36

231 37 2
                                    

Durante seis días, mi mundo es de color de rosa. Vivo en un país multicolor
como la abeja Maya y me siento como un príncipe, tipiti-tipiteso, rodeado de dos
personas que me quieren y me protegen.
Yoongi continúa con sus llamadas y, en su último mensaje, me indica que sabe
que Taehyung está conmigo en Jerez. Eso me molesta. Enterarme de que sabe sobre la vida de Tae no es plato de buen gusto, pero decido callarme. Si le explico algo a Taehyung, seguro que empeoro la situación.
Él y mi padre se llevan de maravilla y aunque, al principio, mi padre se enfadó
con él por haber alquilado una villa, al final entiende que somos adultos y
necesitamos intimidad.
Los amigos y vecinos de mi padre rápidamente apodan a Tae como «el
Frankfurt», por aquello de ser alemán y eso a él le hace gracia. El carácter español,
especialmente el andaluz, es tan diferente al alemán, que veo la sorpresa
continuamente en sus ojos.
Mi padre, día a día, se emociona con él. Noto que le gusta, lo respeta y lo
escucha y eso dice mucho de él. Incluso algunas tardes se van juntos de pesca y
regresan encantados y felices. En esos días siempre que puedo me escapo para
correr y derrapar un poco con mi moto. Me encanta hacerlo y lo disfruto mogollón.
Una de esas tardes aparece Yoon con su moto. Se cruza en mi camino.
Ambos nos paramos.
—¿Te has vuelto loco? ¿Qué hace ese tipo aquí?
Molesto por la intromisión, me quito las gafas de protección del casco.
—Te estás pasando. A ti no te importa lo que él hace aquí.
Se baja de la moto y se acerca a mí.

Por el amor de Dios, Hoseok ¿sabe tu padre que ése es tu jefe?
—No.
—¿Y cuándo se lo vas a decir?
A cada instante que pasa me voy enfadando más.
—Cuando me dé la gana.
Él se mueve con rapidez, se acerca a mí, me coge del cuello, posa su frente sobre la mía y murmura:
—Hoseok… yo te quiero.
—Yoon no…
Sin separarse de mí, sigue hablando:
—Te quiero sólo para mí, en exclusividad. Ese tipo no te quiere como yo, piénsalo por favor y…
Le doy un empujón y me separo de él.
—Quiero continuar mi camino, Yoongi. Quítate de en medio, ¿de acuerdo?
—¿Me estás diciendo que prefieres la compañía de ese hombre a la mía? —murmura, sin apartarse un ápice y con actitud intimidatoria—. Ese tipo te está utilizando y, cuando se aburra de ti, te dejará a un lado como ha hecho con cientos de personas. Para él eres uno más, mientras para mí eres especial, ¿no lo ves? Te creía más listo por el amor de Dios.

No quiero ser cruel como él lo está siendo conmigo. Quiero a Yoon. Es un buen amigo. Pero por Taehyung siento algo tan fuerte que no lo puedo obviar. Al ver mi silencio, se da la vuelta y se monta en su moto, malhumorado.
—De acuerdo. Estréllate contra la pared tú solito.
Dicho esto se va y me deja desconcertado y con un sabor amargo en la boca.
El séptimo día, mi padre me recuerda el evento de motocross de todos los años en Puerto Real, un pueblo cercano a Jerez. Al recordarlo se me hace cuesta arriba.

Ese año prefiero disfrutar de Tae y de su compañía, pero al ver la ilusión de mi padre y sus amigos por que yo asista y participe, claudico y animo a Taehyunh a acompañarnos.

Taehyung en un principio no sabe muy bien a lo que vamos. Me deja claro que no le gustan los deportes de riesgo. Yo sonrío y lo engaño. ¿Qué le voy a hacer?

