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Suena el despertador. Lo miro: las siete y media.

Alargo la mano y lo apago. Me desperezo en la cama y mi mente se despierta
rápidamente.

Miro a mi derecha y veo que Taehyung no está.

Mi mente vuelve a ser
consciente de lo ocurrido y me siento en la cama cuando oigo una voz:

—Buenos días.

Miro hacia la puerta y allí está él, vestido. Miro su ropa y me sorprendo al ver
que el traje que lleva y la camisa no son los que traía el día anterior. Él se da cuenta
y responde:
—Kai me lo ha traído hace una hora.

—¿Qué tal tu cabeza? ¿Se fue el dolor? —pregunto.

—Sí, Hobi. Gracias por preguntar.

Le respondo con una triste sonrisa. Me levanto de la cama sin ser consciente del
horrible espectáculo que ofrezco, despeluchado, legañosao y con mi pijama del Demonio de Tasmania. Paso por su lado y, al hacerlo, me pongo de puntillas y le doy un beso en la mejilla mientras murmuro un aún soñoliento «buenos días».

Voy a la cocina dispuesto a darle la medicación a Curro, cuando veo todas sus
cosas sobre la encimera. Me paro en seco y siento a Taehyung detrás de mí. No me deja pensar.

Me coge por la cintura y me da la vuelta.

—¡A la ducha! —me ordena.

Cuando salgo de ella y entro en la habitación para vestirme, Taehyung no está allí.
Así que me apresuro a sacar unas bragas de mi cajón y me los pongo.

Después abro el armario y me visto. En cuanto estoy vestido y presentable, salgo al salón y lo veo leyendo un periódico.
—Tienes café recién hecho —dice mientras me mira—. Desayuna.
Veo que dobla el periódico, se levanta, se acerca a mí y me besa en la cabeza.
—Hoy me acompañarás a Guadalajara. Tengo que visitar las oficinas de allí. No te preocupes por nada. En la oficina ya están avisados.
Le digo que sí con la cabeza, sin ganas de hablar ni de protestar. Me tomo el café y, cuando dejo la taza en el fregadero, siento que Taehyung se acerca de nuevo por detrás, aunque esta vez no me toca.
—¿Estás mejor? —me pregunta.
Muevo mi cabeza en señal afirmativa, sin mirarlo. Tengo ganas de llorar de nuevo pero respiro y lo evito. Estoy seguro de que

Curro se enfadará si sigo comportándome como un blandengue. Con la mejor de mis sonrisas me doy la vuelta y me retiro el pelo que me cae sobre los ojos.
—Cuando quieras, podemos marcharnos.
Él asiente. No me toca.
No se acerca a mí más de lo estrictamente necesario. Bajamos al portal y allí está Kai esperándonos con el coche. Nos montamos y comienza el viaje. Durante la hora que dura el trayecto, Taehyung y yo miramos varios papeles. Yo soy el encargado de llevar al día las delegaciones de la empresa Müller, de modo que conozco casi en primera persona a todos los jefes. Taehyung me explica que quiere saber de primera mano absolutamente todo de cada delegación: productividad, cantidad de gente que trabaja en las fábricas y rendimiento de las mismas. Eso me pone nervioso.
Con el paro que hay ahora, tengo miedo de que empiece a despedir a gente sin ton ni son. Pero en seguida me aclara que ése no es su propósito, sino lo contrario:
intentar que sus productos sean más competitivos y abrir el campo de expansión.
A las diez y media llegamos a Guadalajara. Durante tres horas, Taehyung y un hombre hablan de productividad, de carencias de la empresa y de un sinfín de cosas más.
Yo, sentado en un discreto segundo plano, tomo nota de todo y a la una y media, cuando salimos de allí, me voy feliz de ver que se han entendido.
Recibo un mensaje de Yoongi. Le respondo que estoy bien, pero maldigo en mi interior. Recibir sus mensajes y estar con Taehyung me hace sentir mal. Pero ¿por qué? Yo no tengo nada serio con ninguno de los dos.
De regreso a Madrid, Taehyung me propone parar y comer en algún pueblo. Me muestro encantadp y le digo que me parece bien. Kai para en Azuqueca de Henares y degustamos un delicioso cordero. Durante la comida, él recibe varios mensajes. Los lee con el ceño fruncido y no contesta. A las cuatro proseguimos el viaje y cuando llegamos al hotel Villa Magna me pongo tenso. Taehyung lo nota y me coge la mano.
—Tranquilo. Sólo quiero cambiarme de ropa para pasar la tarde contigo. ¿Tienes algún plan?
Mi mente piensa con celeridad y, finalmente, le digo que sí, que tengo un plan.
Pero no le doy tiempo a que pueda presuponer nada.
—Tengo algo que hacer a las seis y media de la tarde —le informo—. Si no tienes nada mejor, quizá te gustaría acompañarme. Así puedo enseñarte mi segundo trabajo.
Eso lo sorprende.
—¿Tienes un segundo trabajo?
Asiento divertido.
—Sí, se puede llamar así, aunque este año es el último. Pero no pienso decirte de qué se trata si no me acompañas.
Lo veo sonreír mientras baja del coche. Yo lo sigo.
Llegamos al ascensor del hotel Villa Magna y el ascensorista nos saluda y nos lleva directamente hasta el ático. En cuanto entramos en su espaciosa y bonita habitación, él deja su maletín con el portátil sobre la mesa y se mete en la habitación que no utilizamos el día que estuve allí jugando. Suena su móvil. Un mensaje. No puedo evitar mirar la pantalla iluminada y leo el nombre de «Hyunjin».
¿Quién será? Dos segundos después, vuelve a sonar y en la pantalla leo «Chen».
Vaya, sí que está solicitado.
Estoy inquieto. La última vez que estuve allí ocurrió algo que todavía me avergüenza. Paseo mis manos por el bonito sofá color café y miro el jardín japonés, mientras intento que mi respiración no se acelere. Si Taehyung sale desnudo de la habitación y me invita a jugar con él, no sé si voy a ser capaz de decirle que no.
—Cuando quieras nos podemos marchar —oigo una voz tras de mí.
Sorprendido, me vuelvo y lo veo vestido con unos vaqueros y una camiseta granate. Está guapísimo. Elegante, como siempre. Y lo mejor, está cumpliendo a rajatabla lo que me ha prometido de no tocarme.

All You Want (Vhope)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora