Colombia

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Pov Poché

—Maria José, encontrarás a tu amor en un momento totalmente inesperado, toma las buenas decisiones para que al final se cumpla lo que tanto has deseado— Me decía aquella voz femenina que se escuchaba como un eco en mi cabeza —Cuando la puerta abras, a tu amor encontrarás y solo así, feliz serás— Dijo una vez más y presté atención a que frente a mi había lo que podía distinguir como una mujer, estaba encapuchada y era un poco más pequeña que yo, su cabello largo castaño caía por la parte del frente de su cuerpo.

Me acerqué a ella un poco más, y cuando iba a destapar su rostro...

—¡MARÍA JOSÉ!— Gritó mi hermana menor a centímetros de mi cara, me sorprendí y rodé en mi cama hasta caer abruptamente al suelo.

"Mierda" pensé.

—Maldita sea Valentina, ¿Cuantas veces te he dicho que toques antes de entrar a mi habitación?— La regañé parándome del frío piso de mi cuarto y sacudiéndome el poco polvo que había quedado en mi pijama, mi hermana reía a carcajadas.

—Es que no me importa cuantas veces lo digas, siempre lo voy a hacer de alguna u otra forma hermanita— Se acercó a abrazarme y contra mi propia voluntad, le correspondí el abrazo —¿Por qué siempre cuando entro al cuarto a despertarte estás moviéndote raro?— Preguntó frunciendo un poco el ceño.

—¿Que hago raro?— Contra ataqué.

—Más bien, que no haces hermana— Se burló y se dirigió a la puerta, suspiré fastidiada —Por cierto, mamá y papá te están esperando para desayunar— Informó

—Diles que coman ellos, yo voy a bañarme y no quiero hacerlos esperar— Pedí y ella asintió antes de salir de mi habitación

Fui a mi baño y empecé a hacer mi aseo personal, entré a la ducha y después de 15 minutos salí, me puse un pantalón de traje azul oscuro, una camisa manga larga con cuello de tortuga blanca metida en el pantalón, la parte de arriba del traje y unos zapatos de vestir marca Gucci de color negro. Sequé mi cabello y le hice algunas hondas, me veía bien para ser franca.

Me puse algunos pendientes de oro, perfume y finalmente salí de mi habitación. Afuera de esta estaba María, una mujer de 72 años de origen francés que es mi nana y a quien considero como mi abuela. Ella me había cuidado desde nuestra llegada al palacio, se había encargado de mi cuidado toda mi niñez y también de controlar mis travesuras en la adolescencia, al igual que con mi hermana pequeña.

—¡Mary!— La saludé alegremente con el apodo que le tenía y me acerqué a abrazarla.

—Mi niña, ¿Como amaneciste?— Preguntó con una sonrisa tierna cuando se separó de mi con su perfecto español pero acento francés marcado.

—Muy bien, ¿Tú como te encuentras?—

—Bastante bien para ser una vieja— Dijo graciosa y negué riendo.

—Mary, de todos nosotros, tú eres el alma más joven— Dije y ella rió -Estoy de acuerdo con eso- Soltamos una carcajada y empezamos a bajar las escaleras del gran palacio que tenia como casa.

—Tus padres siguen en la mesa, dijeron que necesitaban hablar contigo urgentemente— Fruncí el ceño confundida y le agradecí a Mary por haberme dicho.

Fui al gran comedor y en la cabecera de la mesa estaba mi padre, a su lado derecho mi madre y a su izquierda mi hermana. Mis papás llevaban sus atuendos para ceremonias cosa que me pareció extraña ya que no se visten así regularmente y tenían sus coronas puestas.

—Buenos días familia— Saludé mientras entraba al gran salón.

—Buenos días hija— Saludó mi madre parándose y dirigiéndose a mí para darme un beso en la frente, sonreí, mi padre imitó su gesto y se sentó nuevamente con expresión seria.

Coincidimos (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora