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El camino de regreso a Jerez es ameno y divertido. Escuchar a mi padre y a sus
amigos contar chistes es para morirse de risa. ¡Qué gracia tienen los jodíos! Al llegar
a Jerez, Yoongo insiste en tomar algo con la excusa de que hay que celebrar el
triunfo. Declino la invitación y, cuando llegamos a mi casa, sin cambiarme ni nada, bajo mi moto del remolque, agarro el trofeo y salgo disparado para la villa, donde me espera Taehyung.

Cuando llego a la puerta, llamo y, dos segundos después, la enorme cancela
blanca se abre. Acelero mi moto y subo por el caminito rodeado de pinos. A lo
lejos, veo la casa y a Tae. Parece hablar por teléfono. Acelero, hago una derrapada,
un trompo y cuando el polvo me rodea, paro la moto, lo miro y levanto mi trofeo,
orgulloso.
—Te lo has perdido. Te has perdido mi triunfo.

Él no sonríe, cierra el móvil, se da la vuelta y entra en el interior de la casa.
Sorprendido por su seca reacción, me bajo de la moto y lo sigo. Me enferma
cuando se pone tan hermético. En mi camino me quito las gafas y el casco y lo dejo sobre una mesa. Él está en la cocina bebiendo agua. Espero que regrese antes de atacar.
—¿Cómo puedes haberte ido sin decirme nada?
—Estabas muy ocupado.
—Pero… yo quería que estuvieras allí.
—Y yo quería que tú no hicieras esas locuras.
—Hey… escucha…
—No. Escucha tú. Si tienes que volver a ir a dar saltos con la moto a cualquier
otro lugar, no cuentes conmigo, ¿entendido?
—Valeeeee… pero, venga, no te enfades. No seas un niño.

Mis palabras lo hieren y se enfurece aún más.

—Te dije que no quería que te pusieras en peligro y tú has continuado con tu
jueguecito sin pensar en cómo me podía sentir. Te podías haber matado delante de
mis ojos y yo no podría haber hecho nada para impedirlo. Por Dios, ¿cómo puedes
ser tan inconsciente?
Se aparta de mi lado. Su reacción me parece excesiva.
—No soy un inconsciente. Sé muy bien lo que hago.
—Sí, claro… no me cabe la menor duda. Y, por si fuera poco, encima tengo que
soportar a ese tal Yoongi.

—Ah, no… eso sí que no, guapito —replico enfurecido—. No me parece bien que
me reproches lo del motocross pero, fíjate, ¡hasta lo puedo entender! Pero que me
reproches las palabras de Yoon, no, ¡eso sí que no!

—¡«Nuestro chico»!, dice el imbécil —farfulla furioso—. No ha parado de hacer
comentarios incómodos todo el rato ante mí. Si no le he partido la cara ha sido por
respeto a tu padre y al suyo, porque si por mí hubiera sido… —Y antes de que yo
pueda replicar, me pregunta—: Dijiste que habías tenido algo con él, ¿seguís
teniéndolo?
No respondo. No quiero revelarle lo que Yoongi me dijo que sabía de él, ni lo
que hubo entre nosotros, pero él insiste:
—Respóndeme, ¿qué ha habido entre ese tipo y tú?
—Algo. Pero fue sin importancia y…
—¿Algo? ¿Qué es ese algo? —exige con voz gélida.
—¿Acaso te he pedido yo a ti un listado de todas tus amiguitos de juegos? —le
pregunto, sorprendido por el cariz que está tomando la conversación—. Si mal no
recuerdo, tú fuiste el primero que quiso tener algo conmigo sin…
—Sé muy bien a lo que te refieres. Pero creo que eres lo suficientemente maduro
como para entender que eso entre nosotros ha cambiado.
—¿Ah, sí?
Sin cambiar su gesto, gruñe.
—Te acabo de hacer una pregunta. Yo siempre he sido sincero contigo. Cuando
regresé en tu busca desde Asturias me preguntaste si había jugado con Jimin y
yo fui sincero. ¿No puedes serlo tú ahora?
—De acuerdo. Entre Yoongi y yo ha habido sexo.
—¿Y ahora? ¿En los días que has estado aquí antes de que yo llegara?
—Nada…
—No me lo creo.
—En Madrid me acosté con él, pero aquí no. —él maldice, y yo prosigo—:
Aquí sólo ha habido un par de besos y…
—Ese tipo no es el típico que se conforma con besos. He visto cómo te miraba y,
cuando ha dicho lo de compartir la cerveza, ¡Dios… lo hubiera machacado!

All You Want (Vhope)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora