El fin de semana pasa y el lunes tomamos un avión que nos lleva a Guipúzcoa.
La actitud de Jimin hacia mí no parece haber cambiado. Está cortante y más distante, algo que con Taehyung no sucede. Me molesta cómo intenta que no me preste atención. Pero el tiro le sale por la culata en todo momento. Taehyung, en sus funciones de jefe, me busca continuamente y eso a Jimin lo saca de sus casillas. Las reuniones se suceden y, tras Guipúzcoa, vamos a Asturias.
Taehyung y yo durante el día trabajamos codo con codo como jefe y secretario y por la noche jugamos y disfrutamos. Él lleva el morbo como algo innato y cada vez que estamos solos me vuelve loco con lo que me hace fantasear y con su manera de tocarme y poseerme. Le encanta mirarme mientras me masturbo con el vibrador que él me regaló, capricho que yo le concedo gustoso. Es tal la lujuria que me hace sentir que deseo volver a repetir lo de ir a un bar de intercambio de parejas y vivir lo que me hizo vivir. Cuando se lo confieso, ríe a carcajadas y, cuando me penetra, fantasea con que otro hombre me posea mientras él mira, cosa que me vuelve loco.
El miércoles, cuando llegamos a Orense, vamos directos a la reunión. Por el camino, Taehyung habla con una tal Wendy por teléfono y se cabrea. El día se tuerce y termina discutiendo por la falta de profesionalidad del jefe de la delegación.No tiene preparado nada de lo que necesita y Taehyung se lo toma muy mal. Intento mediar para que el ambiente se relaje, pero al final salgo escaldado y Taehyung, mi jefe, me pide de malos modos que me calle.
En el viaje de vuelta, el humor de Taehyung es siniestro. Jimin me mira con gesto de superioridad y yo estoy que muerdo.Cuando llegamos al hotel, Taehyung le pide a Jimin que baje del coche y nos deje unos minutos a solas. Él lo hace y, cuando cierra la puerta, Taehyung me mira con un gesto que me hace trizas.
—Que sea la última vez que hablas en una reunión sin que yo te lo pida.Entiendo su enfado. Tiene razón y, aunque me moleste su regañina, le quiero pedir disculpas, pero me interrumpe:
—Al final va a tener razón Jimin. Tu presencia no es necesaria.
El hecho de que mencione a ese chico y de saber que le habla de mí me encoleriza.
—A mí lo que te diga ese imbécil me importa un pimiento.
—Pero quizá a mí no —gruñe.
Se toca la cabeza y los ojos. No tiene buena cara. Suena su teléfono. Taehyung lo mira y corta la llamada. Y, en un intento de suavizar el momento, murmuro:
—Tienes mala cara, ¿te duele la cabeza?
Sin contestar a mi pregunta, me clava su dura mirada.
—Buenas noches, Hoseok. Hasta mañana.
Lo miro, sorprendido. ¿Me está echando?
Con la dignidad que me queda, abro la puerta del coche y salgo. Jimin espera a escasos metros y prefiero no mirarlo cuando paso junto a él o lo arrastraré de los pelos. Me voy directo a mi habitación.
A la mañana siguiente, jueves, cuando el despertador suena a las siete y veinte protesto. Quiero dormir más.
Entre gruñidos, me levanto de la cama y camino hacia la ducha. Necesito el frescor del agua en mi cuerpo para despertarme.
Bajo el agua, recuerdo que es jueves y eso me alegra. Taehyung y yo pronto tendremos el fin de semana para estar juntos. ¡Bien!
Cuando regreso al dormitorio envuelto en una esponjosa toalla color hueso que huele de maravilla, miro mi mesilla.
—¡Maquinote! Lo que disfruté contigo anoche.
Me río divertido.
Sobre unos pañuelos de papel, está el vibrador con forma de pintalabios que utilicé anoche para relajarme. El regalito de Taehyung. Lo cojo entre mis manos y suspiro mientras recuerdo la explosión de placer que sentí cuando jugaba con él.
Feliz de buena mañana, cojo el vibrador y regreso al baño. Lo lavo y finalmente lo meto en mi bolso. Ya no se me olvida.
El maquinote y yo, juntos hasta la muerte.
Abro la maleta y saco unas bragas. Me las pongo y pienso que tengo que pedirle a Taehyung las que me quitó o me quedaré sin suministros. Mi enfado ha desaparecido.Estoy seguro de que el de él también y que tendremos un maravilloso día por delante.
Miro el armario y me pongo un traje azulón y una camisa abierta. Hoy quiero estar sexy para que desee regresar pronto al hotel.