Pero cuando ve mi moto en el remolque y a mi padre junto a sus dos amigos del alma, hablar sobre saltos, derrapes y demás entiende perfectamente lo que voy a hacer. Su gesto me demuestra su incomodidad.
—No quiero que hagas lo que dicen —murmura a escasos metros de ellos.
—Escucha, Taehyung. Para mí lo que dicen es pan comido. Llevo practicando motocross desde que tenía seis años. Y mira, tengo veinticinco, y sigo enterito.
Su rostro y su boca me muestran la tensión que siente.
—Te prometo que lo pasarás bien —insisto—. Tú ven y ya verás, ¿de acuerdo?
—Vaya, vaya, vaya —escucho de repente detrás de mí—. Mi precioso motero jerezano.
Me vuelvo y me encuentro con Yoongi. Su comentario no me gusta nada. Mis tripas se contraen, pero intento que no se me note.
—Yoongi, él es Taehyung. Taehyung, él es Yoongi.
Ambos se dan la mano y yo, que estoy en medio, veo su incomodidad. Se retan con las miradas. Dos rivales. Dos hombres y yo en medio como los jueves. Por suerte, mi padre da una palmada al aire e indica que debemos marcharnos.
Yoon se apunta y Tae rápidamente me hace saber que nos seguirá en su moto.
Yo decido acompañarlo.
Tae me pasa uno de los cascos.
—No me gusta ese tal Yoongi.
—¿Celoso?
—¿He de estarlo?
Incómodo por lo que sé, le doy un beso en los labios.
—Para nada, cariño.
Cuando llegamos al lugar donde se va a celebrar la carrera, mi padre y sus amigos comienzan a saludar a todo el mundo y yo también. Conocemos al noventa por ciento de los corredores y acompañantes de todos los años que hemos participado en ese tipo de carreras. A las diez y media, Cristina, la organizadora del motocross, me entrega mi dorsal, el 51, y me indica que a las doce es la primera eliminatoria.
Tae no habla. Sólo me observa. A cada segundo que pasa veo en sus ojos la
inquietud e intento relajarlo. Pero cuando aparezco vestida con mi mono rojo de cuero, las protecciones, las botas, los guantes y el casco, se queda blanco como la cera.
—¿Me puedes explicar qué haces así vestido? —pregunta con enfado.
—¿No te parezco sexy? —Sonrío.
No contesta a mi pregunta.
—Hobi. No quiero que lo hagas. Esto es un deporte de riesgo.
—¡Venga ya…! No digas tonterías —Sonrío de nuevo e intento no darle importancia.
Yoongi, que nos observa y sé que nos escucha, se acerca a nosotros y con una sonrisa de lo más falsa dice:
—Vamos, precioso… dale gas y déjalos a todos sin habla.
—Eso haré —respondo.
Yoongi, que lleva dos cervezas en la mano, le pregunta a Taehyung:
—¿Quieres una? —Y sin darle tiempo a responder, continúa—: Toma. Esta cerveza enterita para ti. La otra para mí. Yo no comparto nada.
Ese comentario me subleva. Pero ¿qué hace ese inconsciente?

Taehyung no habla pero puedo percibir su desagrado mientras Yoongi se dirige a él:
—¿Sabes que «nuestra chica» es especialista en saltos y derrapajes?
—No.
—Pues prepárate, porque, si no lo sabías, hoy te va a quedar bien claro.
Dicho esto, Yoongi se acerca a mí y me da un beso en la cara.
—Vamos, preciosa. ¡Cómetelos!
En cuanto nos quedamos solos, Taehyung me mira, molesto.
—¿A qué venía eso de «nuestra chica» y lo de «compartir la cerveza»?
—No lo sé —respondo incrédulo por lo sucedido.
Él no es tonto y nota como yo la mala baba en las palabras de Yoon.
Resopla, maldice y aparta su mirada de él.
—Te vas a hacer daño, Hobi. No sé cómo tu padre te permite hacer esto.
Eso me hace reír. Señalo a mi padre, que está con sus dos amigos haciendo los
últimos arreglos de mi moto.

