de los que se callan ni se amilanan. Por lo tanto, cuidadito con lo que dices, no te vaya a tener que sobar los morros un pobretón español.
Jimin se aleja un paso de mí. Mi advertencia ha debido de sonarle verosímil.
—Creo que lo más inteligente por tu parte es que te alejes de él —añade—. Yo me encargaré de todo lo que Taehyung necesite. Lo conozco muy bien y sé cómo satisfacer sus deseos.
Aprieto los puños. Tanto, que me clavo las uñas en ellos. Pero soy consciente de que no puedo actuar como deseo. Así pues, cuento hasta veinte, porque hasta diez no me vale, me dirijo hacia la puerta y la abro.
—Jimin —le digo, con toda la amabilidad de la que soy capaz—, sal de mi habitación porque, como sigas aquí, algo muy feo va a pasar.
Cuando se va, doy un portazo mientras por mi boca sale de todo, menos bonito.
Me quito los tacones y los lanzo con furia contra el sofá. ¡Maldito sea!
Mi indignación me enloquece. Taehyung me ha estado utilizando para dar celos a aquel muñeco hinchable. Maldigo y doy un zapatazo al caro sillón. ¿Cómo he sido tan tonto? Sin querer pensar en nada más, saco mi portátil cuando mi móvil suena. He recibido un mensaje. Taehyung. «Ven a mi habitación.»
Leer eso me cabrea más. Siempre me he considerado un muñeco entre sus brazos, pero en ese momento me doy cuenta de que soy una muñeco tonto. Tecleo con rabia: «Vete a la mierda».
La contestación no se hace esperar.
Al cabo de unos segundos, oigo el sonido de una puerta al abrirse y ante mí aparece Taehyung, descamisado, con cara de mala leche y una tarjeta en la mano. Sin hablar llega hasta donde estoy sentado. Tira la tarjeta con la que ha abierto la puerta, me coge del brazo, me levanta y me besa. Me besa con tanta profundidad que noto su lengua llegar hasta mi campanilla. Intento no responderle. Me niego.
Pero mi cuerpo me traiciona. Lo desea. Es incontrolable. E instantes después soy yo el que lo besa a él en busca de más.
Con premura lleva sus manos hasta el botón trasero de mi pantalón y noto que chocamos contra la pared. Sin tacones soy muy pequeño a su lado. Eso siempre me ha gustado, igual que a él le gusta sentir su superioridad. Con su pierna separa las mías, mientras una de sus manos se mete por debajo de mi camisa y se desliza por mi vientre. Cierro los ojos y me dejo llevar. Le permito seguir. Sin quitarme el pantalón, su mano continúa su camino hasta que consigue meterla por dentro de mis bragas y me hurga hasta llegar a mi entrada. Me estimula. Me excita.
Con sus dedos, su experiencia y mi humedad latente, me masajea y lo aviva. Mi entrada se hincha y yo gimo. Jadeo. Enloquezco y me restriego contra él ante lo que siento por aquella invasión cuando, con su mano libre, me da un azotito. Me excita todavía más. Me vuelve loco e instantes después se desabrocha el pantalón, saca la mano de mi y tira de mí hasta llevarme al centro del salón. Clava sus ojos en los míos y murmura mientras acerca su boca a la mía.
—Pequeño, no tienes ni idea de cuánto te deseo.
Me baja la cremallera del pantalón y éste cae al suelo. Se agacha, acerca su nariz hasta mis bragas y las aspira. Da un pequeño mordisquito en mi vientre. Sus posesivas manos me tocan y me acarician. Suben por mis piernas y agarra el borde de mis braguitas. Me las quita.
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All You Want (Vhope)
Fiksi PenggemarTras la muerte de su padre, Taehyung, un empresario alemán decide viajar a España donde conoce a Hoseok, un joven del que se encapricha y con el que entrará en morbosos juegos llenos de fantasías y sexo. HOSEOK BOTTOM & TAE TOP ADAPTACIÓN