A las ocho, alguien llama a la puerta de mi habitación y, dos segundos después, una camarera muy amable deja un bonito carrito con el desayuno y se marcha.
Cuando levanto las tapas salto de felicidad al ver la cantidad de bollos que tengo ante mí. Cojo una silla y me siento. Bebo un poco de zumo de naranja. ¡Hummm, qué rico! Me preparo un café y disfruto con un minipepito. Luego una napolitana y cuando voy a atacar un donut, me paro y consigo vencer la tentación. Demasiados bollos.
El móvil suena. He recibido un mensaje. Taehyung. «8.30 en recepción».
¡Qué explícito!
Ni un simple «Buenos días, pequeño», «Hobi» o como quiera.
Pero sin tiempo que perder y ansioso por verlo de nuevo, cojo mi maletín. Meto el portátil y los documentos del día anterior y lo cierro. Hoy vamos a otra delegación de Asturias y sólo espero que el día se dé mejor que el anterior.
Al llegar a recepción veo a Taehyung apoyado en una mesa. Está impresionante con su traje gris claro y su camisa blanca. Veo que aún tiene su bonito pelo algo mojado por la ducha y me estremezco. Me hubiera encantado ducharme con él.
Dos mujeres que pasan por su lado se vuelven para mirarlo. Normal. Es un bombón de tío. Cuando pasan por mi lado observo sus caras y cómo cuchichean.
Imagino sobre lo que hablan. Con decisión, camino hacia él subido a mis zapatos de tacón y repaso su ancha espalda mientras lo veo leer con concentración el periódico.
Cuando llego a su altura lo saludo con voz melosa:
—¡Buenos días!
Él no me mira.
—Buenos días, señorito Jung.
Pero bueno, ¿ya estamos otra vez con los puñeteros apellidos?
No esperaba que me cogiera entre sus brazos y me sonriera en plan novio. Pero hombre, algo más de cordialidad tras una noche separados, pues sí.
Su indiferencia me desconcierta.
¿Por qué no me mira?
Pero no dispuesto a comenzar el juego del gato y el ratón me quedo a su lado a la espera de que decida que nos vayamos. Echo una ojeada al reloj. Las ocho y media.
Miro la entrada del hotel y veo la limusina esperando. ¿Por qué no nos vamos? Taehyung omite mi presencia y sigue leyendo el periódico con la mandíbula tensa. ¿Todavía está enfadado? Quiero preguntarle, pero no quiero ser yo el que dé el primer paso.
No me muevo. No resoplo. Seguro que está esperando alguno de mis movimientos para comenzar con sus agrias palabras.
La gente, el noventa por cierto ejecutivos como nosotros, pasa por nuestro lado.
Las nueve menos veinticinco. Me sorprende que aún estemos allí. Taehyung es un maniático con la puntualidad. Las nueve menos veinte. Sigue tan pancho, sin importarle que yo esté allí plantado junto a él como un pasmarote, cuando oigo unos tacones acelerados. Jimin, con un traje y chaqueta y blancos, se acerca a nosotros.
No me mira. Sólo tiene ojos para Taehyung, al que se dirige en alemán:
—Disculpa el retraso, Taehyung. Un problema con mi ropa.
Observo que él sonríe.
Le mira.
Le repasa de arriba abajo con su azulada mirada.
—No te preocupes, Jim. El retraso ha merecido la pena. ¿Has dormido bien?
Él sonríe.
—Sí —responde, sin importarle mi cercanía—. Algo he dormido.
¿«Algo he dormido»?
¿Ha dicho «Algo he dormido»? Pero bueno, ¿qué me están dando a entender esos idiotas?
Él sonríe como un loro tras una noche de botellón y le toca la cintura. Esa familiaridad me incomoda. Me repele mientras sus sonrisas me dan a entender muchas cosas.
Respiro con dificultad, al ser consciente de lo que ha ocurrido entre esos dos y quiero gritar y patalear. De pronto, Taehyung le planta la mano en la espalda a Jiminy, tocándole fugazmente la cintura, dice:
—Vamos, el chofer nos espera.
Y, sin mirarme, comienza a caminar con ese a su lado, mientras pasa de mí.
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All You Want (Vhope)
FanfictionTras la muerte de su padre, Taehyung, un empresario alemán decide viajar a España donde conoce a Hoseok, un joven del que se encapricha y con el que entrará en morbosos juegos llenos de fantasías y sexo. HOSEOK BOTTOM & TAE TOP ADAPTACIÓN