—¿De verdad crees que mi padre está preocupado?
Él o mira. Lo estudia durante unos segundos y acaba dándose cuenta de la felicidad en su rostro.
—Vale… pero el hecho de que él no esté preocupado, no quiere decir que yo no deba estarlo.
Sonrío, me acerco más a él y, sin importarme que Yoongi nos mire, me subo a una caja que hay en el suelo para estar a su altura y acerco mi boca a la suya.
—Tú tranquilo… pequeño. Sé lo que hago.
Consigo que Tae curve los labios y casi sonría. Le doy un beso que me sabe a gloria.
—Por tu bien —me dice, serio—, más vale que sepas lo que haces o te juro que luego te lo haré pagar.
—Mmmmm… ¡eso me encanta!
—Hobi… hablo en serio —insiste.
—Venga vaaaaaaaa… si esto para mí es un paseíto de naaaaaaaaaa.
No sonríe. Yo sí.
Escucho la voz de mi padre que me llama. Tengo que salir a pista. Doy un rápido beso a Tae, me bajo de la caja y suelto su mano para acercarme hasta mi moto. Mi
padre la acelera y la revoluciona. Yo grito feliz y lleno de emoción, mientras Taehyung cada vez arruga más el entrecejo.
Diez minutos después estoy en pista con otros participantes con la adrenalina por los aires, saltando y corriendo sin ser consciente del peligro. El motocross es una combinación de velocidad y destreza, y ambas cosas unidas me gustan.
Siempre he sido un osado alocado. Derrapo en curvas cerradas, salto baches con cambios de rasantes y mi mono se llena de barro mientras mi adrenalina acelera mis movimientos y soy consciente de que mi posición en esa carrera es buena. Termino entre las cuatro primeras y paso a la segunda ronda.
Taehyung está blanco como el mármol. Lo que acabo de hacer y los porrazos que él ha visto en otras participantes apenas lo dejan respirar. Pero no tenemos tiempo de hablar, he de participar en la siguiente manga y así sucesivamente hasta que sólo quedamos seis participantes.

Mi padre, junto a sus amigos, gritan como locos mientras hacen los ajustes de mi moto. Yoongi, un experto en motocross, me da instrucciones sobre
otros participantes y yo lo escucho. Saben que lo hago bien y saben que puedo alzarme con algún premio. Pero yo no puedo dejar de buscar a Taehyung. ¿Dónde está?
—Morenito —dice mi padre—. Taehyung se ha marchado para Jerez.
—¡¿Cómo?! —preguntó boquiabierto.
—Lo que te digo, hijo. Ha dicho que prefería esperarte en la villa. —Y, acercándose a mí, murmura—: Ese hombre lo estaba pasando fatal, hijo. Aunque, ahora que lo pienso, no sé si era por verte dar saltos en la pista o por la presencia de Yoongi y sus atenciones.

—Papáaaaaaaaaaaaa —le regaño al verlo sonreír.
Pero no podemos continuar hablando. La nueva manga comienza y tengo que
ponerme en la salida. Mi concentración flaquea, pero mi mala leche está por todo
lo alto. Taehyung se ha ido y eso me enfada. Cuando la carrera da comienzo, salgo disparado como una flecha. Salto un montículo, dos… tres, derrapo, acelero y cojo varios baches seguidos antes de derrapar. Al final entro la segunda y grito de felicidad.
Mi padre y sus amigos corren a abrazarme. Estoy totalmente embarrado, pero he vuelto a conseguir hacerlos vibrar. Cuando me sueltan, es Yoongi quien me coge entre sus brazos demasiado efusivo.
—Felicidades, precioso. ¡Eres el mejor!
—Gracias y suéltame.
—¿Por qué? ¿Acaso a tu Taehyung no le gusta compartir a su chico?
—Suéltame, gilipollas, o juro que te machaco aquí mismo —gruño ofendido.
Cinco minutos después, en el improvisado podio, disfruto feliz al ver a mi padre, y a los demás aplaudir junto a Yoon, orgullosos de mí. Yo levanto el trofeo y soy consciente de que me hubiera gustado que Taehyung estuviera allí.

All You Want (Vhope)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora